Donald Trump fractura el G-7
El llamado G-7 es un foro anual al que concurren sus miembros: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y el Reino Unido. Su reunión cumbre convoca a los jefes de Estado de esos países que, en conjunto, representan al 60% del comercio internacional.
En sus reuniones se consideran temas como el desarrollo económico inclusivo, el empoderamiento de la mujer, la seguridad internacional, el empleo futuro, el cambio climático y la defensa de los océanos.
La última reunión del G-7, que tuvo lugar hace pocos días en Canadá, concluyó con sus participantes visiblemente divididos. El gobierno norteamericano, después de haberlo aprobado en una instancia previa, terminó anunciando que no firmaría el comunicado conjunto, evidenciando así la división que ahora existe entre los Estados Unidos y los demás miembros. Al retirarse anticipadamente de la reunión, el presidente Donald Trump criticó severa y descortésmente al dueño de casa, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, al que la delegación norteamericana acusó de “haberlos traicionado” y de haber “apuñalado” a los Estados Unidos “por la espalda”. Trump quedó aislado y descolocado e hizo bien evidente la grieta que existe en el seno del G-7. Entre las diferencias que no lograron resolverse estuvo el pedido norteamericano de convocar nuevamente a la Federación Rusa al G-7, posición no compartida por los demás miembros.
Los desacuerdos estuvieron vinculados con la eventualidad de que el mundo desarrollado libre una dañina guerra comercial entre sus propios miembros. Washington ya impuso derechos elevados a las importaciones de acero y aluminio. En respuesta, la Unión Europea anunció alzas arancelarias a la importación de motocicletas y bebidas alcohólicas norteamericanas.
Esa secuela de acciones proteccionistas amenaza con profundizarse y puede afectar también a todo el comercio internacional. Por eso, la fractura en el G-7 preocupa a muchos Estados, además de a sus propios miembros.