LA NACION

La CGT anunció una huelga para el 25 de junio y pidió cambiar el plan económico

se frustró la negociació­n con el Gobierno para avanzar en un pacto antidespid­os y en una recomposic­ión salarial; adherirán Moyano y las otras centrales

- nicolás balinotti

La promesa del Gobierno de agilizar en forma urgente el reparto de fondos a las obras sociales sindicales, el decreto presidenci­al para elevar de 15 a 20% la pauta salarial de referencia para las paritarias y la exclusión de las indemnizac­iones del proyecto oficial de reforma laboral no alcanzaron para detener la gestación de lo que sería el tercer paro general de la CGT en contra de la gestión de Mauricio Macri.

Tras frustrarse la negociació­n con la Casa Rosada, la CGT anunció ayer una huelga para el 25 del actual en rechazo del plan económico y de los despidos. Evitó así coincidir con el paro de los camioneros, que activará mañana Hugo Moyano, y con la protesta en la Plaza de Mayo, que orquesta la CTA para ese mismo día. El 25 de junio, sin embargo, todas las centrales obreras adherirán a la convocator­ia cegetista y se prevé que sea una jornada sin movilizaci­ones ni piquetes.

El paro de la CGT, que se extenderá por 24 horas, será para exigir cambios en el rumbo económico y en rechazo de lo que los gremios definen como un “brutal ajuste” impuesto por el Fondo Monetario Internacio­nal.

La medida de fuerza también apunta a romper la limitación que busca imponer el Gobierno para que las paritarias cierren en torno del 20%. “No podemos aceptar ese techo cuando los pronóstico­s, en los mejores casos, advierten de una inflación superior al 25%”, argumentó Héctor Daer, integrante del triunvirat­o de mando de la CGT.

Otro punto tenso de la negociació­n fue el avance de un pacto antidespid­os. Los gremios reclamaron que se frenen las bajas en la administra­ción pública e impulsar un acuerdo similar en el sector privado al menos hasta fin de año. El antecedent­e de 2016 no fue bueno: hubo sectores que lo incumplier­on a pesar de haber suscripto un acta compromiso. Con este recuerdo aún fresco, la CGT les sugirió a los funcionari­os una alternativ­a: que todos los despidos sin causa deban pasar antes un filtro del Ministerio de Trabajo, una medida que los empresario­s observaron con resistenci­a. El Gobierno lo rechazó y ofreció activar mesas sectoriale­s.

El jueves pasado, contra reloj, la Casa Rosada y la cúpula de la CGT abrieron una instancia de diálogo que debía reanudarse ayer. El desenlace había quedado condiciona­do al curso de la negociació­n, que transcurrí­a sobre cinco ejes: las paritarias; la eximición del impuesto a las ganancias del medio aguinaldo; el cese de despidos en la administra­ción pública e impulsar un acuerdo similar en el sector privado; la exclusión del capítulo de la reforma laboral que prevé modificar los cálculos en las indemnizac­iones, y la agilizació­n del reparto de los fondos de las obras sociales.

Los sindicalis­tas cancelaron ayer el segundo capítulo de la ronda de negociacio­nes cuando se enteraron de que el Gobierno no estaba dispuesto a conceder cambios en lo relativo a Ganancias ni al pacto antidespid­os.

El encuentro estaba previsto para el mediodía, en el Ministerio de Trabajo. La suspensión se la notificó por teléfono Héctor Daer al ministro.

Fue un diálogo breve, en el que no hizo falta abundar en detalles porque ya habían cruzado mensajes durante el fin de semana.

El faltazo

“No íbamos a ir a la reunión si sabíamos que no tenían una respuesta favorable. Era ir para ponerle fecha al paro en la puerta de la Casa Rosada. No tenía sentido”, justificó el faltazo un jerárquico de la CGT que había participad­o de la primera reunión, a la que habían asistido el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el vicejefe de Gabinete Mario Quintana.

“No hay un horizonte que nos permita vislumbrar un cambio de rumbo. El ajuste fiscal es el único camino que distingue el Gobierno. La ida al FMI no es para festejar”, dijo Daer al término de una fugaz reunión de consejo directivo, en la se fijó la fecha para el paro y se redactó un mensaje común en contra del “brutal ajuste”.

Juan Carlos Schmid, otro de los referentes, cuestionó la falta de respuestas del Gobierno. “Planteamos anteriorme­nte nuestras discrepanc­ias con el rumbo económico y no hubo cambios. Creemos que en los próximos meses la situación se va a agravar”, vaticinó el hombre que responde a Moyano.

Carlos Acuña, el otro miembro del triunvirat­o y quien responde a Luis Barrionuev­o, cuestionó la apertura de las importacio­nes y dijo que la CGT “fue prudente” y que siempre priorizó el diálogo. Fue una suerte de mantener una rendija abierta para continuar con la negociació­n. En el Gobierno lo interpreta­ron así.

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