Lo que falta
Así como el poeta Baudelaire caminaba París y buscaba en los rincones el azar de la rima, el fotógrafo –todo fotógrafo– generaliza esa aventura, aunque sin renunciar a su núcleo más secreto: el azar. ¿Cuántas veces, en la rambla de Montevideo, habrá alguien con zapatos de un amarillo casi áureo? Muy pocas. Pero en la fotografía el que encuentra no es el que busca, sino el que espera. Y si espera es, además, porque ya sabe qué es aquello que quiere encontrar. El que espera siempre espera algo. Mientras contemplaba la vista del Río de la Plata desde la otra orilla, el fotógrafo esperaba otra cosa, lo de siempre en la calle y en él: la irrupción de un cuerpo incompleto, se diría mutilado (esos pies dorados asomados al agua), que perturba la condición serena de lo visto. Pero todo podría pensarse al revés: acaso el artista persigue un cuerpo completo, una totalidad, que nunca termina de encontrar.