Presiones, amenazas y aprietes en las vísperas de una sesión clave
Sectores a favor y en contra del aborto instalaron un clima de tensión creciente en la Cámara baja
Francisca, una chica de 12 años, se quedó paralizada cuando, en pleno recreo del colegio, un compañero se le acercó con cara de pocos amigos. “Dicen que tu mamá vota a favor del aborto. Preguntale a tu mamá por qué no te abortó a vos”, le espetó. Pocos días después, Francisca recibió un video anónimo en su cuenta de instagram; se asustó tanto cuando lo vio –su contenido es irreproducible– que le preguntó a su madre, una de las impulsoras de la legalización del aborto, si ella iba a votar una ley para asesinar bebés.
Presiones, amenazas, aprietes, intimidaciones. Una tensión creciente envuelve la Cámara de Diputados en las vísperas de una de sus sesiones más trascendentes, la que definirá sobre la despenalización del aborto en nuestro país. Un asunto que divide aguas en cualquier sociedad donde se lo debata; sin embargo, en este caso, la virulencia del enfrentamiento entre quienes están a favor y en contra alcanzó extremos inéditos, amparados por el anonimato que ofrecen las redes sociales.
Consternados, son varios los legisladores que admiten, en voz baja, que nunca antes sufrieron las presiones que hoy los atosigan. Que lo diga, si no, el diputado Luis Contigiani (Santa Fe): único miembro del Partido Socialista en la Cámara de Diputados, su decisión de votar en contra del proyecto desató tal ola de furia dentro de su partido que algunos de sus compañeros le reclaman que renuncie a su banca.
“Contigiani no responde a la plataforma del partido en un tema tan crucial, sensible y caro a las mujeres socialistas y a la lucha del Partido Socialista como lo es el aborto”, le reprochó la exdiputada y actual ministra de Producción de Santa Fe, Alicia Ciciliani.
Las presiones surtieron efecto: Contigiani renunció ayer al bloque socialista. “No falté a la verdad ni a la ética, defendí lo que tenía que defender”, enfatizó.
“¡Asesino!”
Las redes sociales en sus distintas variantes son las formas más utilizadas por uno y otro sector para “persuadir” a los legisladores.
“Asesino es lo más suave que te dicen”, comenta a la nacion una de las diputadas que votarán a favor del proyecto. “Junto a fotos y videos de fetos descuartizados por abortos te acusan de nazi, de genocida. Es una barbaridad”, advierte.
Del otro lado no se quedan cortos. “Todos los días recibo mensajes en mi correo electrónico diciéndome que soy una asesina, que quiero que sigan muriendo mujeres pobres por aborto. Es un bombardeo constante”, acusa una diputada de Cambiemos contraria al proyecto. “Durante las exposiciones en la comisión, varias proabortistas nos agitaban perchas, ramos de perejil, agujas… como si nosotros fuéramos los responsables de esas muertes por abortos clandestinos”, se quejó.
A medida que se acerca el día de la sesión, las presiones y las intimidaciones van in crescendo. No faltan los golpes bajos, y de ello da fe el diputado Daniel Lipovetzki (Cambiemos). Presidente de la Comisión de Legislación General, Lipovetzki nunca ocultó su postura a favor del proyecto y cree que, por esa razón, sus detractores hicieron circular fotos falsas que lo mostraban en una situación comprometida con una supuesta asesora.
“Fui parte de una campaña sucia, se metieron con mi vida personal con mentiras, dijeron que yo había contratado una persona que nunca fue mi asesora. Lo instalaron en las redes e intentaron viralizarlo”, relató Lipovetzky en FM Millenium.
Pero la peor parte se la llevan los diputados indecisos, aquellos sobre quienes recaerá la suerte de la votación, que hoy se anticipa muy pareja. “recibí amenazas de todo tipo, el arzobispo de Tucumán llegó a nombrarnos (a los diputados por Tucumán) en el tedeum, me despierto con 300 mensajes por día y no está bueno. Pero eso no afecta mi decisión”, asevera el diputado Facundo Garretón (Pro-Tucumán), quien denunció haber recibido, incluso, amenazas de muerte.
“Hace noches que no duermo”, dramatizó otro de los legisladores que todavía no decidieron su voto. En su caso, las presiones no son tanto externas como internas. “Yo tengo una formación religiosa, pero mi mujer y mis dos hijos están a favor del aborto. La verdad, no sé si es un chiste o no cuando me dicen que no vuelva a casa si llegara a votar en contra”, confiesa, afligido.