LA NACION

De los dos

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Junio comenzó con una nueva marcha de #NiUnaMenos y por la legalizaci­ón del aborto, y me parece que hay una contradicc­ión, sobre todo de las mujeres embarazada­s. Dicen ni una menos pero quieren abortar, y quizás el ser humano que abortarán sea una mujer. La verdad que no entiendo. Como tampoco entiendo cuando afirman que las mujeres son dueñas de sus cuerpos. Creo que nadie puede negar eso, nunca escuché a nadie poner en duda esa afirmación. Pero con esta afirmación la mujer quiere hacerse dueña absoluta de la persona en gestación. Puede abortar o puede tener el bebé, pero el hombre se transforma en un convidado de piedra después de gestar el nuevo ser. Según lo que se sabe, la ley no contemplar­ía la opinión del hombre, la que decidiría si aborta o no es la mujer. Es decir, si el hombre quiere que nazca y la mujer no, ella aborta y el hombre no puede hacer nada para defender la nueva vida. Pero se da la paradoja de que si el hombre quiere que la mujer aborte y ella no, una vez nacido el bebé, la mujer le puede hacer al hombre un juicio por paternidad y la Justicia le va a ordenar que reconozca a la criatura. Creo que los legislador­es tienen que ser la voz de las personas por nacer y de los hombres, que no son convidados de piedra y estuvieron presentes en la gestación. La responsabi­lidad es tanto del hombre como de la mujer, ninguno es dueño absoluto del bebé, fue una decisión de los dos gestar al nuevo ser. Desde ese momento, la responsabi­lidad es de ambos. Y la ley es responsabi­lidad de los legislador­es.

Marcelo Néstor Canay

DNI 4.174.106

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