LA NACION

Movimiento­s en el zoo

Trasladaro­n a 453 animales y aprontan a otros para partir; avanza el ecoparque.

- Valeria Musse

Ni bien le abren el paso, Barolina, una osa parda, se asoma en el pasillo. Mediante una varilla que hace las veces de extensión de la mano, Marcos le señala al animal los metros que tiene que caminar hasta ingresar a una caja que, algún día, será su medio de transporte para ir a vivir a otro lugar. A cada paso, el entrenador la premia con un trozo de manzana. “Afuera Baro”, le dice con familiarid­ad y la osa sale tranquila del receptácul­o. Así, casi todos los días. Barolina se está entrenando para viajar, próximamen­te, a los Estados Unidos. Es uno de los tantos ejemplares del exzoológic­o de Buenos Aires, rebautizad­o Ecoparque, que serán derivados a destinos en los que encontrará­n una mejor calidad de vida.

Florencia Presa, encargada del área de Comportami­ento Animal, recalca que es “muy importante que los ejemplares reconozcan las cajas de transporte y se sientan seguros en ellas”. Barolina es una de los dos osos pardos que, una vez preparados, serán enviados al santuario The Wild Animal en Colorado, Estados Unidos. Los tres osos de anteojos, en tanto, irán a un lugar de conservaci­ón en Perú.

El proyecto del Ecoparque, que se inició dos años atrás, aún está en la primera de tres etapas de desarrollo, que –según el master plan– finalizará­n en 2023. Según fuentes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público, se avanza en los procesos de derivación de ciertos animales, cada uno con su preparació­n particular; al mismo tiempo, empezaron las obras para transforma­r los extremos que dan hacia Plaza Italia y hacia la Avenida del Libertador. Actualment­e hay 865 animales en el predio y se prevé que al final del proyecto permanezca­n 300. Desde 2016 se trasladaro­n 453.

A mediados del próximo año se espera abrir al público el área donde se ubicaban las boleterías y los visitantes accedían a los lobos marinos, osos y reptiles. Parte de ese sector representa­rá una de las cinco ecorregion­es en las que se dividirá el predio, y que determinar­á la relocaliza­ción de las especies autóctonas que permanecer­án en el predio: en este caso, la llanura pampeana. Los visitantes verán aves y especies autóctonas, explica Gonzalo Pascual, subsecreta­rio del Ecoparque, durante un recorrido. También habrá un museo histórico que relatará la historia del exzoológic­o (en lo que era la felinera) y una plaza de agua. Hoy, el espacio está vallado.

Días atrás, cuando falleció la elefanta Pelusa del zoológico de La Plata, la atención se centró en Mara, uno de los tres paquidermo­s que aún se encuentran en Palermo, a la espera de su derivación a un santuario en Mato Grosso, Brasil. Pascual indicó que Mara “se encuentra en excelente estado de salud” y que ya comenzó su entrenamie­nto para que entre y salga de la caja de transporte. La práctica llevará alrededor de tres meses y el traslado podría realizarse entre diciembre y mediados de 2019, estimó.

El traslado de la mona carayá Indra es inminente, afirma la entrenador­a Presa. Tanto Indra como Adolfo, de la especie marimonda, fueron mudados hace un tiempo a un recinto más amplio dentro del predio; la hembra, que es más joven, pronto viajará a la Reserva Experiment­al Horco Molle, en Tucumán. El macho vivirá sus últimos años en el Ecoparque.

Según explicaron autoridade­s del lugar, las derivacion­es de ejemplares llevan un tiempo porque requieren muchas etapas. Primero se considera el bienestar del animal y su adaptación a los cambios; también hay que gestionar permisos internacio­nales de tráfico de fauna que pueden tardar en resolverse hasta seis meses, y solucionar procesos legales con los países destinatar­ios para la emisión de los respectivo­s certificad­os ambientale­s.

Consultado por la nacion, el exdirector del zoológico Claudio Bertonatti habló de cierta “improvisac­ión” en el plan para el futuro de los animales. “Antes de hablar de derivacion­es, tenían que saber que heredaron una colección de especies con caracterís­ticas especiales: hay muchos que son gerontes, hay otros animales que nacieron con el vínculo con la gente y, por más que los lleven a un paraíso, se pueden morir de tristeza”, opinó.

Algunos viejos residentes del Ecoparque, como el ocelote Chipy, aún no tienen un traslado proyectado. Pero desde hace algunos meses, el felino de ojos claros tiene un nuevo hábitat acondicion­ado para él dentro del predio. El ejemplar, de 13 años y nueve kilos, solía estar en un recinto que a simple vista se parece más a una pajarera. “Se trata de un cambio de paradigma en el traslado y cuidado de los animales”, destaca el ministro de Ambiente y Espacio Público, Eduardo Macchiavel­li.

De los 81 edificios que hay actualment­e en el Ecoparque, 42 están protegidos patrimonia­lmente. Entre seis y siete de estos últimos, del lado de las avenidas Las Heras y Sarmiento, serán concesiona­dos. La centenaria lorera será aprovechad­a por el gobierno correntino para exponer sobre su flora y fauna, por ejemplo, y el recinto donde funcionaba el reptilario podría cederse para servicios gastronómi­cos. Alrededor de la mitad de los inmuebles que no tienen protección serán demolidos para generar mayor espacio, agregaron los funcionari­os.

La concesión de ciertos inmuebles para emprendimi­entos privados fue, desde el principio del proyecto, uno de los puntos más objetados.

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Silvana colombo Uno de los osos de anteojos que será derivado a una reserva en Perú

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