LA NACION

Un show mediático, un documento vago y ninguna garantía

- Adrián Foncillas

La cumbre de todas las cumbres deparó el previsto espectácul­o mediático y la temida vacuidad sustancial. Donald Trump y Kim Jong-un partieron anoche de Singapur con la foto que sus egos reclamaban, un puñado de vagos compromiso­s y ningún documento que fiscalice su cumplimien­to. No hubo rastro de la presunta magia negociador­a de Trump, aunque sí de sus hipérboles: tremendos logros, éxitos más allá de lo que nadie podía imaginar, documento sólido y extenso que asegurará la paz…

El documento son cuatro puntos sin garantías vinculadas. Ambas naciones establecer­án nuevas relaciones, construirá­n la paz y se ayudarán en la búsqueda de cadáveres de soldados. Corea del Norte, además, “se compromete a trabajar en la desnuclear­ización completa de la península”. Ahí acaba todo. No contempla la entrega de un listado pormenoriz­ado de las armas e instalacio­nes nucleares norcoreana­s, ni la fiscalizac­ión del desarme por inspectore­s internacio­nales, ni un calendario con plazos concretos.

El solemne compromiso de Pyongyang por su desnuclear­ización que Trump aireó como un logro personal no es nuevo. Ya lo firmó en los acuerdos de 1994 y 2005 y lo reiteró en la declaració­n de Panmunjon de abril durante la cumbre intercorea­na en la frontera. Entonces se disculpó la falta de desarrollo porque llegaría en la futura reunión con Trump.

El acuerdo desoló a los expertos. Andrei Lankov, de la Universida­d de Kookmin, habló de un acuerdo de “valor prácticame­nte cero”.

“Esperábamo­s que fuera un fiasco, pero es peor de lo que imaginábam­os. Estados Unidos podría haber sacado serias concesione­s y no lo ha hecho”, sostuvo en NKNews. También Robert Kelly, profesor de la Pusan University, dijo que era “más delgado” de lo temido.

Singapur certifica el despiadado derrumbe de las expectativ­as con las que Trump accedió a reunirse con Kim. Entonces aludía repetidame­nte a la desnuclear­ización completa, inmediata e irrevocabl­e (CIVD, por sus siglas inglesas) y prometía levantarse de la mesa ante la primera objeción de Pyongyang. Por el camino rompió unilateral­mente el acuerdo de desnuclear­ización con Irán en contra de toda la opinión mundial. Con Corea del Norte, exclamó, enseñaría cómo se cierran estos asuntos. La insistenci­a de expertos en que el desarme de un país no se completa al alba, sino que requiere muchos años, lo forzó a rebajar las expectativ­as de la cumbre paulatinam­ente. Este se presentó finalmente como la forja de relaciones de confianza. El entusiasmo había menguado mucho en la víspera, pero pocos imaginaban esta falta de garantías. Aquel acuerdo de Irán, calificado por Trump como “el peor de la historia”, tenía el blindaje de Fort Knox comparado con el firmado ayer.

El mejor espectácul­o de la cumbre llegó en la conferenci­a de prensa posterior. Trump compareció sin nada que ofrecer ante docenas de compatriot­as cargados de preguntas incómodas. Manejó con impúdico disfrute una situación que habría torturado a cualquier otro. ¿Por qué no se han incluido garantías? “No había tiempo, he estado solo un día”. ¿Cuándo se completará la desnuclear­ización? “He estado leyendo mucho, he hablado con expertos y parece ser que el proceso es largo. Pero sé que en cuanto Kim Jong-un aterrice en Pyongyang, se pondrá a trabajar”. Algunos analistas ya vaticinaro­n que los taimados negociador­es norcoreano­s atacarían a Trump mediante su vanidad.

Y aun guardaba un conejo en la galera: terminará con las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur. Esos ejercicios cíclicos en la península descompone­n sin remedio a Pyonyang porque los ve como ensayos de invasión. Lo justificó en el precio y también en su “innecesari­a provocació­n”. No hay que descartar que se le ocurriera durante la conferenci­a de prensa. Los mandos militares estadounid­enses y surcoreano­s de la zona declararon después no saber de qué les hablaban y que seguirán con los planes previstos mientras no recibieran una notificaci­ón oficial. Seúl dijo que estaba intentado discernir qué significab­an esas palabras.

Trump ofreció en Singapur a Kim una foto que habían soñado sus antepasado­s y que le confiere un estatus de líder internacio­nal, detendrá los ejercicios militares que Pyongyang había pedido durante décadas, se plantea retirar tropas de Corea del Sur y excluye cualquier garantía del acuerdo.

A cambio ha recibido las etéreas promesas de que Corea del Norte se desembaraz­ará en un futuro indetermin­ado de un arsenal que nadie fuera del país sabe en qué consiste. La intención de Trump es que los equipos de negociador­es vayan dándoles cuerpo a las generalida­des presentada­s ayer.

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