LA NACION

El PRI se hunde lastrado por la corrupción, la impunidad y la violencia

Su candidato no logró despegarse de la mala imagen del partido tras el mandato de Peña Nieto

- Paula Markous

Cuando asumió, Enrique Peña Nieto dijo ser la nueva cara del Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI). El presidente mexicano prometió un gobierno libre de los vicios del pasado. Era 2012 y el partido que había mandado en México por 70 años hacía su retorno triunfal. Pero el momento de gloria fue más bien efímero. Seis años después y cuando faltan 15 días para las elecciones presidenci­ales, el PRI se hunde lastrado por los escándalos de corrupción, el aumento de la violencia y la impunidad crónica.

Poco pudo hacer José Antonio Meade, candidato del PRI, para salir indemne de la imagen de su partido. Hace tiempo que el tecnócrata se enquistó en un lejano tercer puesto en las encuestas, que encabeza con un cómodo 39% el izquierdis­ta Andrés Manuel López Obrador, seguido por el derechista Ricardo Anaya con el 27%.

Me a de, que no militó enelpri, fue una pieza que desde el principio no encajó en el aceitado engranaje del partido. El exministro de Hacienda de Peña Nieto fue elegido a través de la vieja práctica del “dedazo” (en donde el presidente escoge directamen­te al candidato oficialist­a) por ser alguien que no estaba vinculado con casos de corrupción, al menos en términos públicos. Pero el desprestig­io de la formación pesó más que su imagen de honesto.

“Este sexenio dejó claro que el PRI no cambió: no solo continúa incurriend­o en las mismas prácticas del pasado –espionaje a organizaci­ones de la sociedad civil, intimidaci­ón a periodista­s, uso de las institucio­nes del Estado para fines políticos–, sino que resultó mucho más voraz en cuanto a corrupción”, explicó a la nacion Juan Carlos Hidalgo, analista de políticas públicas en el Cato Institute, en Washington.

Durante el gobierno de Peña Nieto, 22 gobernador­es del PRI fueron investigad­os por desvío de fondos federales; 2017 pasará a la historia de México como el año con más exgobernad­ores en prisión (siete), señalados por delitos como corrupción, desvíos, enriquecim­iento ilícito, lavado de dinero y hasta nexos con grupos narco. No es un detalle que la mayoría sean del PRI.

Además de los casos de corrupción, según Hidalgo, “la incompeten­cia del gobierno de Peña Nieto para lidiar con la violencia del narcotráfi­co ha contribuid­o a un repudio generaliza­do hacia el partido”.

Lograr la pacificaci­ón de México era uno de los principale­s desafíos de Peña Nieto, luego de que los presidente­s del PAN Vicente Fox (20002006) y Felipe Calderón (2006-2012) generaron grandes expectativ­as que no fueron cumplidas.

“Fox ganó sobre la base de que se democratiz­aría el país, y para muchos efectos fue solo una rotación del gobierno sin una democratiz­ación real: siguieron las maquinaria­s políticas del siglo XX operando y por el ajuste de grupos de poder ascendiero­n poderes de facto, como el narcotráfi­co. Durante el gobierno de Calderón se declaró la guerra al narcotráfi­co, pero subieron notablemen­te las tasas de homicidios en el país”, dijo a la nacion Raúl Benítez Manaut, investigad­or del Centro de Investigac­iones sobre América del Norte de la UNAM.

Repudio

Peña Nieto continuó la misma estrategia de su predecesor, con mucho respaldo de Estados Unidos, pero la violencia está fuera de control y alcanzó cifras desorbitan­tes. En 2017 se registraro­n más de 25.000 asesinatos en el país, la cifra más alta de la historia reciente.

“El ganador tendrá sobre sus espaldas el peso del electorado cansado de violencia y corrupción, y la mayoría de la población quiere un buen gobierno. Esta elección parece un referéndum anti-pri”, añadió Benítez Manaut.

Según Hidalgo, este repudio generaliza­do hacia el PRI “es probable que se traduzca en las urnas como un golpe mortal” para el partidoest­ado fundado por el general Plutarco Elías Calles en 1929 y que se perpetuó en el poder durante siete décadas.

Si en 2012 el partido se renovó luego de estar 12 años fuera del poder y supo manejar las redes sociales con la misma efectivida­d con la que siempre manejó las multitudes, esta elección fue más cuesta arriba. En una frase lo resumió Hidalgo: “El PRI no cambió, México sí lo hizo”.

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