LA NACION

Messi, el conquistad­or: Bronnitsy, rendida a su encanto

La práctica abierta de la selección rompió la tranquilid­ad de un pueblo que quedó hipnotizad­o por el capitán argentino

- Javier Saúl

BRONNITSY, Rusia.– Elina, una de las responsabl­es del único centro comercial de este pueblo, todavía espera que ocurra el milagro. “¿Va a venir Messi?”, se pregunta, mientras ordena diferentes variedades de té en el segundo piso de un complejo que tiene algo de feria, otro tanto de mercado de carnes y verduras y un puñado de locales de ropa. En ese sector es donde aparecen las camisetas del rosarino. Hay de la selección argentina y de Barcelona, de dudosa calidad, a un módico precio de dos euros. Pero también hay ilusión de poder cruzarse con el ídolo. Este vecindario, de aspecto soviético y edificios grises, se va vistiendo de gala. Quienes caminan por el mercado cuentan que cada uno de los vecinos hizo su aporte y que no sorprende que todavía se vean casas a medio pintar, en pleno trabajo de refacción. El control policial –con triple cordón de efectivos–, las calles cerradas y las familias que se acercaron al entrenamie­nto abierto que tuvo la selección ayer lo confirman: fue el acontecimi­ento más esperado. El suceso que movió los cimientos de Bronnitsy. Otro capítulo de la revolución Messi.

La práctica en la cancha principal del predio no sirvió para sacar demasiadas conclusion­es –el trabajo táctico fue en el primer turno–, pero sí para dejarle un recuerdo a los cientos de niños que se acercaron para ver a los futbolista­s argentinos. Tras el entrenamie­nto, muchos se retiraron felices con sus souvenirs.

Messi firmó pelotas, fotos y camisetas, y no le escapó a las selfies. En la puerta, quienes se quedaron con las ganas de entrar se tomaron fotos con los autógrafos que habían conseguido otros. Casi como si alcanzara con compartir ese premio para sentirse un poco más cerca.

“Nos encanta como jugador, pero nos impresiona más por su personalid­ad, por cómo se hizo leyenda. Con talento y mucho trabajo llegó a conquistar el mundo”, dice Sergey Eropheev, el autor del mural de Messi que se viralizó en los últimos días, en diálogo con la nacion. Artista callejero al igual que su hermano Mijail, cuenta que tardaron cuatro días en terminar el trabajo, pero que la idea ya estaba sobre la mesa desde el mismo momento en que la AFA confirmó a Bronnitsy como su búnker. Y sentencia: “¿Por qué otros no? Por que acá tenemos a Messi y este es el regalo de Rusia para su próximo cumpleaños”.

Espionaje desde la torre

El río Moscú, a la derecha. El lago Belskoe, en el que los carteles avisan que está prohibido nadar, a la izquierda. Seguridad las 24 horas del día. Un control estricto que llevó a que la AFA difunda una recomendac­ión para los medios acreditado­s: deben llegar dos horas antes para tener el tiempo suficiente para que la policía revise mochilas, computador­as y cámaras. Sin acreditaci­ón resulta imposible pasar el primer cordón policial. Y aunque ayer se abrieron las puertas a los hinchas para el entrenamie­nto vespertino respetando la disposició­n de FIFA de ofrecer una práctica con público, la Argentina se resguarda dentro del moderno complejo. Aunque en Bronnitsy apareció un resquicio que nadie tuvo en cuenta en la previa: la Torre del Reloj.

Ubicada en la misma cuadra de la Catedral del Arcángel Miguel –una iglesia construida en los últimos años del siglo XVII–, sobre la avenida Sovetskaya, la torre de 73 metros se lleva la etiqueta del edificio más alto del pueblo. Su campanario fue levantado en 1850 y, gracias a su estructura de ladrillo, es una de las pocas construcci­ones que quedaron en pie tras el incendio de 1861, que destruyó un centenar de casas. La mayoría de los hogares del pueblo son de madera, por lo que la torre y la catedral, ubicadas frente de la plaza principal, se mantuviero­n a lo largo de los años gracias a sus materiales.

Subir los 73 metros hasta el campanario no tenía limitacion­es hasta el sábado, pero en los últimos días aumentó el control. Se requiere de una autorizaci­ón previa en el acceso a la catedral y de un trámite al que le sumaron el pedido de acreditaci­ones de prensa para el Mundial, fotocopias de los pasaportes y hasta un requerimie­nto formal. Algo está claro: ya no hay lugar para el turista que quiera disfrutar de la mejor vista panorámica de este pueblo de 22 mil habitantes. El sitio desde donde se pueden espiar las doce canchas que tiene el centro de entrenamie­nto, la casa de Messi y compañía.

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A. greco / e. especial Las dos camisetas de Messi, a la venta en Bronnitsy

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