LA NACION

La aplicación del VAr es un camino correcto

- Ángel Sánchez

Cuando la FIFA, en palabras del máximo responsabl­e del arbitraje mundial, Massimo Busacca, decidió –a través de la implementa­ción del VAR– priorizar la justicia por delante de la emoción del deporte más popular del planeta, sabíamos que los románticos de siempre iban a aparecer a la caza de encontrar falencias que determinar­an su pronta defunción, y el Mundial iba a ser el momento perfecto para cuestionar el aporte de la tecnología. Pero claro, muchos no conocen siquiera el protocolo que indica cuándo y en qué circunstan­cias el VAR debe actuar.

Debe aplicarse con “mínima interferen­cia, en situacione­s claras y obvias”, es el primer mandamient­o. o sea, lo claro y obvio es lo que no se puede discutir, de lo que nadie tiene dudas y esto es lo que tienen que evaluar aquellos que cumplen el rol del VAR. Dicha situación lo revisa el que tiene el rol principal en la sala de monitoreo, mientras los otros siguen observando el partido. Empieza a solicitar repeticion­es para tomar la decisión de informar o no al árbitro principal de la necesidad de revisar tal o cual jugada. Y es claro en acciones de área, donde debe ser mucho más certero. Él debe evaluar la claridad de la situación para determinar si informa o no al juez principal.

Esto ocurrió en dos jugadas que sirven de ejemplo: las faltas pedidas sobre Pavón (Argentina) y Griezmann (Francia). En el primero de los casos, el VAR la consideró “no clara y obvia”, no teniendo ninguna injerencia en la decisión. Y la segunda sí, por lo tanto se mandó a revisar al árbitro en la pantalla del medio campo, quien determinó la sanción del penal. Hay que recordar que la última palabra –tal como lo determina el reglamento– es del árbitro. Podemos estar o no de acuerdo con la decisión, pero hay que entender que aquellos que deben valorar cada jugada toman conceptos muy claros que fueron vertidos en muchos cursos previos a la competició­n. Con respecto a los asistentes, su función fue modificada: ante jugadas de offside finas y cercanas al área, deben permitir que el juego continúe. Sabemos que al levantar la bandera invalidamo­s situacione­s. Por lo tanto, es preferible que el juego siga, y sea el VAR el que –a la postre–, si se convierte un gol o termina en una jugada favorable y existan dudas en ella, dicha situación se revise.

Seguro hay cosas para mejorar y así dar mayores certezas, pero se apostó (con la aplicación del VAR) por la justicia deportiva y, creo, es el camino correcto.

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