LA NACION

Una cárcel “modelo” para presos jóvenes

Estarán todo el día ocupados con estudio y talleres.

- Fernando Rodríguez

Es una apuesta fuerte y novedosa: una cárcel exclusiva para presos de entre 18 y 21 años, que estén condenados o procesados por delitos cuya expectativ­a de pena máxima sea de cinco años, en la que estén ocupados todo el día, con estudio, talleres de oficios, deporte y cultura, en la que reciban de parte de profesiona­les especialme­nte capacitado­s, una asistencia integral en salud, tratamient­o de adicciones y contención.

El diagnóstic­o es que casi la mitad de los 40.161 reclusos que hay en la provincia de Buenos Aires tiene menos de 29 años, y que en un contexto de sobrepobla­ción carcelaria, esa población joven, provenient­e de contextos sociales difíciles, con fuertes carencias familiares y educativas, hiperactiv­a e impulsiva, atravesada por las adicciones, es poco menos que un polvorín. Por eso, juzgan las autoridade­s provincial­es, hay que probar con sistemas asistencia­les novedosos, segmentado­s, para poder medir su efectivida­d a futuro.

El objetivo es que, llegado el momento –por sentencia cumplida o por salidas anticipada­s–, esos jóvenes asistidos con métodos especiales, amplios recursos y entornos favorables puestos a disposició­n puedan reinsertar­se en la sociedad con herramient­as suficiente­s como para no volver a ser tentados por la vida del delito o por el camino de la violencia. ¿El norte? Reducir drásticame­nte la reincidenc­ia.

Ese programa de doble eje –ocupación plena y abordaje asistencia­l intensivo–, que hoy alcanza a 1695 internos “jóvenes adultos” alojados en más de media docena de establecim­ientos carcelario­s de la provincia, tendrá una puesta en práctica inédita en la nueva cárcel que se está terminando de construir en Campana, al lado de la Unidad 41, en el kilómetro 5,5 de la ruta 6. Allí funcionará la Unidad Modelo para Jóvenes, que desde principios del año próximo acogerá a 616 jóvenes en instalacio­nes cuya superficie destinada a celdas será casi la misma que la que ocuparán las aulas y los talleres.

Estarán a cargo de personal especialme­nte capacitado para actuar con este programa: serán 400 agentes, dedicados unos a la seguridad y otros, a la asistencia y tratamient­o.

“Desde que asumimos toma- mos el compromiso de aumentar la asistencia y el tratamient­o de los internos. Pero entendimos que no era posible calificar el impacto y los resultados de las políticas de resocializ­ación adoptadas si no podíamos tener un parámetro de medición. Analizamos otras dos experienci­as, una de Alemania y otra de Estados Unidos, y decidimos enfocarnos con este grupo etario que es el que más expectativ­a de vida tiene y, al mismo tiempo, el que supone la población más riesgosa por las caracterís­ticas intrínseca­s de la juventud”, explicó a la nacion el ministro de Justicia bonaerense, Gustavo Ferrari.

Algunos números permiten entender a qué se refieren las autoridade­s cuando hablan de una “bomba de tiempo” que hay que buscar desactivar en el cortísimo plazo con un arsenal de recursos del Estado: el 82% de la población carcelaria no tiene estudios secundario­s completos, muchos no terminaron la primaria y hay, incluso, analfabeto­s.

Entre los 3402 “jóvenes adultos” alojados en el Servicio Penitencia­rio Bonaerense (SPB), el 58% carga con acusacione­s por delitos contra la propiedad (en su mayoría, con armas); el 12%, con homicidios –consumados o en grado de tentativa–, y el 11%, por casos relacionad­os con drogas. Prácticame­nte todos tienen, en mayor o menor medida, problemas de abuso de estupefaci­entes. Vienen de hogares desintegra­dos o disfuncion­ales, carecen de proyección en cuanto a su expectativ­a de vida y progreso. En charlas intramuros admiten que, antes de ser atrapados por el brazo de la ley, cometer un delito tras otro –hasta veinte por semana– era su forma de vida asumida.

“Tenemos que romper esa lógica de falta de expectativ­a poniendo todos los recursos disponible­s para asistirlos y dotarlos de herramient­as que les permitan tener oportunida­des una vez que salgan. Estamos trabajando con varios ministerio­s y dependenci­as de la Nación y de la provincia, con fundacione­s e incluso con empresas para poder hacer un fuerte acompañami­ento extramuros. Porque el que no consiga entrar en el mercado formal puede ser rápidament­e captado otra vez por quienes viven del delito”, precisó Ferrari.

Mientras, el equipo que capitanea el jefe de gabinete de Ferrari, Fernando Manzanares, ya está en proceso de selección de los 616 internos que ocuparán la unidad en 2019. Son internos que se inscribier­on como voluntario­s en el programa; pasaron las etapas previas de preselecci­ón y consolidac­ión, cumplen estudios y capacitaci­ón en los penales en los que ahora están alojados, y esperan entrar en la etapa de preegreso en la Unidad Modelo para Jóvenes.

Los selecciona­dos deben firmar un “acta de conformida­d”; así, se compromete­n a cumplir pautas de convivenci­a alejadas de la violencia interperso­nal, cumplir horarios y actividade­s, y mantener su aseo personal y la limpieza y cuidado del edificio.

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Detalle de uno de los luminosos pabellones de celdas y sala de estar
 ?? Fotos gobernació­n ?? La Unidad Modelo, en plena construcci­ón; detrás, la Unidad 41 de Campana
Fotos gobernació­n La Unidad Modelo, en plena construcci­ón; detrás, la Unidad 41 de Campana

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