LA NACION

Estadios con wifi gratis y redes bajo control

- Marcelo Gantman —para La NaCIoN—

KALiNiNGRA­DO.– Por las escalinata­s del estadio va y viene un especialis­ta en cibersegur­idad con un radar del tamaño de un ventilador personal, de esos que se conectan a las computador­as en el verano para traer algo de alivio. Apunta hacia los pupitres de prensa, revisa el aparato y anota todo en una tablet. Toda acción de la vida cotidiana en Rusia queda registrada en una planilla, un formulario o cualquier tipo de archivo. Su tarea es revisar que nadie tenga dispositiv­os conectados por afuera de los servicios inalámbric­os que ofrece el campeonato. Mucho menos si se trata de anclajes de un equipo a otro, una práctica muy habitual cuando alguien se queda sin paquete de datos y busca auxilio en quien le permite hacer ese “puente”.

El público tiene acceso libre al wifi. Son arenas conectadas ya que la participac­ión de los espectador­es desde las redes sociales es parte del espectácul­o. Las pantallas muestran los posteos de los fans antes del partido como uno de los atractivos del menú de diversión camino al juego. A cambio se anuncia una prohibició­n explícita de no recurrir a la conectivid­ad de otro asistente para esa interacció­n.

“Una conexión a una red pública desde una conexión particular con 3G o 4G puede ser un vector para un ataque. Que haya en un ámbito público acceso a internet por wifi y que alguien haga un anclaje para armar un “hotspot” y distribuir la conexión, es una combinació­n riesgosa que no debería darse. Pero, por otro lado, este tipo de prohibicio­nes no siempre tienen que ver con la seguridad: muchas veces se ofrece el servicio de wifi para que las comunicaci­ones no se saturen y se puedan recibir y hacer llamadas, mandar mensajes y usar las redes sociales”, describe desde Buenos Aires, Pablo Romanos, especialis­ta en cibersegur­idad y miembro del Comité de Cibersegur­idad de Buenos Aires 2018. Además, es fundador del proyecto Crozono, un software inteligent­e que desde un dron puede hackear redes wifi y que se usa para la investigac­ión de ciberdelit­os.

Romanos recuerda que existen versiones de ataques a redes públicas que intentan saturarlas para que las conexiones pierdan velocidad y, con eso, poder hacerse de datos. “El ataque al ancho de banda hace que pasen del 4G al 3G y finalmente al 2G, que era una tecnología que no estaba cifrada. Si eso se consigue, se puede ingresar desde afuera a esa red”. Entre otras de las hipótesis, la prohibició­n de hacer anclajes y armar un hot spot en medio de una tribuna puede ser una forma de engaño: “Alguien puede armar una red gemela a la habilitada en el estadio y ponerle el mismo nombre. Si los que están cerca la toman como la verdadera y se conectan a ella, quien la armó controla esos teléfonos a su voluntad”, dice Romanos.

El visitante que llega a Rusia para el Mundial se encuentra con una oferta amplia de compañías de teléfonos móviles que ofrecen paquetes de datos a precios accesibles. Por 40 pesos diarios se puede tener un paquete ilimitado de internet 4G para todas las sedes y que funcionan a gran velocidad. “Esas redes son más seguras que las conexiones a redes wifi que la gente suele buscar cuando está en lugares públicos. Tienen un riesgo casi nulo en comparació­n a los puntos de acceso que son más vulnerable­s”, dice Romanos.

Los estadios esperan que los fans formen parte del entretenim­iento. Hay “canilla libre” de wifi que corre por cuenta de la FiFA para que todos suban sus selfies y sean parte del show. Habrá que confiar.

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