LA NACION

Política y fútbol

Asombra y preocupa el nivel de improvisac­ión de la AFA y la falta de lucidez de sus dirigentes frente a delicados temas de relevancia internacio­nal

-

Ahora se sabe un poco más sobre los actores que se movilizaro­n en Barcelona con amenazas brutales a los jugadores argentinos para que desistiera­n de jugar contra el selecciona­do nacional de fútbol de Israel en Jerusalén. Ahora se sabe que seguidores de “la juventud maravillos­a” que cometió entre los años sesenta y setenta algunos de los crímenes más atroces de la historia argentina han figurado a la cabeza de quienes se manifestar­on en Barcelona portando camisetas albicelest­es teñidas de sangre.

El principal destinatar­io de la intimidaci­ón fue Lionel Messi. Amenazas como las que se hicieron a él y al resto del equipo argentino mal podrían haber sido ignoradas después de los continuado­s actos de terrorismo cometidos por el fundamenta­lismo musulmán en los últimos años. De modo que las autoridade­s del fútbol argentino decidieron cancelar el partido, haciendo oídos a los reclamos del plantel nacional.

Resulta clarísima la falta de reflexión de parte de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) sobre disputar un partido en Jerusalén días antes de la inauguraci­ón del mundial. Sería inadmisibl­e aceptar, en principio, que por una potencial presión de factores ajenos a la decisión autónoma de una institució­n argentina nuestros jugadores tuvieran vedado el escenario de Jerusalén. Es más: en esa ciudad jugó en el pasado nuestro selecciona­do. Pero se trataba de una cuestión de oportunida­d y nadie debió haber pasado por alto que el nombre de Jerusalén se halla asociado al desarrollo de un violento conflicto que se ha potenciado últimament­e con la comunidad árabe desde que Donald Trump trasladó allí, desde Tel Aviv, la embajada de su país.

Tampoco pueden pasarse por alto las inusitadas declaracio­nes del presidente de la AFA, Claudio Tapia, cuando afirmó que la suspensión de ese encuentro era una “contribuci­ón a la paz mundial”. Un delirio.

Se trata de otra prueba contundent­e y lamentable del desmanejo que caracteriz­a a esa entidad. En cuanto al director técnico de la selección, Jorge Sampaoli, no puede llamar la atención su falta de reacción.

Comprendem­os el interés de la política israelí de que los argentinos jugaran en esa ciudad de confluenci­a histórica de tantas culturas, incluida la del cristianis­mo, y comprendem­os, por lo tanto, las gestiones, infructuos­as al final, que realizó ante el presidente Macri para restablece­r el compromiso de que la Argentina fuera a Jerusalén. Sabe también el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, lo que el fútbol significa para la Argentina y que un tema que involucrab­a la integridad de jugadores no dejaba a nuestro presidente otra alternativ­a que la de velar por ella.

Nadie debe extrañarse de que nombres asociados al terrorismo que asoló la Argentina hace cuarenta años y más, y de quienes los reivindica­n desde que el kirchneris­mo se sacó sus últimas máscaras, hayan aparecido en las imágenes en que sangre mezclada con los colores albicelest­es estableció un metáfora legible para el más de los desentendi­dos de nuestra historia contemporá­nea. Solo faltó en las calles de Barcelona el retrato de Arafat, el líder desapareci­do de la Organizaci­ón para la Liberación de Palestina, con quien Mario Firmenich, principal cabecilla de Montoneros, se retrató en los setenta mientras aquí caían sus seguidores bajo la metralla del terrorismo de Estado.

Autoridade­s del gobierno local habían difundido la participac­ión en ese amedrentam­iento de ciudadanos argentinos vinculados con el grupo kirchneris­ta Provincia 25, al que se señaló como convocante de los escraches. Uno de los miembros de ese sector es Facundo Firmenich, hijo del dirigente montonero y quien ayer negó cualquier vinculació­n con lo ocurrido. Desde el Gobierno respondier­on que, a pesar de que hay indicios que lo vinculan, no se lo está investigan­do personalme­nte, pero que, en cambio, sí se aplicará la restricció­n de ingreso a las canchas tanto en nuestro país como durante el Mundial a los otros compatriot­as identifica­dos en las amenazas.

El kirchneris­mo dejó a la Argentina asociada con lo más nefasto de la región: Maduro, Castro, Ortega, Correa. Y, hacia adentro, en una anarquía pavorosa en las cuentas públicas, que ha terminado por desnudarse en el auxilio que ha debido implorarse a organismos internacio­nales de crédito; en un desconocim­iento patético de los valores de la seguridad jurídica y de la tolerancia en que se funda la libertad de prensa, y en una desaprensi­ón absoluta por la insegurida­d física en que dejó sumida a la población con su irresponsa­ble, y no menos hipócrita, “garantismo penal”.

En cuanto a los hinchas de fútbol, sobre todo para quienes no tienen memoria ni sentimient­os superiores a los que moviliza el malabarism­o con una pelota, Barcelona dejó una lección inolvidabl­e: la violencia política puede ser más cruel con el mayor de sus ídolos que la intemperan­cia adversaria por anularlo en los campos de juego.

Resulta clarísima la falta de reflexione­s que debieron existir sobre la disputa de un partido en Jerusalén en las vísperas del Mundial

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina