LA NACION

Marsha Linehan. “Cuento mi historia porque, si yo pude, otros también podrán”

La psicóloga estadounid­ense y una de las grandes referentes en prevención del suicidio explica el tratamient­o que desarrolló

- Texto Diego Sehinkman

“Hay muchas reglas de la psicología con las que estoy en desacuerdo”

“El mindfulnes­s puede tener un impacto enorme sobre cualquiera a la hora de aprender a lidiar con cómo no siempre obtener lo que uno quiere”

Terapeuta e investigad­ora estadounid­ense, Marsha Linehan es una de las grandes referentes internacio­nales en prevención del suicidio. A sus 17 años atravesó varios intentos de suicidio y debió ser internada reiteradas veces. La práctica activa del budismo Zen y la incorporac­ión de herramient­as del mindfulnes­s fueron clave en su propia recuperaci­ón y hoy son parte del tratamient­o que diseñó, la Terapia Dialéctica Conductual (TDC). En una charla en el programa Terapia de noticias, que se emite por de LN+, Linehan contó: “La única razón por la que desarrollé la TDC es para ayudar a otras personas a construir vidas que valgan la pena ser vividas. Cuento mi historia porque, si yo pude, a pesar de todo lo que me pasó, entonces otros también pueden”.

–Hay personas que en un determinad­o momento son invadidas por la angustia, sufren un torbellino emocional que sienten que las arrastra y en ese momento aparece lo que se llama la ideación suicida . ¿Qué debería hacer la familia o un terapetua en ese momento?

–Es muy distinto lo que pueden decir los padres y lo que puede decir un terapeuta. Un padre tiene que decir: “Te quiero y más allá de lo que los demás hayan dicho de vos para hacerte tan mal, están equivocado­s”. Algo tranquiliz­ante, que los ayude a pensar de otra forma. Los terapeutas no tienen la misma capacidad. Lo primero que le digo a cualquiera que desee matarse es que es una mala idea. Les señalo: “No hay prueba alguna de que serías más feliz estando muerto que vivo”. Y luego, suelo preguntar: “¿Qué hace que sientas que la vida no vale la pena?”. Porque estoy segura de que si entendemos eso, podremos comprender cómo hacer que la vida sea una experienci­a que valga la pena. Y en general, eso es lo que debe hacer el terapeuta. Pensar en cómo ayudar a un cliente a experiment­ar la vida como algo que vale la pena. Hay que señalar la falta de pruebas de que se sentirán mejor, y la abundancia de pruebas de que lastimarán a mucha gente. Como mínimo, yo, tu terapeuta, estaré afectada y afligida.

–Muchas teorías dirían que eso no sería correcto porque sería una suerte de adopción del paciente.

–Hay muchas reglas con las que estoy en desacuerdo. Y una de ellas es precisamen­te esa. Si yo realmente lo quiero a mi paciente se lo digo: “Me importás tanto que sería muy doloroso que lo hicieras”. –A menudo las familias de las personas que tienen ideación suicida creen que arman un juego donde simulan que se van a lastimar o efectivame­nte se lastiman para hacer un manejo familiar. ¿Qué se podría decir de esto?

–No he conocido pacientes que se hayan intentado matar para lastimar a sus familias. Algunos podrían amenazarte para conseguir lo que quieren, no sería impensable en algunos casos. Pero no es muy común, y si tuviera un paciente que me dijera eso, no creo que ayudaría si le señalara: “Solo querés lastimarme”. Creo que ayudaría decirle: “Sentémonos a hablar, parece que te sentís muy mal. Veamos qué podemos hacer para mejorar las cosas”. Habría que responder con amor y cariño. Es la única forma de ayudar, en particular a los niños.

–En su la TDC hay un concepto muy importante, la aceptación radical. ¿Cuál es la diferencia entre esta y la resignació­n?

–La aceptación radical es la simple aceptación de la realidad tal cual es. No se trata de convertirl­a en otra cosa. En general, eso lleva a pensar: “Si quiero cambiarla, ¿cómo lo hago? ¿qué puedo hacer?”. Aceptás algo y luego te enfocás en cómo mejorarlo. La resignació­n es cuando olvidás la idea de que podés cambiarla. Es cuando decís: “Esto es terrible, siempre lo será, y las cosas nunca mejorarán”.

– ¿Que función juega el mindfulnes­s en la TDC?

–El mindfulnes­s puede tener un impacto enorme sobre cualquiera a la hora de aprender a lidiar con cómo no siempre obtener lo que uno quiere. Se trata de la aceptación radical de lo que sucede ahora: aceptar la realidad tal como es y cómo no permitirse estar llorando todo el tiempo por lo que uno quiere conseguir.

–Si pudiera hablarle a aquella Marsha de 17 años que la pasaba tan mal, ¿que le diría?

–Le diría: “¡Hacete cargo de tu vida, querida!”. Sería muy difícil saber lo que diría porque dependería de lo que le hubiera pasado. Por ejemplo, Geraldine [su hija adoptiva] terminó en mi vida porque la mandaron a vivir conmigo mis vecinos. Ellos dijeron que no tenían espacio para ella. Yo hallé una vida que valía la pena vivir porque mi vecina me la envío a Geraldine. No veo una manera fácil en el largo plazo si no le importás a nadie. No significa que no debes seguir, significa que debés hacer todo lo posible por encontrar gente a quien le importés. Yo ayudo a los pacientes a lograrlo. Eso es lo que hace falta

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