Marsha Linehan. “Cuento mi historia porque, si yo pude, otros también podrán”
La psicóloga estadounidense y una de las grandes referentes en prevención del suicidio explica el tratamiento que desarrolló
“Hay muchas reglas de la psicología con las que estoy en desacuerdo”
“El mindfulness puede tener un impacto enorme sobre cualquiera a la hora de aprender a lidiar con cómo no siempre obtener lo que uno quiere”
Terapeuta e investigadora estadounidense, Marsha Linehan es una de las grandes referentes internacionales en prevención del suicidio. A sus 17 años atravesó varios intentos de suicidio y debió ser internada reiteradas veces. La práctica activa del budismo Zen y la incorporación de herramientas del mindfulness fueron clave en su propia recuperación y hoy son parte del tratamiento que diseñó, la Terapia Dialéctica Conductual (TDC). En una charla en el programa Terapia de noticias, que se emite por de LN+, Linehan contó: “La única razón por la que desarrollé la TDC es para ayudar a otras personas a construir vidas que valgan la pena ser vividas. Cuento mi historia porque, si yo pude, a pesar de todo lo que me pasó, entonces otros también pueden”.
–Hay personas que en un determinado momento son invadidas por la angustia, sufren un torbellino emocional que sienten que las arrastra y en ese momento aparece lo que se llama la ideación suicida . ¿Qué debería hacer la familia o un terapetua en ese momento?
–Es muy distinto lo que pueden decir los padres y lo que puede decir un terapeuta. Un padre tiene que decir: “Te quiero y más allá de lo que los demás hayan dicho de vos para hacerte tan mal, están equivocados”. Algo tranquilizante, que los ayude a pensar de otra forma. Los terapeutas no tienen la misma capacidad. Lo primero que le digo a cualquiera que desee matarse es que es una mala idea. Les señalo: “No hay prueba alguna de que serías más feliz estando muerto que vivo”. Y luego, suelo preguntar: “¿Qué hace que sientas que la vida no vale la pena?”. Porque estoy segura de que si entendemos eso, podremos comprender cómo hacer que la vida sea una experiencia que valga la pena. Y en general, eso es lo que debe hacer el terapeuta. Pensar en cómo ayudar a un cliente a experimentar la vida como algo que vale la pena. Hay que señalar la falta de pruebas de que se sentirán mejor, y la abundancia de pruebas de que lastimarán a mucha gente. Como mínimo, yo, tu terapeuta, estaré afectada y afligida.
–Muchas teorías dirían que eso no sería correcto porque sería una suerte de adopción del paciente.
–Hay muchas reglas con las que estoy en desacuerdo. Y una de ellas es precisamente esa. Si yo realmente lo quiero a mi paciente se lo digo: “Me importás tanto que sería muy doloroso que lo hicieras”. –A menudo las familias de las personas que tienen ideación suicida creen que arman un juego donde simulan que se van a lastimar o efectivamente se lastiman para hacer un manejo familiar. ¿Qué se podría decir de esto?
–No he conocido pacientes que se hayan intentado matar para lastimar a sus familias. Algunos podrían amenazarte para conseguir lo que quieren, no sería impensable en algunos casos. Pero no es muy común, y si tuviera un paciente que me dijera eso, no creo que ayudaría si le señalara: “Solo querés lastimarme”. Creo que ayudaría decirle: “Sentémonos a hablar, parece que te sentís muy mal. Veamos qué podemos hacer para mejorar las cosas”. Habría que responder con amor y cariño. Es la única forma de ayudar, en particular a los niños.
–En su la TDC hay un concepto muy importante, la aceptación radical. ¿Cuál es la diferencia entre esta y la resignación?
–La aceptación radical es la simple aceptación de la realidad tal cual es. No se trata de convertirla en otra cosa. En general, eso lleva a pensar: “Si quiero cambiarla, ¿cómo lo hago? ¿qué puedo hacer?”. Aceptás algo y luego te enfocás en cómo mejorarlo. La resignación es cuando olvidás la idea de que podés cambiarla. Es cuando decís: “Esto es terrible, siempre lo será, y las cosas nunca mejorarán”.
– ¿Que función juega el mindfulness en la TDC?
–El mindfulness puede tener un impacto enorme sobre cualquiera a la hora de aprender a lidiar con cómo no siempre obtener lo que uno quiere. Se trata de la aceptación radical de lo que sucede ahora: aceptar la realidad tal como es y cómo no permitirse estar llorando todo el tiempo por lo que uno quiere conseguir.
–Si pudiera hablarle a aquella Marsha de 17 años que la pasaba tan mal, ¿que le diría?
–Le diría: “¡Hacete cargo de tu vida, querida!”. Sería muy difícil saber lo que diría porque dependería de lo que le hubiera pasado. Por ejemplo, Geraldine [su hija adoptiva] terminó en mi vida porque la mandaron a vivir conmigo mis vecinos. Ellos dijeron que no tenían espacio para ella. Yo hallé una vida que valía la pena vivir porque mi vecina me la envío a Geraldine. No veo una manera fácil en el largo plazo si no le importás a nadie. No significa que no debes seguir, significa que debés hacer todo lo posible por encontrar gente a quien le importés. Yo ayudo a los pacientes a lograrlo. Eso es lo que hace falta