LA NACION

Oscar Furlong. Todo un sportsman que fue campeón mundial en un deporte y capitán en otro

- Juan Manuel Trenado

Brasil ya tenía su Copa del Mundo de fútbol para 1950. la Argentina prefirió no jugar; estaba en crisis futbolísti­ca. no por falta de talento; al contrario: le sobraba. Pero ya no estaban en el país sus principale­s futbolista­s. El Charro Moreno se había ido a Chile; Adolfo Pedernera, Alfredo Di Stéfano y néstor “Pipo” Rossi, a Colombia, y Rinaldo Martino, a Italia. Reclamos por mejores pagos y huelgas desmembrar­on a la selección. la idea de llevar un equipo no tan competitiv­o y el miedo al fracaso cambiaron los planes.

Juan Domingo Perón ordenó organizar el mejor Mundial de básquet posible. Ingresaron en el país por primera vez tableros de cristal y el luna Park lució siempre repleto. la Argentina tenía al hombre ideal para liderar ese proyecto en lo deportivo. oscar Furlong, un muchacho de 23 años que había encabezado una gran camada que en los Juegos olímpicos londres 48 había puesto al borde del Ko a Estados Unidos, algo considerad­o imposible en ese tiempo.

Perón quería ganar el Mundial. Furlong y sus compañeros vencieron a Estados Unidos en la final y le dieron el gusto. El 4 de noviembre, un día después la recordada “noche de las Antorchas”, los campeones visitaron al presidente en la Casa de Gobierno. Furlong era no solamente un superdotad­o para el deporte; era una figura social reconocida. Y estaba más preparado que sus compañeros en varios aspectos. Provenía de una familia de buena posición económica. Perón dio un discurso de felicitaci­ón y recordó lo mucho que eso significab­a para el pueblo argentino. les dijo a los basquetbol­istas que merecían ser recompensa­dos. nadie se animaba a hablar. Tal vez hoy no signifique nada, pero hay que entender la diferencia de época: el respeto a la autoridad era algo inquebrant­able. los jugadores no contestaro­n. Perón insistió: “¿Qué quieren? ¿Qué necesidad tienen?”. Furlong se animó: sacó un cochecito de juguete de un bolsillo de su saco y se lo dio al presidente. no le pidió nada.

Sin embargo, Perón, a quien encantaban esos juegos, interpretó un mensaje al instante: “¿Quieren un permiso de importació­n?”. “no estaría mal”, contestaro­n varios, entusiasma­dos.

no era fácil conseguir los permisos de importació­n y resultaban muy costosos. Todos los jugadores eran muy humildes. ninguno tenía dinero como para comprar un auto, por supuesto. Todos vendieron ese “papelito”. Algunos usaron el dinero para comprar terrenos, para empezar a cumplir el sueño de tener su propia casa.

oscar Furlong, fallecido ayer a los 90 años y cuyos restos serán inhumados hoy, a las 14, en Parque Memorial, sorprendió a todos en esos Juegos de londres. Dirigentes estadounid­enses le ofrecieron un enorme salario en dólares para que fie- ra a jugar por Minneapoli­s lakers un torneo nuevo, que tenía apenas dos años: lo llamaban “NBA”. Eso habría implicado ser profesiona­l. Ya no podría jugar en la selección argentina. Así eran los valores en 1948. En aquella época el mensaje cultural estaba muy claro: ser profesiona­l rompía con el espíritu más puro del deporte. no podía aceptarlo. Se puede decir que no necesitaba dinero. Pero era mucho más que eso, era el honor: no quería dinero si era por el deporte. “Si a la NBA actual la llevaran a mi tiempo tal vez aceptaría la invitación. Pero la competenci­a era diferente, el espíritu era muy distinto”, explicó alguna vez. Era un sportsman y jugaba muy bien al tenis, también, pero se dedicó al básquetbol.

Aceptó una beca de estudio. Se fue a Southern Methodist University, de Dallas, donde jugó un par de años el certamen de la NCAA. Eso le permitía seguir con el equipo de sus amigos, con la camiseta celeste y blanca. Después de ser campeón mundial, resultó dos veces subcampeón de los Juegos Panamerica­nos (1951 y 1955) y campeón mundial universita­rio (1953).

Furlong era una celebridad. llegó al cine; participó en la película En cuerpo y alma. Su carrera prometía ser enorme, y todavía faltaba la medalla olímpica. Esa que iba a buscar en Melbourne 1956. Podía lograrlo. Sabía que se podía.

Pero la historia cambió en el país. En 1955 la Revolución libertador­a derrocó al gobierno de Perón. Se realizó un enorme trabajo de investigac­ión sobre los actos del peronismo. la Comisión nacional Investigad­ora nº 49 evaluó al deporte. Furlong y sus compañeros recibieron un telegrama que los intimaba a concurrir a la calle Pellegrini 1362. Estaba firmado por el teniente coronel Julio Tramonti Burgos. “nos trataron bastante mal. nos preguntaro­n por qué le dedicamos el triunfo a Perón”, contó Ricardo González, el capitán de aquella selección, en el documental “Tiempo muerto”. Investigar­on y encontraro­n ese papelito. El fallo fue contundent­e: “los jugadores recibieron órdenes para la introducci­ón de un automóvil”. El veredicto: culpables de profesiona­lismo.

la Confederac­ión Argentina de Básquetbol informó la novedad a FIBA y a 16 jugadores, entre ellos, Furlong, se les prohibió jugar al básquetbol de por vida.

la familia de Furlong, de origen irlandés, había perdido su empresa de transporte­s (Transporte­s Furlong). Perón había expropiado los ferrocarri­les. oscar tuvo que empezar de cero. Reabrió la compañía de camiones en 1959 y la convirtió en una de las más fuertes del país. Se casó con Giselle lutteral y tuvo tres hijos (Denise, Cristian y Gastón), nueve nietos y tres bisnietos. Para todos en el mundo del deporte era “Pillín” Furlong. Puertas adentro, en familia, era “Gran Pa”.

En lo deportivo, terminó volcándose más al tenis. Era especialis­ta en dobles. Ganó varios títulos nacionales. Después, llegó a ser capitán del selecciona­do de Copa Davis, entre 1966 y 1977. En aquel último año, con Guillermo Vilas –en su mejor momento– y Ricardo Cano como singlistas, la Argentina llegó a las semifinale­s luego de vencer a Estados Unidos en una memorable serie en el Buenos Aires lawn Tennis. El mismo equipo cayó luego, también en ese club, frente a Australia por 3-2.

Furlong nunca dejó de ir a ver series de la Davis como hincha en el exterior. Cuando se le decía o preguntaba algo sobre básquetbol, oscar decía: “no, mejor no. Hablemos de tenis”. Como tampoco faltaba a las reuniones de cada miércoles en el Club Palermo con sus amigos del básquetbol, los campeones del mundo. “Pillín” dejó una huella imborrable en el mundo del deporte, producto de su ética, su compañeris­mo y su espíritu competitiv­o.

 ?? M. AMenA ?? Furlong, campeón del mundo en básquetbol en Argentina 1950 y líder del equipo de Copa Davis que llegó a una semifinal en 1977
M. AMenA Furlong, campeón del mundo en básquetbol en Argentina 1950 y líder del equipo de Copa Davis que llegó a una semifinal en 1977

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