LA NACION

Invicto al truco y enchufado, antes del asalto final

El capitán Messi siente que se preparó como nunca para su cuarta cruzada mundialist­a

- Andrés Eliceche

BRONNITSY, Rusia.– El campeonato de truco no da las oportunida­des del Mundial: una derrota y afuera, nada de tres partidos en la fase de grupos para calentar motores. Una de estas noches, de hecho, “Chiqui” Tapia se encontró con su valija del otro lado dela puerta de la concentrac­ión, ocurrencia­delos jugadores después de la eliminació­n del presidente de la AFA. No ocurrió lo mismo con la ropa del capitán y su mejor amigo: “Están invictos”, le confirma a la nacion una fuente del plantel, impostando el tono de los agentes secretos. Al truco, a la playstatio­n y a la pelota, da igual: competitiv­o por naturaleza y aprendizaj­e, Lionel Messi quiere quedarse con Sergio Agüero con el premio que le espera a la pareja que gane el torneo, uno de los pasatiempo­s más populares en las entrañas del búnker.

Está feliz, y se le nota, mientras espera la llegada de su familia, un ritual al que le va agregando integrante­s Mundial a Mundial. Si fue Jorge, su papá, quien lo acompañó en Alemania 2006, ahora la lista será bien larga. Tres mundiales más tarde, Leo pasó de un lugar a otro: llegará Antonela con Thiago, Mateo y Ciro, dispuestos a festejar el domingo el día del padre, una celebación que Verónica Miele, jefa de marketing de la AFA, prepara con sorpresas para todos. En la vigilia del debut ante Islandia, Messi se prende a diario en el fútbol tenis, otra lucha feroz entre los 23. Suele compartir equipo con Mascherano y Di María. Esta semana, se trenzaron una mañana contra los tres arqueros y... ganó el equipo de Messi. ¿Quiénes comparten las comidas con él en la concentrac­ión? La mesa de los 9 la integran otros tres históricos (Agüero, Di María, y Mascherano), tres que van por su segundo Mundial (Rojo, Biglia y Otamendi) y dos debutantes: Banega y Guzmán. Desde esa mesa en el centro del salón saldrá caminando el capitán, el domingo 24, cuando festeje sus 31.

Como en el complejo C ida dedo G al o de Belo Horizonte, epicentro de la concentrac­ión argentina en Brasil 2014, aquí duerme en la habitación junto a Agüero. En Alemania, 12 años atrás, Pekerman había arropado su timidez al lado de Ustari, el único amigo que el chico de melenita larga tenía en el plantel. En el primer piso del bunker de Pretoria, en Sudáfrica 2010, su compañero fue Verón, que le llenó la pieza de objetos de Estudiante­s... Signo del paso del tiempo, aquí mandan más los objetos tecnológic­os. “No molestar, héroes en reposo”, advierte el cartel de la habitación 221, la de Messi y Agüero.

Los partidos de truco son parte de la rutina diaria de quien llegó hasta aquí convencido de que no hay mañana: para él, ganar un Mundial “es ahora o nunca”, como se animó a traslucir en una entrevista unos meses atrás. “No puede ser que cada día tenga que ser ‘el día de Leo’”, razonó Willy Caballero, con sentido común, en un intento de que se compartan las responsabi­lidades .¿ Pero cómo correrse de la dependenci­a del mejor del mundo? Messi llega al debut en la Copa “súper enchufado”, como lo describen desde el cuerpo técnico. Dueño de la selección también, y más que nunca: “El equipo es más de Messi que mío”, le hizo un guiño Jorge Sampa oli en marzo, dejando en evidencia su estrategia. Por eso, por ejemplo, hubo un paso por Bar celo na antes de aterrizar en Rusia.

Se trata de que todo lo que rodea a la selección sirva para hacerlo sentir a gusto. Que no haya espacio para frases como la que el 10 explicitó antes de la final de la última Copa América, enojado por la demora de un vuelo: “Que desastre los de la AFA”, escribió en sus redes sociales y mostró una foto junto a Agüero. Dos años después, lo mismo pero al revés: antes de salir de Bar celo na hacia B ron nitsy publicó una imagen sentado en el avión, con el Kun: los dos sonreían.

En este ambiente, rodeado por sus viejos lugartient­es y estimulado por la oleada de renovación del plantel (Meza y Pavón se ganaron el cartel de ser sus preferidos), el propulsor de la selección prepara su cuarta expedición a la gloria deportiva. Se preparó como siempre y como nunca: sumó más minutos que cualquiera de sus compañeros en la temporada, pero su madurez le enseñó que en el camino no siempre debía acelerar a fondo. Hasta ahora, que la rueda mundial empieza a girar: “No somos candidatos, pero casi nunca se da la lógica”, guiña un ojo. Y se acomoda la cinta en su brazo izquierdo para salirle al toro, una vez más.

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