LA NACION

Un nUEvo Grillo RenOvaRse a LOs 25 paRa ReLanzaR La caRReRa

Ansioso y sobreexigi­do en un 2017 de retroceso, el chaqueño decidió cambiar: trabajó con Hernán Rey para recalibrar su técnica, dejó de lado presiones y valora su entorno cotidiano

- Texto Gastón Saiz | Foto Michael Reaves / AFP

Debía cambiar. Sí o sí. Lejos estaba de haberse hundido en un pozo, pero sabía que si no revisaba esas alertas del cuerpo y de la mente, el destino más probable era el derrumbe deportivo. Hoy, Emiliano Grillo lustra los palos para participar en el US Open, que comenzará este jueves en Shinnecock Hills, Southampto­n, Nueva York. Hasta hace un par de meses estaba fuera del segundo major del año, pero tocó las teclas necesarias para reposicion­arse como golfista luego de aceptar una amplia estrategia de calibració­n.

En el golf, las estadístic­as sirven para esclarecer buena parte del rendimient­o de un jugador. Los números le daban un balance negativo al chaqueño, empezando por el ranking: había terminado 25º en 2016 y el año pasado descendió al 73er lugar. Había logrado un gran impacto al triunfar en la temporada 2015/2016 en Napa, California, cuando obtuvo una victoria en el PGA Tour en su primer torneo como miembro de la gira. Tenía apenas 23 años. Sin embargo, el paso del tiempo, la presión de ser visto desde afuera como una incipiente figura y varios vicios que fue adquiriend­o en su técnica empastaron la máquina, más allá de varios puntos altos a lo largo de estos tres últimos años.

Su ansiedad y su sobreexige­ncia no ayudaron en nada a su progreso. En el Abierto Británico del año pasado, en el que no superó el corte y terminó jugando “pésimo” –tal su diagnóstic­o–, reconocía a la nacion: “Tengo que ser un poco más paciente, relajado, y así esperar los resultados, no correr detrás de ellos”. Aun consciente de que esas urgencias estaban confundien­do su cabeza, no lograba revertir su difusa realidad. Y cuando quedó eliminado prematuram­ente del PGA Championsh­ip 2017 supo que debía torcer definitiva­mente el rumbo para no diluirse en el circuito.

Fue durante ese certamen cuando el manager de Grillo recurrió al coach Hernán Rey para conseguir la clasificac­ión para disputar la Presidents Cup (enfrenta al equipo Internacio­nal y Estados Unidos), un objetivo que terminó cumpliéndo­se y que devolvió una muy buena experienci­a, más allá de la derrota en conjunto. Se puede decir que fue entonces, en esa alianza con el exjugador del Tour Europeo, cuando comenzó la transforma­ción del rubio de Chaco Golf Club, que en esta temporada ostenta dos terceros puestos (Houston Open y Fort Worth Invitation­al), cinco top 10 y ocho top 25. Además, apenas falló un corte de 17, el de Nueva Orleáns, en pareja con Peter Uilhlein. Ahora, la solidez y el aplomo en la cancha son su marca registrada.

¿Por dónde empezó la reformulac­ión del juego? Hubo que ir a fondo con su deficiente prestación en el green, que le estropeaba muchas tarjetas. Básicament­e, era inconsiste­nte en el control de velocidad de los putts y a la hora de encuadrar la cara del putter. El plano en el que se movía ese palo no era el ideal y el chaqueño también cometía el error de desacelera­r al momento de tirar. Grillo y Rey se aplicaron entonces en un profundo estudio en el que midieron putts de diferentes distancias y analizaron técnicas para ver cuál de ellas entregaba mayor consistenc­ia. En cuanto Emiliano puso la mano izquierda debajo de la derecha y cambió el grip, renació la precisión y volvió el toque justo. Pero antes, también, hubo que reacomodar sus pies, porque los tenía excesivame­nte rotados hacia el objetivo. Ese ajuste permitió mejorar la posición en el address. Estas variantes le dieron un mejor plano y una mayor solidez a su golpe, la recompensa más buscada en este hábito de repetir con éxito una rutina y conservar un alto porcentaje de efectivida­d.

Grillo asimiló rápido los cambios, basado tanto en la sensible mejora que detectó en sus estadístic­as –eran malas– como en la percepción de sí mismo sobre el green. Ya sin achacarse defectos, empezó a verse por fin como un buen jugador de putt. Y con la técnica dominada se nutrió de confianza, un dividendo que se observó en los últimos torneos. No se llevó el título en Houston o en el Colonial porque Ian Poulter y Justin Rose se embalaron de manera notable en los respectivo­s torneos, pero el chaqueño hizo su parte y siempre merodeó la cima del leaderboar­d.

Hubo que atender otras cuestiones en la técnica del swing, pero no se trató de un cambio de motor como el del juego sobre el green, sino apenas de alineación y balanceo. Rey notó que Grillo intentaba jugar con fade (efecto de la pelota de izquierda a derecha) y en varias ocasiones le salía con draw (de derecha a izquierda) con todos los palos, una trayectori­a de pelota que le molesta al chaqueño. Entonces corrigió el ángulo, con la precaución de seguir manteniend­o a raya estas malas tendencias al momento de pegar. Y también en esa faceta del juego terminó fortalecié­ndose, aunque la mejora no fue tan notoria como la de cerca de la bandera, porque no había tanto por corregir. Hasta allí, lo relacionad­o con la mecánica del golpe. Pero a la par, la psicología.

“Siempre digo que el deportista es inseparabl­e de la persona”, opina Rey. En ese equilibrio entre los pensamient­os en el campo y fuera de él, se hurgó en la cabeza del jugador para reordenar diversos puntos. Su mirada en el espejo retrovisor le generaba bronca y alguna dosis de frustració­n; hacia adelante, mucha ansiedad a la espera de mejores resultados. Pues ni una cosa ni la otra: el objetivo consistió en focalizars­e en el proceso y disfrutar del trabajo del día por día para que la ansiedad se evaporara. Fundamenta­lmente, hacer un esfuerzo para situarse en el presente siguiendo un camino con felicidad. Con 25 años, Emiliano no tiene problema económico alguno, hace lo que le gusta, tiene una mujer (Macarena) que lo ama y está rodeado por un montón de amigos. Cuando recuperó esa perspectiv­a archivada en algún lugar de su mente encontró un nuevo empuje, empezó a sentirse más contento y a querer lo mejor de sí, pero a la vez entendiend­o que las cosas más importante­s de su vida, esos pilares, ya estaban en orden.

En tren de una oxigenació­n mental, Grillo corre con una ventaja porque maneja muy bien los tiempos de descanso. Sabe desenchufa­rse en el momento preciso. Cuando los calendario­s del PGA Tour y el Tour Europeo se lo permiten, le gusta dormir mucho, sin horarios y sin despertado­r. Si dispone de dos semanas antes de un torneo usa solo una para practicar. Y después, la pesca, un hábito clave para su distracció­n, que despunta en una laguna de Palmetto, donde reside en el estado de Florida. “Es un hobbie que tengo desde hace mucho. Me despeja, me permite ocupar la cabeza en otras cosas. El día en que me paguen más por pescar que por jugar al golf, creo que voy a pensarlo un poco”, comenta.

Ahora, le queda seguir progresand­o en esta versión recargada de su talento, con lo difícil que es el desafío de brillar entre tantas estrellas del golf, en una gira que no perdona una sucesión de tropiezos. Sin ánimos de embalarse ni de examinarse más de la cuenta –una lección que ya aprendió–, se reconoce ganando en los próximos años el Masters, el torneo grande que más le gusta, por lo cómodo que se sintió en el campo de Augusta National. Sabe que si pega recto como acostumbra y al mismo tiempo emboca, es gran candidato para cualquier cita mayor. Incluso en el Open, porque su pelota tiene una trayectori­a baja.

En definitiva: se trata de aguardar por esa semana mágica en la que se alcanza el máximo rendimient­o, ya que su actualidad y su naturaleza de jugador no le imponen limitacion­es. Su posición en la FedEx Cup le hace un guiño (figura 29º) y el US Open es una estación más que atractiva como para dar un nuevo paso en esta reconstruc­ción interna y externa.

“Tengo que ser más pacienTe, relajado, y así esperar los resulTados, no correr deTrás de ellos”. “la pesca me despeja, me permiTe ocupar la cabeza en oTras cosas. el día en que me paguen más por pescar que por jugar al golf, voy a pensarlo un poco”. Emiliano Grillo golfista argentino

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el juego en el green fue lo más reformado por Grillo: modificó el grip, la posición de los pies y la velocidad y la inclinació­n del palo

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