LA NACION

Transforma­n un parque de oficinas en una sede ultrasoste­nible

Si el proyecto no cumple con una baja del 40 por ciento en el ahorro de energía, el desarrolla­dor cubrirá las facturas

- Adele Peters | FAST COMPANY

Si te sientas a trabajar en la sede central de Unilever en los Estados Unidos. Y tienes demasiado frío o calor –o estás trabajando en una computador­a portátil y las luces de arriba son demasiado brillantes– puedes sacar una aplicación de tu teléfono y ajustar la configurac­ión de la habitación. En todo el edificio, 15.000 sensores también miden la temperatur­a, la luz, el dióxido de carbono, la humedad y quién está presente en una habitación, lo que ayuda a que el edificio se ajuste con el tiempo para volverse más eficiente. Un viernes por la tarde en el verano, cuando muchos de los 1600 empleados del edificio trabajan de forma remota y los sensores del edificio informan de poca ocupación, la empresa puede optar por cerrar pisos o edificios enteros.

La tecnología es parte de una nueva renovación total del parque de oficinas ubicado en New Jersey –construido en los años sesenta y setenta–, diseñado para ayudar a la compañía a alcanzar su objetivo de ser carbono positivo en operacione­s para 2030 y ayudar a atraer una fuerza de trabajo más joven. En la renovación se cambiaron ventanas y luces viejas e instalaron paneles solares en el techo entre otras acciones con las que la compañía ahora espera reducir la huella de carbono de la oficina a la mitad. OVG, un desarrolla­dor holandés detrás de la retroadapt­ación, garantizó ese objetivo a través de lo que llaman un “arrendamie­nto verde” o un acuerdo ecológico. Cuando OVG propuso por primera vez algunos de los cambios en el edificio, la compañía dudó. “El CFO me dijo: ‘Eso está muy bien, ya escuché esta historia antes, pero nadie me dará la garantía; se les ocurrirán todo tipo de proyeccion­es y modelos, pero nadie quiere darme la garantía de que esos costos de energía realmente bajarán. Luego dije: ‘Es muy simple, le daré esa garantía’, dice Coen van Oostrom, CEO de OVG. La compañía colaboró con la firma de arquitectu­ra Perkins y Will y con las compañías de bienes raíces Cushman y Wakefield y Normandy en el proyecto. En un contrato que durará 10 años, OVG promete que el consumo de energía de la sede caerá al menos un 40 por ciento, lo que correspond­e a un recorte del 50 por ciento en las emisiones de carbono. El uso del agua disminuirá en un 50 por ciento. Siempre que Unilever use el edificio de la forma descrita en el contrato, si el uso de energía o agua es mayor de lo esperado, OVG cubrirá el costo.

Un préstamo bancario ayudó a financiar parte del costo de la renovación, algo que, según van Oostrom, se está volviendo más común. “Los bancos se han acostumbra­do tanto a este enfoque que están completame­nte dispuestos a tomar toda la inversión en su cuenta, siempre y cuando haya una compañía de bienes raíces que esté dispuesta a garantizar que las medidas técnicas van a implementa­rse de manera que realmente funcione”, dice.

La sede se ha transforma­do. La nueva plomería de bajo flujo reducirá el uso de agua a la mitad. Se espera que los transborda­dores saquen el 40 por ciento de los autos de los empleados de las carreteras. Un nuevo atrio conecta cuatro edificios anteriorme­nte separados y proporcion­a un lugar para que los empleados trabajen casualment­e; los empleados también pueden optar por ser visibles a través de la tecnología inteligent­e del edificio, lo que facilita que los compañeros de trabajo se encuentren entre sí. La cafetería sirve comida más saludable –aunque una heladería de oficina también sirve helados gratis de las marcas de la compañía, como Ben & Jerry’s–. Hay salas para hacer yoga y desestresa­rse. Se espera que el edificio sea certificad­o como un lugar de trabajo saludable, por el Internatio­nal Well Building Institute, y para recibir la calificaci­ón de sostenibil­idad LEED más alta.

El edificio utiliza algunas de las técnicas que OVG utilizó por primera vez en un edificio de oficinas inteligent­es en Amsterdam llamado The Edge , y que ahora espera replicarse en otros 1000 edificios de oficinas. Al utilizar un modelo de acuerdo ecológico que elimina el riesgo financiero, OVG cree que muchos más estarán dispuestos a modernizar­se. El costo decrecient­e de la tecnología, como los sensores, también ha hecho que sea más barato hacer que los edificios sean más eficientes. “Hay tantos propietari­os que no se están moviendo porque temen que les cueste dinero. Estamos en el comienzo de una revolución: con la ayuda de la tecnología, mucho más sostenible­s”, finaliza van Oostrom.

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la tecnología Es parte central del proceso de renovación del predio creado en la década del sesenta

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