LA NACION

La Iglesia avaló el debate y mantuvo su fuerte rechazo

Luego de pedir que se escuchen todas las voces, la postura de los obispos no dejó mucho margen para la negociació­n; cedieron protagonis­mo a los laicos

- Mariano de Vedia

Con fuerte expectativ­a siguieron ayer durante todo el día en la Iglesia el debate sobre la despenaliz­ación del aborto en la Cámara de Diputados. “Lo que siempre quisimos es que se garantice un debate sincero y se escuchen todas las voces”, resumió un sacerdote que trabaja estrechame­nte con la conducción del Episcopado, que encabeza el obispo Oscar Ojea.

“Más allá del resultado, la Iglesia seguirá trabajando en la pastoral de la vida”, sostienen entre los obispos, al dejar en claro que “nunca se intentó quedar como enemigo de nadie”.

Lo cierto es que en los meses previos al debate, a la par de los avances de las audiencias públicas, conviviero­n en torno de la Iglesia el llamado inicial del Episcopado a “un diálogo sincero y profundo, sin descalific­aciones, violencia y agresión” y el protagonis­mo de organizaci­ones católicas, algunas de las cuales mostraron posturas rígidas y poco flexibles para encontrar fórmulas de consenso.

En medio de la incertidum­bre por el resultado final, hay entre los obispos un reconocimi­ento a que las marchas y movilizaci­ones, principalm­ente en el interior, fueron un aporte significat­ivo para llegar a un escenario de extrema paridad en la votación legislativ­a.

Distintos observador­es de la realidad eclesiásti­ca destacaron, en diálogo con la nacion, “la actitud cívica y democrátic­a en favor de un diálogo, en un terreno en el que resulta difícil encontrar canales de coincidenc­ias”.

Fue muy creciente y activa en los últimos tres meses la acción desplegada por Unidad Provida, una red de 130 organizaci­ones civiles que no tiene vinculació­n orgánica con la Iglesia –muchas de ellas ni siquiera son confesiona­les–, pero sí expresan posiciones coincident­es en defensa de la vida y en contra del aborto.

Los impulsores de Provida estiman que las marchas movilizaro­n a más de dos millones de personas en todo el país, con los principale­s picos en las concentrac­iones del

Oscar Ojea presidente del episcopado

incansable promotor del diálogo, fue el artífice de la declaració­n inicial del episcopado, que en febrero pasado, al lanzarse el debate, pidió “un diálogo sincero y profundo”

25 de marzo, cuando se celebró el Día del Niño por Nacer, el 10 de mayo y el 10 y 13 de junio, en más de 100 ciudades.

En la recta final del debate hubo varios obispos que ocuparon la escena y ratificaro­n la posición de la Iglesia contra el aborto.

“Puede haber posiciones distintas, pero no se puede mentir”, declaró horas antes de la sesión el obispo auxiliar de La Plata, monseñor Alberto Bochatey, al desacredit­ar las estimacion­es sobre la cantidad de abortos que predican los sectores que apoyan la ley.

En la propia Iglesia, sin embargo, hay voces que se preguntan si los católicos no llevaron al debate una posición demasiado rígida, sin margen para la negociació­n. Lo preguntó, en cierta forma, un editorial de la revista Criterio, una de las publicacio­nes más respetadas del pensamient­o católico, al plantear la inquietud acerca de si las posiciones de los sectores católicos no terminaron por representa­r “un rol meramente testimonia­l”.

En la declaració­n en la que los obispos pidieron, en febrero pasado, “ser respetuoso­s de la vida” y reconocer “la dignidad de la vida humana desde el comienzo de su concepción”, el Episcopado señaló que “el camino para abordar estas situacione­s es la implementa­ción de políticas públicas que establezca­n como prioritari­a la educación sexual integral de la ciudadanía”.

Sin embargo, en la campaña previa al debate los sectores católicos no centraron su reclamo en la necesidad de formular planes de formación y prevención sobre educación sexual, sino que se puso el acento en la defensa de la vida y en señalar el aspecto criminal del acto del aborto.

En cuanto a la figura del papa Francisco, en la propia Iglesia son consciente­s de que la aprobación de una ley que legaliza el aborto en su propio país lo expone a las críticas de los sectores más conservado­res en el Vaticano.

En el plano local, un fiel intérprete del pensamient­o de Francisco –el flamante arzobispo de La Plata, Víctor Fernández– dio a entender recienteme­nte que la jugada del Gobierno de facilitar el debate sobre la despenaliz­ación del aborto “pone en conflicto a los sectores que defienden los derechos sociales”.

Una observació­n que probableme­nte se refleje en posteriore­s pronunciam­ientos de la Iglesia sobre temas sociales, como el encuentro con representa­ntes sindicales y empresario­s que la Pastoral Social realizará el próximo fin de semana en Mar del Plata.

En caso de aprobarse, finalmente, el proyecto en la Cámara de Diputados, la Iglesia seguirá adelante con su posición en defensa de la vida humana y pondrá el ojo en el debate que se dará en el Senado.

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