LA NACION

Una llamada puso en duda la versión de la abogada

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belgrano. La primera explicació­n dada por la abogada Julieta Bonanno, detenida por el doble homicidio del barrio porteño de Belgrano, podría convertirs­e en una prueba en su contra luego de que se encontrase­n rastros de pólvora en una de sus manos. Es que la letrada había asegurado en la llamada al 911, en la que alertó sobre los asesinatos, que había sido encerrada por el homicida. El resultado del análisis químico derribaría ese relato, ya que su mano solo podría haberse contaminad­o con partículas de los disparos en caso de haber sido la autora material de los crímenes o bien haber estado cerca del tirador, según informaron fuentes judiciales a Télam. “No sé, entraron. Empezaron los gritos, a mí me encerraron”, fue la frase que quedó registrada en la comunicaci­ón de la abogada Bonanno con el servicio de emergencia 911. En ese diálogo, la por entonces testigo había agregado: “Yo vine a ver a mis clientes y no sé, entraron, entró uno y empezó a los gritos. El que disparó estaba en capucha”. Desde el comienzo de la investigac­ión se puso en duda la versión de Bonanno, que fue detenida tras el allanamien­to en su domicilio. En el edificio ubicado en Cabildo 2659 fue asesinado Rodrigo Alexander Naged Ramírez, involucrad­o en el contraband­o de cocaína conocido como Bobinas Blancas, y su hijo John Naged Aguilar.

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