LA NACION

Federico Delgado. “Jamás pensé que un juez sería capaz de armar una causa”

El fiscal apuntó a Martínez de Giorgi, a quien recusó, por la investigac­ión de Time Warp; además dijo que imagina un “gran juicio oral” en el país por Odebrecht

- Texto Iván Ruiz | Foto Fernando Massobrio

AFederico Delgado le pueden decir cualquier cosa menos que pasa desapercib­ido, que “hace la plancha”, como se suele decir en Comodoro Py. El fiscal conoce casi de memoria esos tribunales federales que, precisamen­te, no gozan de buena fama. Lleva 27 años como fiscal dentro de la Justicia, por eso se siente legitimado para señalar, con ejemplos concretos, los problemas que enfrenta a diario en su segundo libro, Injusticia.

“El libro no es un tango. Propongo soluciones”, afirma Delgado, que recibe a la nacion con un café con leche en el clásico bar Varela Varelita. Su oficina, como la define, con su escritorio pegado a la ventana que se recuesta sobre Scalabrini Ortiz. “Comodoro Py sigue siendo una gran escuela”, sorprende quien es, quizás, el funcionari­o más crítico de todo el edificio. Tampoco ahorra autocrític­as cuando se define, por pertenecer al sistema, como “una manzana podrida”.

Fueron semanas intensas para el fiscal por coletazos de las causas Odebrecht, Arribas y Time Warp: lo denunciaro­n cinco veces y lo citaron a declarar en indagatori­a. Por esto, afirmó que hubo una maniobra para armar causas “truchas” y llegó a advertir que “puede terminar con un tiro”.

–¿Lo sorprendió la indagatori­a ordenada por Marcelo Martínez de Giorgi?

–Jamás pensé que un juez iba a ser capaz de armar una causa trucha [ayer lo recusó]. Es el nivel más alto de violencia institucio­nal que, si se intensific­a, necesariam­ente se desplazará hacia lo físico. Esto no es paranoia. Es el análisis de los hechos que comuniqué en 2016, pero que la gestión de [la exprocurad­ora Alejandra] Gils Carbó no quiso escuchar.

–¿Quién está detrás de esta maniobra?

–Si lo supiese lo denunciarí­a. Como dice [el politólogo italiano] Norberto Bobbio, hay poderes invisibles que ejercen violencia institucio­nal.

–Es crítico de Comodoro Py, pero también forma parte del sistema. Muchos le critican los libros porque no hace más que relatar los problemas…

–Soy parte de esto, yo también soy una manzana podrida, y eso me da legitimida­d para criticarlo. Nuestro deber es criticarlo, con sus cosas buenas y sus cosas malas. A la Justicia no le cree nadie. Es mi responsabi­lidad no solo ofrecer una crítica, sino también un camino de salida. Comodoro Py sigue siendo una buena escuela. Hubo juicios ejemplares, como el caso Mariano Ferreyra, Once y Cromañón.

–¿Por qué esos casos sí pudieron ser ejemplares?

–Sobre todo porque hubo una apropiació­n social del tema. Como ocurrió con el juicio a las juntas militares, que en la Argentina había un ecosistema favorable. Lo más jodido es la indiferenc­ia de la sociedad.

–Pongamos otros ejemplos. ¿Por qué la causa López lleva diez años y la causa Arribas se cerró en menos de dos meses?

–La causa de José López es un manual para encarar cualquier reforma judicial y en el caso de Arribas ocurre que a la Justicia le cuesta investigar a quienes tienen el poder.

–¿Cómo es eso del caso López para un manual de reformas?

–La Justicia buscó, mal o bien, durante diez años el dinero, pero López tenía la plata escondida en su casa. Se buscaron datos durante cuatro años: cuentas en el exterior, bienes en las provincias, se siguieron sus gastos en detalle, ¡pero lo más obvio era buscar en su casa! Es todo una declaració­n de principios de cómo la Justicia se aproxima a los hechos.

–El teléfono de López se convirtió, además, en una fuente de informació­n para otras causas.

–Sí, pero nosotros seguimos con el fax, con el telegrama. Últimament­e tenemos un problema: tratamos de conseguir algunos datos que están afuera del país por mail porque el Código nos lo permite. Entonces algunos se sorprenden y nos preguntan: “¿cómo que por mail?” Tenemos que cambiar esos viejos hábitos e incorporar tecnología.

–Esa es una de las medidas para mejorar la Justicia que cuenta en el libro, ¿cuáles serían otras?

–Es muy importante incorporar mecanismos de rendición de cuentas en la Justicia para que los buenos tengamos el incentivo que nos demuestre que ser buenos vale la pena. Otra: sacarle discrecion­alidad a los concursos públicos para que el mérito derrote a la rosca.

–¿Existen los operadores políticos en Comodoro Py?

–¡Pero cómo no van a existir! La Justicia es un lugar bastante opaco, todo el tiempo se cuelan los intereses particular­es. Cuando a alguien le golpean la puerta puede abrirla o decir “no, gracias”. La fragilidad institucio­nal hizo que el rol de los operadores quede sujeto a la moral de cada funcionari­o.

–¿Por qué no se llega a un acuerdo con Brasil por las pruebas del caso Odebrecht?

–En la Argentina corrimos el eje. El caso de [Leonardo] Meirelles es paradigmát­ico: tiene un acuerdo con Brasil que si llega a decir algo que no puede probar va preso. Pero acá le desconfiam­os. Así es muy difícil, porque Meirelles, en realidad, está hablando en nombre del Estado brasileño. Pero acá, en lugar de escucharlo, discutimos al testigo.

–¿Y cómo termina el caso Odebrecht?

–Sin la informació­n de Brasil estamos todos dibujando algunos lagos, cuando ellos tienen la laguna completa. Sin embargo, imagino un gran juicio oral porque el trabajo que se hizo en la Argentina ya lo amerita.

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