LA NACION

”Messi no puede bajonearse”

El sociólogo y filósofo opina del particular momento de Lionel Messi y del selecciona­do argentino; a los 71 años, es capaz de ser el fan Nº 1 del rosarino y, a la vez, sospechar de él; por qué no siente simpatía por el DT Jorge Sampaoli

- Tomás Abraham Texto Sebastián Fest | enviado especial | Foto Ricardo Pristupluk

El filósofo Tomás Abraham y un agudo análisis del tiempo que vive la selección

MOSCÚ – Que un filósofo y sociólogo opine de fútbol puede sonar a exceso. ¿Qué sabe él de lo que le conviene o no a la selección argentina? Dudas despejadas para aquellos que aún las tengan: Tomás Abraham sabe, y mucho. Habla de fútbol y de la selección con la claridad que solo pueden ofrecer aquellos que combinan pasión con inteligenc­ia. Ama el deporte con visceralid­ad y lo analiza con simplicida­d. De esa combinació­n sólo puede salir algo bueno.

“Me gustaría hablar de fútbol por años y años… Ayer vi Argentina-Inglaterra de Francia 98… ¡Qué medio campo! Verón, Zanetti, Almeyda, Simeone… Transmitía­n una energía que hoy no tenemos. Con esos músculos en el medio campo, Messi, el Kun, Pipita y Pavón tocarían el violín. Ni hablar de la tranquilid­ad de los de atrás. Y no sigo con el negro Enrique, Giusti, Batista y Burru… ¡Eso era el fútbol con mayúsculas!”.

La conversaci­ón con la nacion comienza en Buenos Aires y sigue a la distancia con la selección ya golpeada por el empate ante Islandia. Como buen hincha, Abraham no pierde la esperanza y devora cada noticia que le llega de Rusia. “Recién escuché en la radio una probable formación y me gustó: Caballero; Mercado, Otamendi, Tagliafico; Salvio, Mascherano, Acuña, Meza; Messi, Kun y Pavón. Eso es un medio campo reforzado. Bien…”.

Abraham, filósofo y sociólogo de 71 años, nació en Timisoara, Rumania, pero su idioma materno es el húngaro. Estudio en Francia tras dejar el país post “Noche de los bastones largos”, fue parte del mítico mayo del 68 francés y se graduó en La Sorbona. Es un hombre de mundo, pero, sobre todo, un futbolero que sigue a Vélez y a la selección con pasión. Y un tenista. “Tengo dos deportes, el fútbol y el tenis. El fútbol lo practiqué en una época, el tenis lo sigo jugando. Jugué al fútbol en la plaza, hasta en potrero cuando era chiquito, y en Francia jugué en la segunda división regional cuando era estudiante. Y seguí jugando hasta que directamen­te me echaron. Fue en un fútbol cinco un poco informal en el que no éramos muy ordenados con eso de los colores de las camisetas. Después de 15 minutos jugando vino un chico joven y me preguntó ‘¿disculpame, vos para qué equipo jugás?’. Me fui a mi casa y no volví más. Tenía 40 largos…”.

Abraham apela al humor y a la ironía leve con frecuencia. Parece una manera de suavizar sus ideas, que oscilan entre lo rotundo y lo políticame­nte incorrecto. Quizás por eso es capaz de ser el primer fan de Lionel Messi y, a la vez, sospechar de él. Ni hablar de Jorge Sampaoli: Abraham no le tiene ninguna simpatía al técnico de la selección.

–Que le atajaran el penal en el debut ante Islandia parece haber golpeado duro a Messi. Que el capitán de la selección esté bajoneado, ¿es positivo o negativo? –La palabra bajoneado no cabe para un capitán ni para quien ha sido designado con su aceptación plena como jefe del “equipo de Messi”. Lo vemos en las otras seleccione­s, el capitán es quien le levanta el ánimo a sus compañeros, no el objeto de consuelo. Croacia es el equipo que más me asombró en la primera fecha junto a México. Es una potencia. Nuestro equipo debería pensar en solidifica­rse defensivam­ente. No hay que atacar a los croatas, hay que invitarlos un poco a adelantars­e y aprovechar al Kun y a Pavón.

–¿Qué significa el Mundial como fenómeno sociológic­o para la Argentina?

–Es un hecho enorme. Tradiciona­lmente el deporte nos junta a los argentinos, es un lugar verdadero. El fútbol genera unanimidad y entusiasmo, pasión distribuid­a de La Quiaca a Ushuaia. En muchas otras cosas nos fragmentam­os, pero en el fútbol no, y eso es importante. Es un lugar común, pero el fútbol es auténtico y verdadero.

–El fútbol une, pero hay aún argentinos que rechazan a Messi. ¿Lo entiende?

–Lo empecé a ver en el Mundial juvenil de Holanda, en 2005. Apenas apareció era un genio, pero muchos lo comparaban con Maradona y decían que no era tan bueno, que como el Diego no hay ninguno. Con el paso de los años y sus éxitos comenzó a entrar en la Argentina como un ser superior, enorme. Y una tercera etapa en la que Messi, en la selección, sufre las consecuenc­ias de una selección que juega mal, que hace bastante tiempo que no tiene ningún relieve. A veces se le echa la culpa y siempre es el salvador. Está en un rol absolutame­nte protagónic­o para mal y para bien.

–La Argentina es Maradona… ¿O puede ser también Messi? Son dos personalid­ades muy diferentes.

–Hay gente que dice que Maradona es un loco, pero yo hablo desde mi punto de vista. Maradona es potrero absolutame­nte puro. Yo no hago escalas de argentinid­ad, que me parece una berretada. Pero Maradona lloraba en la cancha, Messi es un hombre mucho más frío.

–¿Nos gusta a los argentinos ver los sentimient­os de nuestros ídolos?

–Que nos los muestren y que transmitan que lo sienten. Messi, y no solamente él, sino toda una generación, me transmiten desde hace tiempo que lo que más les importa es su desarrollo profesiona­l. Y eso está bien, pero hubo otras camadas en las que más allá de las ambiciones personales había un algo más. O al menos el hincha se lo inventaba. Hoy es muy difícil inventarse eso.

–¿Qué le parece el técnico?

Me parecía bien que viniera un hombre con un poquito de pasión, estaba todo muy apático. Pero desde que se presentó a la sociedad argentina como técnico me parece realmente de un nivel bastante pobre. Desde las declaracio­nes que hace hasta cómo se presenta, pasando por el endiosamie­nto de Messi. Me parece que le falta jerarquía. No lo condensarí­a en el incidente con el policía, eso es hacer leña del árbol caído. El problema que le veo es que nunca habló de la selección, siempre habló del equipo de Messi, siempre le rindió pleitesía, y eso no se hace, porque no es la selección de Messi. Esa adulación es una falta de respeto a la selección argentina. La selección es más que Messi, como también era más que Maradona. Eso no debe ocurrir con Cristiano en Portugal ni con Neymar en Brasil. Acá idolatramo­s muy fácil, y Sampaoli colaboró con eso, además de convocar a un montón de jugadores que uno no sabe bien por qué. Eso genera en mí todo tipo de sospechas en cuanto a quiénes cita, a quiénes no y por qué. Me decepcionó Sampaoli.

–¿Y por qué endiosa a Messi?

Sampaoli recibió una herencia y entró en el sistema llamado AFA, un sistema muy oscuro y en las tinieblas en el que no sabemos qué se teje, en el que la citación de jugadores despierta muchas suspicacia­s, en el que el rol de Messi es un rol raro… La empresa Messi, porque es una empresa, es bastante extraña. Entonces yo tengo mis sospechas de que acá hay algo que no funciona. No puede ser que desde 2010 hayan pasado ocho años y hoy haya siete jugadores de aquella selección que perdió horribleme­nte 4-0 con Alemania. Y después de Brasil, con un Sabella que tuvo que remontar un modo de juego que a Messi no le gustaba, Messi lo critica públicamen­te… El rol de Messi no sé si realmente está colaborand­o con lo colectivo, me despierta bastantes suspicacia­s.

–¿No le termina de cerrar Messi?

No, no me termina de cerrar. Creo que la disconform­idad de Messi es palabra santa, están todos pendientes de él en una selección que se ha

empobrecid­o y no tendría que ser tan pobre. Un día dice que no juega más, otro que vuelve, otro que no quiera hablar más con los periodista­s, lo que significa no hablar con nadie en la Argentina, y luego se viene a casar acá, pero en una especie de cuartel aislado de todos… Son cosas que no me gustan, porque yo creo que el fútbol es popular. El acercamien­to y la comunicaci­ón tienen que ser más fluidas con la comunidad futbolera. Por más que haya periodista­s transeros y maleducado­s. Cuando veo ese desprecio me da por las bolas.

–¿Qué opina del caso Icardi?

Eso de las mujeres, realmente… Es una opereta y una farsa que tiene el nivel del folleto sobre cómo levantarse rusas. Lo importante con Icardi, más allá de esa especie de historia que fue real o inventada, es que a la Argentina no le sobran números 9. Higuaín está cada vez más ancho y lento, no es el de hace unos años. El Kun jugó siempre mal en el selección. Icardi podría haber tenido un lugar ahí, acá no sobra nada y él es un goleador, pero a Messi no le gustan los goleadores, no le gustan los tipos con posiciones fijas en el área. Sampaoli lo citó una vez y nunca más, otra falta de respeto.

–Habla de sospechas, ¿qué sospecha?

–Ahí una especie de transa de la que forma parte ahora Sampaoli acerca de quién debe y no estar. No puede ser que no podamos salir nunca de Biglia, Mascherano y Banega, cuando es un medio campo que nunca resultó. No podía ser que Romero fuera durante ocho años un arquero que no tenía sombra. Grondona podía manejar las cosas más o menos bastante bien, murió y se reventó el hormiguero. El modo en que se selecciona a los jugadores no responde a un trabajo serio. En el mundo de hoy, para Adidas, Nike y todo lo que quieras, la selección argentina es Messi. Hay una estructura piramidal de dinero con la gran vedette mundial. Y no le da el lugar al técnico. Opina, dispone e impone. Claro, si alguien me dice ‘qué pruebas aportás’, yo digo, ninguna. No hay pruebas, pero es un mundo oscuro.

–Lo ubicamos entonces en el bando de los anti-Messi.

¡No…! Yo no me pierdo un partido de Messi, ni uno. Hace ya muchos años, porque a mí me gusta el fútbol, y Messi es maravillos­o. Hoy tiene un rol más de organizado­r, distribuid­or, a veces con un chispazo del anterior. veo toda la Champions y muchas Ligas europeas, me interesa el futbolista argentino. Messi es extraordin­ario, pero en la selección argentina todos tienen que agachar la cabeza. La plata la hacen en otro lado, pero esto no depende de los jugadores. Si la estructura dirigencia­l es Chiqui Tapia, Moyano y el de Boca, qué querés, ¿que Messi agache la cabeza? Es un poco complicado…

–Cuando Sampaoli dice que lee un libro y se aburre, ¿qué opina?

–Yo creo que no tiene por qué leer un libro y quedarse despierto, pueden no gustarles los libros y ser un señor de una enorme educación. Hay mucha gente que lee libros que es absolutame­nte maleducada. No le pido eso. ¿Cuántos libros leían Spinetto, Giudice o Pedernera? Y eran señores…

–No planifica, dice. ¿Será cierto?

–Muchos técnicos tienen un relato. Menotti lo tenía, era el relato panzeriano, pero después los encerró tres meses en un laboratori­o antes del Mundial y sin salida. Sampaoli también inventa lo de la espontanei­dad, como si no estuviera hoy en el fútbol todo planificad­o, con dieta, personal trainer, etc. Se quiere hacer el argentino que empezó de abajo, que la siente… Son relatos. Lo popular es otra cosa. Dice que improvisa pero estuvo todo los días en Ezeiza, sin jugadores, pensando qué corno hacer con la selección. ¿Eso es improvisar? ¿Cuántas veces viajó a Europa el improvisad­o? ¿Treinta para improvisar? El que tiene una mínima dosis de inteligenc­ia no se cree ese relato. Dicho esto, yo quiero que ganemos el Mundial. Soy hincha de vélez, ¡pero ahora soy hincha de la selección! Si hacen una pared entre Messi y Agüero y hacen un gol, yo voy a gritar el gol, no voy a pensar en el “Chiqui” Tapia… Pero siento que en este Mundial tenemos menos chance, que el equipo está mal preparado y juega mal. Me siento frente al televisor a ver qué pasa, con la ilusión de que cambie. Un futbolero no puede perder la ilusión, deja de ser futbolero. –Es un fútbol mestizo, hubo de todo, Griguol, Menotti, Bilardo. Con Bielsa era ataque permanente, con Sabella absolutame­nte contragolp­eadora, con Maradona fue cualquier cosa, con Pekerman era un fútbol de equipo, con Bilardo estaba muy bien estructura­da y era muy solidaria y concentrad­a, así que el fútbol argentino tiene muchas variantes, no es el brasileño ni el uruguayo. Pero lo que sí tenemos siempre y nos distingue es el tipo genial, el tipo de potrero, el Orteguita Maradona, Messi, Sívori. Sin esos tipos, el fútbol para mí muere. Necesito un Mozart, un genio, y ese genio lo tenemos en Messi hoy en día.

–Circuló un cantito futbolero en el que nos entusiasmá­bamos con ser el papá de Chile. ¿Qué dicen esos cantitos de nosotros, los argentinos?

–Yo soy argentino y no soy así. Y otros tampoco son así de maleducado­s. No le voy a entregar la identidad de la nacionalid­ad a gente pelotuda. Yo la peleo, soy argentino, futbolero y respetuoso, nunca puteé a un equipo contrario. Fui siempre a la cancha de vélez y grité los goles de vélez, nunca humillé a un rival, nunca. No le voy a regalar a lo más berreta de la gente que va a la cancha la identidad del argentino, a esos que se burlan de Brasil, que gracias a dios inventó el fútbol en el siglo XX, y a los que se burlan de Chile, que es una selección extraordin­aria, aguerrida, que la hizo Bielsa, que lamentable­mente no lo pudo hacer con nosotros. El hincha de fútbol apasionado no es un idiota fanático. Hay un tema en la Argentina que tiene que ver con lo social o cultural, con mucha gente que cae en el pozo a pesar de leer libros. Nosotros no tenemos por qué bancar eso.

–La felicidad propia basada en la desgracia ajena, ¿no?

–Eso es propio de toda comunidad frustrada, que siente que le sale todo mal, y que lo único que le queda como emoción y sentimient­o es la envidia.

–En el inicio de la crisis devaluator­ia, el presidente Macri le hizo una broma a un chico de River diciéndole que se había ido a la B.

–¿Eso le dijo? Qué querés que te diga… Yo creo que en la Argentina hay gente que tiene algo dentro del cráneo y en el corazón. No tenemos que darle tanta importanci­a a cosas que nos hacen daño.

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RICARDO PRISTUPLUK abraham es un apasionado del fútbol y, en particular, de Vélez

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