LA NACION

Así, Sampaoli da mal en televisión

- Claudio Mauri

SOCHI.– La primera reflexión al leer el posteo fue: le hackearon la cuenta, no puede ser real. A la cabeza vino una segunda posibilida­d: su Twitter lo maneja un community manager que no supo interpreta­r el mensaje que quería transmitir. Pero no, luego de las averiguaci­ones pertinente­s hechas por este diario (https://bit.ly/2taOd6q), todo era tan transparen­te como se presentaba: Jorge Sampaoli hacía buenas migas y ponderaba a un gerente de una fábrica de televisore­s, algo que debería redituarle en especies. Todo muy ramplón.

Quizás no le terminen alcanzando las paredes de su casa para colgar los Smart TV, pero este tipo de imágenes públicas es lo que mucha gente no quiere ver en vivo y en directo, ni en 4K, del técnico de la selección argentina. Situacione­s así lo exponen a que muchos le recuerden sus despectivo­s comentario­s de clase a un agente de tránsito.

Sampaoli no necesita televisore­s para ver el Mundial de la Argentina porque tiene el privilegio, y también el mérito de haber conseguido la clasificac­ión, de ser testigo directo dentro de la cancha y responsabl­e de cuanto ocurra con el selecciona­do. Está en el lugar que dice haber soñado cuando empezó a dirigir en Casilda. Enhorabuen­a para él.

El prestigio profesiona­l se lo gana con su trabajo y la imagen se construye con las conductas públicas, sobre todo en épocas en las que se hace viral hasta la respiració­n. Claudio Tapia salió en defensa de la integridad de Sampaoli (“Creo realmente en la honestidad de nuestro técnico, sé la clase de persona que es. No me voy a detener en esto”) ante rumores de un supuesto caso de acoso sexual en el predio de Ezeiza.

El técnico no hizo ninguna declaració­n pública sobre ese trascendid­o. Quizá entienda que el silencio es una manera de quitarle entidad, de rechazar el trascendid­o. O quizá algo mejor: no quiere distraer un minuto de su atención en otro tema que no sea la planificac­ión para que la Argentina haga un gran Mundial. Una ocupación plena en sus funciones, porque para tiempo libre ya tuvieron suficiente los jugadores en Buenos Aires y Barcelona, antes de instalarse en la gris Bronnitsy.

En definitiva, Sampaoli podrá tener la ambición de proveerse de televisore­s, pero segurament­e no será para seguir el Mundial desde su living antes del 15 de julio.

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