Un triunfo de las batalladoras de votos y un traspié para las intransigentes
La legalización del aborto se impondrá en el Congreso más temprano o más tarde. Tal vez sea ley en el Senado o quizá sea responsabilidad de los diputados si se le introducen cambios. Si ninguna de estas alternativas prospera, otra oportunidad se dará cuando el Congreso discuta el nuevo Código Penal, cuyo texto arribará en breve.
La media sanción del proyecto fue no solo un logro del colectivo pluripartidario de diputadas que hizo un trabajo de hormiga para convencer a los indecisos. Fue, sobre todo, producto de la inflexibilidad y de los errores que cometieron quienes militaron por el rechazo al proyecto. Este sector presentó como única alternativa el rechazo liso y llano al proyecto de legalización. No ofreció un dictamen menos intransigente.
“Si ellos (por los detractores del proyecto) hubiesen presentado un dictamen alternativo planteando, por ejemplo, la descriminalización de la mujer, varios legisladores que no estaban del todo convencidos de la legalización plena, pero entendían que algo había que hacer, se nos iban”, admitió una de las diputadas que batallaron por los votos hasta el final.
De hecho, la diputada Alejandra Vigo, esposa del gobernador Juan Schiaretti, tuvo la fugaz idea de presentar un dictamen en ese sentido el martes pasado. Sin embargo, fue convencida de retirarlo: los detractores del proyecto le argumentaron que así se dividía el sector que impulsaba el rechazo a la legalización, favoreciendo así al sector contrario. Vigo obedeció, pero se abstuvo en la votación.
Como ella, varios legisladores se vieron obligados a optar entre dos posiciones extremas sin una opción intermedia. Esta grieta se evidenció, sobre todo, en el bloque de Cambiemos: la tarea inmediata de la cúpula de la bancada será restañar las heridas que quedaron expuestas principalmente entre los conductores del bloque. Mario Negri y Silvina Lospennato, a favor del proyecto, sufrieron no pocos reproches de sus pares. Nicolás Massot, jefe del bloque de Pro y Carmen Polledo, firmes detractores del proyecto, también sufrieron lo propio.
El Gobierno se mantuvo neutral frente a esta interna. Sin embargo, está claro que después de la batalla de ayer ya no podrá mirar al costado: necesita más que nunca un bloque unido.