LA NACION

La muerte silenciosa. Un drama que se repite todos los inviernos

El monóxido de carbono deja 200 víctimas por año en el país; los casos de Naidenoff y Trotz

- Fabiola czubaj

Detrás de la muerte de la periodista Lucía Trotz y de la tragedia de la familia del senador Luis Naidenoff, que conmovió ayer al país, se esconde un drama que se repite todos los inviernos: según datos oficiales, cada año mueren en la Argentina unas 200 personas por intoxicaci­ón con monóxido de carbono. Se trata de un gas sin olor que producen estufas, hornos y artefactos similares y que puede ser mortal si la ventilació­n no es la adecuada.

Esa sustancia tóxica provocó la muerte de Trotz el sábado, en La Pampa, y aún se investiga si fue el origen de los decesos de la esposa, del hijo y de dos mascotas del senador formoseño.

“El principal peligro de este tipo de intoxicaci­ón es que en muchos casos la persona no es consciente de los síntomas, los cuales pueden variar de un individuo a otro”, advirtió ayer el Ministerio de Salud de la Nación por medio de un comunicado.

En los primeros 15 días de este mes, cuando el frío comenzó a hacerse sentir, el Centro Nacional de Intoxicaci­ones, que funciona en el Hospital Posadas, recibió 122 consultas: el 22% fueron casos graves, que requiriero­n internació­n.

Ana Paula Voitzuk, médica toxicóloga del centro, explicó que la gran diferencia entre el gas de red, natural, y el monóxido de carbono es que al primero se le agrega azufre para que tenga olor y se advierta en el caso de un escape.

“El gas natural también puede producir hipoxia, pero nosotros, si hay personas fallecidas, tendemos más a pensar que tuvo que haber habido una fuente de monóxido de carbono –agregó la especialis­ta–. No es que no haya casos de intoxicaci­ón con el gas natural, pero con estas temperatur­as y en esta época del año lo habitual, lamentable­mente, sigue siendo la exposición a monóxido de carbono”.

Varios son los nombres con los que en salud pública se conoce este gas venenoso. Se lo considera el “gran simulador” porque sus síntomas pueden confundir el diagnóstic­o o, también, el “asesino silencioso” o “invisible”, ya que no tiene olor ni color, ni provoca irritación de los ojos o las mucosas. “Muchas veces se subdiagnos­tica porque parece otro problema. Cuando es un caso leve, se puede pensar que es una intoxicaci­ón alimentari­a, por ejemplo”, indicó Voitzuk, que tiene 20 años de experienci­a en la atención de estos pacientes.

Por eso, lo importante es prestar atención a los síntomas, que pueden ser de leves a moderados, como dolor de cabeza, náuseas y vómitos, entre los primeros, o agravarse con mareos, palpitacio­nes, falta de fuerza y desmayo, hasta llegar a las convulsion­es, el coma o la muerte. Eso ocurre porque, al inhalar monóxido de carbono, el gas pasa a la sangre e impide transporta­r el oxígeno al cerebro, el corazón, los pulmones y el resto del cuerpo.

“A veces, los síntomas se parecen a los de una gripe”, aclararon desde la Asociación Argentina de Medicina Respirator­ia. “El riesgo también ocurre con las personas que se encuentran dormidas, ya que pueden intoxicars­e sin notar ningún síntoma”, agregaron.

Alto riesgo

En un ambiente cerrado donde hay artefactos a gas, también el monóxido de carbono hace que, cuando se consume el oxígeno, se apague cualquier llama y se libere el gas de red. “Hemos tenido consultas por intoxicaci­ón por gas natural, pero no personas que hayan fallecido por esa causa”, dijo la especialis­ta del Posadas. la nacion no halló ayer registros de muertes por inhalación de gas de red.

En cambio, las estadístic­as epidemioló­gicas publicadas para la intoxicaci­ón por monóxido de carbono este año indican que los ministerio­s de Salud provincial­es notificaro­n hasta mediados de mayo un 1,65% más de individuos afectados que en el mismo período de 2017, sin incluir fallecidos. Son 182 casos para las primeras 14 semanas del año pasado, comparados con 185 casos este año.

Las últimas cifras de mortalidad disponible­s son de 2016, según informa la Dirección de Estadístic­as e Informació­n de Salud del Ministerio de Salud de la Nación. Ese año, 149 personas murieron por intoxicaci­ón por monóxido de carbono. También se notificaro­n 2149 casos sospechoso­s no fatales y se confirmaro­n 928 finalmente, de acuerdo con el Bole-

tín de Vigilancia Epidemioló­gica para ese período. Por lo tanto, ese año hubo 1077 afectados en total, incluidos los casos fatales. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, se intoxicaro­n 31 porteños.

El año pasado, se notificaro­n unos pocos casos menos (2077) en el país, pero se confirmaro­n un 5,7% más intoxicaci­ones no fatales (981).

“Si se sospecha de estar sufriendo una intoxicaci­ón por monóxido de carbono por presentar algunos de los síntomas, se recomienda abrir las ventanas y las puertas de la casa para ventilar los ambientes; salir a tomar aire fresco inmediatam­ente, apagar los artefactos de gas y concurrir con urgencia a un centro de salud u hospital y/o comunicars­e inmediatam­ente con un servicio de emergencia­s médicas”, indicaron ayer desde la cartera sanitaria nacional.

Pero, además de dejar la ventana abierta, lo importante es que corra aire para que el gas no se acumule en el ambiente. “Tiene que haber un poco de recambio del aire –precisó Voitzuk–. Si se usa la estufa, hay que apagarla antes de acostarse porque hasta los tiros balanceado­s se pueden tapar. Está prohibido tener el calefón en el baño y no hay que usar el horno ni las hornallas de la cocina para calefaccio­nar el ambiente”.

En el caso del brasero, que entre los pacientes atendidos en el Posadas sigue siendo la principal fuente de exposición, aún hay mitos por desterrar, como que si la brasa está bien roja o si se le pone azúcar encima disminuye el riesgo de intoxicaci­ón. “El brasero es 100% monóxido de carbono –afirmó la especialis­ta–. El carbón o la leña en un tachito también lo son. Por eso siempre hay que ventilar”.

Todos los años

Lo que falla todos los años es la prevención. Empieza el frío y la difusión de la informació­n empieza detrás de los casos más graves. No es infrecuent­e en los hospitales la atención de familias que llegan más de una vez con síntomas por haber inhalado monóxido de carbono.

Esta intoxicaci­ón no tiene un tratamient­o específico. En los casos más graves, se administra oxígeno para “lavar” el gas tóxico del organismo. Pero sí se puede prevenir o, con informació­n, reducir el número de consultas y su gravedad, como promueve desde hace años el equipo de especialis­tas del centro nacional de referencia del Posadas.

Aunque los grupos más vulnerable­s son los chicos, los adultos mayores, los fumadores y la población con enfermedad­es cardíacas y pulmonares, como recordó ayer el Ministerio de Salud de la Nación, “el monóxido de carbono no reconoce sexo, edad ni clase social”, precisó Voitzuk.

La alerta, según opinó, tiene que estar puesta en que, cuando empiece el invierno, hay que prevenir la intoxicaci­ón. “Hace falta una buena campaña pública de prevención –sostuvo–. No va a dejar de haber casos, pero esperamos que sean menos y de leves a moderados, que no requieren internació­n y atención más seria. Esta intoxicaci­ón se puede prevenir”, concluyó la especialis­ta.

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