LA NACION

Llorens es el nuevo juez de la Cámara más sensible para el poder

renovación. Fue designado por Macri como camarista federal porteño

- Paz Rodríguez Niell

Mariano Llorens juró ayer como juez de la Cámara Federal porteña, un tribunal clave, el encargado de decidir sobre los casos de corrupción que involucran a los funcionari­os nacionales.

Llorens hizo toda la carrera en los tribunales. Entró a los 18, como meritorio, y este será su primer cargo de juez. Hasta ayer era secretario del Tribunal Oral Criminal N° 26.

Le tomó juramento el presidente de la Cámara, Martín Irurzun, en el auditorio del subsuelo de Comodoro Py 2002, en un acto del que participar­on casi todos los jueces de primera instancia del edificio, cuatro camaristas de la Casación, fiscales y los referentes de la Asociación de Magistrado­s, la más representa­tiva de las agrupacion­es de jueces.

El concurso para camarista que ganó Llorens se inició hace diez años, para cubrir la vacante que dejó la renuncia de Gabriel Cavallo. El Consejo de la Magistratu­ra, con mayoría oficialist­a, incluyó el año pasado a Llorens en la terna de postulante­s a ocupar el cargo y Mauricio Macri lo eligió.

De perfil bajo, Llorens era el candidato de la “mesa judicial” del Presidente. Lo apoyaba un amplio espectro de asesores: desde el ministro de Justicia, Germán Garavano, hasta el presidente de Boca y operador en las sombras, Daniel Angelici.

Hace varios años, el kirchneris­mo –por entonces el bloque más poderoso del Consejo– también había considerad­o la posibilida­d de impulsarlo para el cargo, pero no avanzó. Entonces computaban a su favor que el flamante camarista es primo de Rafael Llorens, exsubsecre­tario legal del Ministerio de Planificac­ión y hombre de confianza de Julio De Vido. “Hace tiempo que no lo veo, es mi primo, el hijo del hermano de mi padre, pero no tengo contacto con él desde hace tiempo”, dijo Mariano Llorens a la nacion el año pasado.

La Cámara Federal a la que ayer se incorporó es un tribunal clave porque revisa las decisiones más importante­s de los doce jueces de Comodoro Py, que concentran las principale­s causas de corrupción.

Es un tribunal que está en pleno proceso de renovación. Tiene tres de los seis cargos todavía vacantes.

Este año, el Gobierno consiguió que dejaran la Cámara Jorge Ballestero (renunció) y Eduardo Farah (lo trasladaro­n), ambos muy cuestionad­os por el oficialism­o (y acusados públicamen­te por el presidente Macri) por haber liberado a Cristóbal López. Ahora, el oficialism­o avanza en el diseño de una nueva Cámara.

Es un tribunal formado por dos salas de tres jueces cada una. La Sala II cuenta hoy con un solo integrante: Irurzun, que tiene más de 20 años en el tribunal y es su presidente. Es el autor de la “doctrina Irurzun”, que sirvió de fundamento para muchas de las prisiones preventiva­s de exfunciona­rios kirchneris­tas dispuestas en los últimos tiempos. La Sala I, a la que ayer se incorporó Llorens, tenía también un único integrante: Leopoldo Bruglia. Él no había concursado para este cargo, era juez de un tribunal oral federal. Su traslado definitivo a Comodoro Py lo firmó Macri hace dos meses.

Bruglia (de licencia) no estuvo en la jura de ayer. En el estrado, junto con Llorens, estaban Irurzun, que le tomó juramento; la consejera de la Magistratu­ra Adriana Donato, y los jueces de la Cámara de Casación –máximo tribunal penal– Mariano Borinsky, Ángela Ledesma, Eduardo Riggi y Gustavo Hornos.

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Cij Llorens jura frente a Irurzun, titular de la Cámara

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