LA NACION

Mundial tripartito y extra large: la FIFA impulsa una nueva era

La triple candidatur­a de Estados Unidos, Canadá y México es amplia favorita para ganar hoy la votación que otorga la sede del Mundial 2026, con 48 equipos; Qatar compartirí­a la Copa del 2022 con Bahrein y Emiratos Árabes

- Sebastián Fest

MOSCÚ.– ¿El Mundial a Estados Unidos? Eso es no saber nada de fútbol… ¿Un Mundial en dos países? Disculpe, ¿me está hablando en serio?

Más allá de su aspecto temible y su trato altanero, Joao Havelange era un innovador. Y si alguien aún no lo cree, la FIFA despejará hoy cualquier duda que quede. El brasileño llevó el Mundial a Estados Unidos en 1994, cuando la primera potencia mundial era un enano de jardín futbolísti­co. Y le dejó de presente griego a Joseph Blatter el primer Mundial en dos países, el de Corea del Sur y Japón en 2002.

Un par de décadas más tarde todo eso parecerá poco cuando se oficialice la madre de todas las audacias, el primer Mundial celebrado en forma simultánea en tres países, el de Estados Unidos, Canadá y México 2026. Y el primero con 48 equipos.

Otro planeta, nada que ver con lo que eran los Mundiales hasta fines de los ’70, cuando los disputaban apenas 16 países.

Hay un formalismo aún para que el Mundial norteameri­cano se haga realidad, y es que hoy las 207 federacion­es miembro de la FIFA elijan entre la candidatur­a tripartita o la oferta de Marruecos, abonado tan habitual como fracasado en las disputas por la sede de la Copa del Mundo. Pero ningún peso pesado de la FIFA cree que el país norteafric­ano tenga posibilida­d alguna. Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, lo dijo con diplomacia: “Creemos que Canadá, Estados Unidos y México tienen más chances que Marruecos de ser sede del Mundial 2026”.

¿Qué ofrece la “candidatur­a unida” norteameri­cana? Ingresos por 14.300 millones de dólares, casi el doble que Marruecos, que alega que su proximidad a Europa es una ventaja. Pero la FIFA encontrará una razón valedera en la endeble infraestru­ctura marroquí –debería construir nueve estadios y decenas de hoteles– para optar por la propuesta que lidera Estados Unidos. Al fin y al cabo los Mundiales de fútbol son su principal fuente de financiaci­ón.

Está claro: va a ganar la candidatur­a encabezada por Estados Unidos, lo que implicaría cerrar, 37 meses después, un círculo que comenzó en mayo de 2015 con el FIFAgate. Aquella vez, la justicia estadounid­ense –y casi podría decirse el gobierno de Barack Obama, porque intervino la fiscal general, que es en los hechos la ministra de Justicia– se metió de lleno a investigar qué había sucedido el 2 de diciembre de 2010, cuando el comité ejecutivo de la FIFA le entregó en el mismo día la sede de 2018 a Rusia y la de 2022 a Qatar. Además de terminar con toda la cúpula del fútbol presa –excepto Blatter, que sigue libre, y Julio Grondona, que murió-, aquel terremoto se tragó el formato de elección en círculo cerrado. Ya no son 24 privilegia­dos los que deciden, sino 207 países, aunque el representa­nte de Kosovo no está en Moscú, por lo que votarán 206. Y vale lo mismo el voto de Argentina, Brasil y Alemania que el de Vanuatú, San Marino y las Islas Mauricio. Un voto que ya no es secreto, lo que llevó al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, a lanzar una de sus habituales bravuconad­as. “Estados Unidos ha armado una candidatur­a FUERTE con Canadá y México para la Copa del Mundo 2026. Sería una vergüenza que países a los que siempre apoyamos fueran a hacer lobby contra la candidatur­a de Estados Unidos”, escribió en Twitter el 27 de abril. “¿Por qué deberíamos apoyar a esos países si no nos apoyan a nosotros (incluido en las Naciones Unidas)?”, añadió. Tres días después de ese tweet puso en un momento incómodo a Muhammadu Buhari, presidente de Nigeria, durante una conferenci­a de prensa en los jardines de la Casa Blanca: “Espero que todos los países africanos y los países a lo largo del mundo a los que apoyamos nos respalden a nosotros también en nuestra candidatur­a con Canadá y México para la Copa del Mundo de 2026. Vamos a estar observando muy de cerca”.

El interés de Trump por contar los votos y saber quiénes quién tiene sentido, porque el 2026 será un Mundial (y un negocio) estadounid­ense en casi su totalidad. Está previsto que se disputen 60 partidos en Estados Unidos, 10 en Canadá y 10 en México. A la Argentina le convendría que gane Marruecos, porque está embarcada en su propio proceso de candidatur­a, la que comparte con Uruguay y Paraguay por 2030. Si se impusiera Marruecos se despejaría el problema de convencer a la FIFA de celebrar dos Mundiales consecutiv­os en el mismo continente, aunque se trate de diferentes confederac­iones. Pero va a ganar Norteaméri­ca. Y hay un problema mayor, la certeza de que Inglaterra luchará por ser sede dentro de 12 años. “Que el Mundial vuelve cien años después donde todo empezó es atractivo, pero si Inglaterra se presenta vamos a apoyarla”. La frase a la nacion no deja de ser una obviedad, porque es del presidente de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin. Si ganara dentro de unos años la sede de 2030, Inglaterra cerraría el mismo círculo que Estados Unidos, porque en aquel explosivo diciembre de 2010 obtuvo un solo voto –el de su propio representa­nte- y se vio aplastada por Rusia en su lucha por el 2018. Y la cosa no queda ahí: la FIFA está evaluando llevar Qatar 2022 a 48 equipos y sumar a Emiratos Árabes y Bahréin como organizado­res. El Mundial tripartito está más cerca de lo que parece.

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Sergei Karpuh / reuterS El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, anunciará hoy la sede del Mundial 2026, que se decidirá hoy en el congreso de la FIFA en Moscú

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