LA NACION

Renunció el obispo Barros

El prelado estaba acusado de encubrir abusos sexuales; las víctimas expresaron satisfacci­ón por su salida

- Víctor García

El Papa le aceptó la dimisión al prelado chileno, acusado de encubrir abusos.

SANTIAGO, Chile.– Desactivan­do un problema ya insostenib­le para la Iglesia chilena y la crisis generada por el caso de los abusos sexuales, el papa Francisco tomó una de las primeras medidas al respecto y aceptó la renuncia de la Diócesis de Osorno del obispo Juan Barros, sindicado como encubridor del sacerdote pederasta Fernando Karadima y acusado de ignorar las denuncias de las víctimas que recaían sobre él.

A través de una carta de la Conferenci­a Episcopal chilena, se informó además que el Sumo Pontífice aceptó las dimisiones de otros dos obispos: Cristian Caro Cordero, de la Diócesis de Puerto Montt, y Gonzalo Duarte García de Cortázar, de Valparaíso.

Una vez oficializa­da la renuncia, y a la par que todos los noticieros de la mañana difundían la informació­n, Barros emitió un comunicado.

“Les pido con humildad que me disculpen por mis limitacion­es y lo que no pude lograr”, dijo el ahora exobispo. “A todos quienes con fe me recibieron, me acompañaro­n generosame­nte, trabajaron con amor por su Iglesia. Agradezco a muchas personas y comunidade­s que han rezado y también ofrecido sus dolores conmigo en este tiempo”, añadió el sacerdote, cuyo futuro aún no es claro: si continuará como obispo emérito o enfrentará un proceso en su contra por su papel de encubridor.

La caída de Barros ocurre tres días antes de la llegada a la ciudad de Osorno del obispo Charles Scicluna y de monseñor Jordi Bertomeu, enviados del Papa para profundiza­r la investigac­ión por el encubrimie­nto de abusos sexuales. Francisco ya había recibido la renuncia en mayo pasado de todos los obispos chilenos, en una histórica visita que realizaron las autoridade­s de la curia del país y donde pidieron “perdón por el dolor causado a las víctimas, al Papa, al pueblo de Dios y al país por nuestros graves errores y omisiones”.

Las víctimas de Karadima, quienes fueron recibidas por Francisco en el Vaticano y también entregaron su testimonio, recibieron con satisfacci­ón la noticia de la salida de Barros. “Esto hay que llamarlo por su nombre: el Papa despidió a tres obispos. Es bueno hablar de manera directa y sin eufemismos. Al menos dos de ellos sabemos que han estado implicados en abuso directamen­te o en encubrimie­nto. Suponemos que el obispo Caro también”, declaró José Andrés Murillo. “Se trata de una señal importante. Y lo será más aún cuando se hable de abusadores y cómplices activos y pasivos. El Papa mismo ya comenzó, al hablar en la conferenci­a episcopal de una cultura de abuso y encubrimie­nto patológica, narcisista”.

Juan Carlos Cruz, otro de los abusados por Karadima, reaccionó en su cuenta de Twitter. “Empieza un nuevo día en la Iglesia Católica de Chile. Se van tres obispos corruptos y seguirán más (…) Emocionant­e por tantos que han luchado para ver este día. La banda de obispos delincuent­es se empieza a desintegra­r hoy”.

En Osorno, también afloraron las reacciones y se oyeron bocinazos de automóvile­s para celebrar la decisión del Papa y la dimisión del prelado, que, en enero de 2015, llegó a esta ciudad, ubicada más de 900 kilómetros al sur de Santiago. Su nombramien­to generó una dura polémica entre sus feligreses, quienes se radicaliza­ron entre devotos y críticos de Barros, y donde destacó la férrea resistenci­a de la agrupación Laicos de Osorno.

“No hay vencedores ni vencidos. Hemos perdido demasiado como para alegrarnos. No es el Papa el que saca a Barros ni es Barros quien meritoriam­ente da un paso al costado”, declaró a la nacion Juan Carlos Claret, el vocero de la organizaci­ón. “Lo que termina sacando al obispo es la fuerza de la verdad, el asimilamie­nto de que ya no era posible seguir evitando la realidad. Fueron la valentía de las víctimas y la perseveran­cia de la comunidad de Osorno, junto al seguimient­o constante y serio de la prensa, quienes permiten que la injusticia no quede impune”, manifestó Claret.

Marcial Sánchez, experto en historia de la Iglesia chilena, analizó el desenlace. “Cuando el Papa defendió a Barros en su visita a Chile y dijo que no tenía pruebas para inculparlo, los propios feligreses reaccionar­on y esa misma valentía hoy es premiada. Su salida era inevitable y le hizo mucho daño a su diócesis: iba poca gente a sus misas y la gente se alejó de la iglesia de Osorno”.

En reemplazo de Barros, monseñor Jorge Concha Cayuqueo fue nombrado administra­dor apostólico de la Diócesis de Osorno. El franciscan­o, de 60 años y de origen mapuche, entregó un mensaje luego de asumir su función y llamó a “construir vínculos de comunión.

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A. bianchi/ reuters Juan Barros, en enero pasado, durante la visita de Francisco a Chile

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