LA NACION

Hourcade depende de la reacción de los jugadores

Solo a partir de la actitud de sus dirigidos se puede evaluar el trabajo del DT, que no será sostenido por la dirigencia a cualquier precio

- Alejo Miranda

Iba media hora del último partido contra All Blacks en Vélez y los Pumas caían por 29-3. Lucían aturdidos, desorienta­dos, desganados. Se adivinaba una goleada. Se precipitab­a el fin de un ciclo. Pero reaccionar­on, jugaron de igual a igual el segundo tiempo y extendiero­n esa actitud a los 60 minutos iniciales del siguiente partido, ante Australia, que marcó el final de aquel Rugby Championsh­ip. No alcanzó para conseguir una victoria, pero sí para lavar la pálida imagen de aquellos primeros 30 minutos y, sumado el éxito posterior sobre Italia, garantizar la renovación del contrato del entrenador Daniel Hourcade, que vencía dos meses más tarde.

No importa quién sea el entrenador, ni qué rival esté enfrente: vestir la camiseta celesta y blanca supone dejar todo. Por eso, se da por segura una reacción anímica para la revancha de mañana frente a Gales en Santa Fe, luego de la fallida actuación en la derrota en San Juan. Trasladarl­a al desarrollo del juego y transforma­rlo en un resultado positivo sería vital para la continuida­d de Hourcade.

Sin actitud, los Pumas fueron incapaces de llevar adelante el sistema de juego propuesto por el staff para el primer test-match del año, en la que muy probableme­nte haya sido la peor actuación de este ciclo. Hourcade tomó lo bueno que había impreso Mario Ledesma a Jaguares. Y tenía la misión de reafirmarl­o en las mentes de los jugadores y la de adaptar el plan de juego a la escena internacio­nal y a su dinámica distinta a la del Súper Rugby. Falló en lo primero, lo cual impide una evaluación cabal de lo segundo.

Volver a enfocar a los jugadores es el primer desafío del tucumano para los próximos dos partidos. Maximizar el potencial de cada jugador en función del equipo es una de las funciones primordial­es del entrenador. Este equipo no necesita más motivación que ponerse la camiseta argentina para dar todo en la cancha. Lo mostró en sobradas ocasiones, como aquel partido en Vélez, sin ir más lejos. Y la capacidad que siempre se intuía latente emergió por fin en esta temporada, con Jaguares.

“Claramente tenemos que dar otra imagen. Cometimos errores básicos que no veníamos haciendo con Jaguares. Con tantos que tuvimos, ni siquiera pudimos ejecutar el plan de juego”, admitió Javier Ortega Desio.

La cuestión es que el crédito sigue estrechánd­ose. Hourcade ha dado acabadas muestras de tener la capacidad y la preparació­n suficiente­s para conducir al selecciona­do, dotándolo de un juego mucho más agresivo y llevándolo a una semifinal mundialist­a, pero este bagaje se vuelve inocuo en tanto no aparezcan de una vez señales positivas. La excusa de la ardua adaptación al Súper Rugby, válida durante los dos primeros años, no corre más dado el gran presente de Jaguares. Contrariam­ente, este no hace más que empujarlo a replicar rendimient­o y resultados. El arrastre de 20 derrotas en 26 partidos desde el Mundial reduce el margen de error. El mayor déficit desde 2015 ha sido la imposibili­dad de dar pasos adelante, de afirmarse en una base sobre la cual se creciera. Con Japón 2019 a la vuelta de la esquina, urge empezar a construir.

La dirigencia sostiene a Hourcade, mas no a cualquier precio. Si en esta ventana o en el Championsh­ip no aparece una mejoría, siempre está la posibilida­d de activar el plan B, llamado “Mario Ledesma”.

Quedan dos partidos en esta ventana, con rivales disminuido­s (Gales y Escocia). Los jugadores están obligados a reaccionar, aunque sea por orgullo. Sólo entonces se podrá analizar la incidencia de Hourcade.

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Villarpres­s el cuerpo técnico, con Hourcade en el centro, mira practicar a sus dirigidos; hace falta reacción

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