LA NACION

El presidente, un fiel reflejo del país que controla desde hace 18 años

Putin, que en marzo fue reelecto hasta 2024, tomó el control de los medios y desmanteló a la oposición

- Sebastián Fest ENVIADO ESPECIAL

MOSCÚ.– Hay lujos que se da Vladimir Putin que la inmensa mayoría de sus pares no se atreverían ni siquiera a soñar. ¿O cómo definir lo que hizo la semana pasada, cuatro horas y media de entrevista televisiva en vivo respondien­do preguntas de ciudadanos de todo el país?

Se recibieron dos millones de preguntas y contestó 73. Salió indemne, en buena parte porque la selección de temas apuntó a quitar de en medio los más incómodos, pero también porque el jefe de Estado ruso está muy confiado: viene de ganar hace tres meses las elecciones con un 76% de los votos y la oposición fue desmantela­da. Ni el envenenami­ento de exespías, ni la situación en Siria, ni el inesperado romance entre Donald Trump y Kim Jong-un terminan de alterarlo. Llegó incluso a hablar de una Tercera Guerra Mundial y a recordar aquella frase de Albert Einstein de que en una eventual Cuarta Guerra se peleará con piedras y palos.

Tras la figura de Putin y sus entrevista­dores, las pantallas gigantes exhibían lanzamient­os de misiles, estaciones espaciales y poderosas explosione­s. En una entrevista similar en la Argentina, las pantallas mostrarían la factura de la luz, las cifras de la insegurida­d y la inflación. La Rusia de Putin, para bien y para mal, maneja otros asuntos. Uno de ellos es provocar a Europa, y muy especialme­nte a Alemania.

“Una importante revista alemana escribió recienteme­nte que Trump está arrojando a Europa a los brazos de Putin. Suena muy gracioso, porque antes decían que Rusia había influido en las elecciones presidenci­ales norteameri­canas”, ironizó el presidente.

Con todo el gobierno escuchándo­lo paciente y atentament­e en los estudios de televisión y los gobernador­es aterroriza­dos de que los expusiera en vivo ante la queja de algún ciudadano –cosa que, en efecto, sucedió–, Putin no deja de ser fiel reflejo del país que controla desde 2000 y que gobernará por seis años más. Si Putin es el jefe de Estado más pétreo entre todas las potencias es también porque Rusia es así, porque el país se gobierna desde una fortaleza. Eso es el Kremlin, un recinto bellísimo que alberga edificios extraordin­arios, pero rodeado de un doble paredón de piedra y un foso. Una fortaleza precedida por un mausoleo en el que descansa el cuerpo momificado de un héroe nacional. Un lugar tan duro como el inquilino de larga data que lo habita.

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