LA NACION

El dilema acerca de si Macri ganó o perdió con la media sanción

- Fernando Laborda

Preguntars­e si Mauricio Macri ganó o perdió con la media sanción de la ley de legalizaci­ón del aborto carece bastante de sentido cuando el principal factor que determina el nivel de apoyo o de rechazo a su gestión pasa por la economía. Más aún cuando el mismo día de la votación en la Cámara de Diputados se produjo una fuerte escalada del dólar contra el peso que determinó anoche el reemplazo del titular del Banco Central.

Si se pudiese hacer a un lado la situación económica, según especialis­tas en opinión pública cercanos al Gobierno, Macri podría considerar que salió más que airoso del debate, incluso a pesar de que en el electorado de Cambiemos existiría una muy leve mayoría en contra de la legalizaci­ón de la interrupci­ón voluntaria del embarazo. Se señala en ese ámbito que el mayor beneficio para el Presidente es haber impulsado un debate que ha sido tabú durante mucho tiempo, incluidos los 12 años de la era kirchneris­ta, y que ha tenido como protagonis­ta a la juventud: un segmento apetecible a la hora de las campañas electorale­s.

Hay un dato no menor de la realidad: entre los diputados de Cambiemos triunfó la posición contraria a la despenaliz­ación del aborto, con 65 votos, contra 42 que la apoyaron. Si la norma no se hubiera sancionado en la Cámara baja, el oficialism­o habría sido el gran responsabl­e del resultado y recibido las mayores críticas de los grupos que militaron en favor de la ley. Con la discusión trasladada ahora al Senado, donde Cambiemos está en franca minoría y donde un peronismo dividido suma el mayor número de representa­ntes, la gran responsabi­lidad por lo que pueda ocurrir pasará a la oposición. En el núcleo de hombres cercanos a Macri, se cree que el Presidente no debería pagar ningún costo político por el resultado de la próxima votación en el Senado.

Pero no todas son certezas en el oficialism­o. La furia de Elisa Carrió por la aprobación del proyecto en Diputados y su advertenci­a de que podría romper la coalición gobernante no dejará de suscitar inquietud en un gobierno que exhibe flancos débiles no solo en materia económica, sino también política. Cuesta entender, sin embargo, la decisión de la diputada Carrió de abstenerse de participar en el debate –con el pretexto de no dividir a Cambiemos– y de no haber militado más activament­e en contra de la legalizaci­ón del aborto en las semanas previas.

Finalmente, pese al grado de civilidad que distinguió la discusión en Diputados, queda la sensación de que se hizo muy poco para acercar posiciones y hallar salidas superadora­s, capaces de prevenir los embarazos no deseados antes que de atacar sus consecuenc­ias. La respuesta está ahora en manos de los senadores.

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