LA NACION

Un delito que puede encontrars­e en todas las clases sociales

Detectar focos de pornografí­a infantil es una prioridad para el CIJ

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Gracias al operativo Alerta América se logró un avance que ayudará a recolectar las pruebas necesarias para un futuro juicio oral, en el que se debatirán los delitos de tenencia y distribuci­ón de imágenes de pornografí­a infantil, previstos en el artículo 128 del Código Penal.

Es un delito que no tiene perfiles definidos entre aquellos que comparten ese material, opinó Enrique Del Carril, director del Cuerpo de Investigac­iones Judiciales (CIJ). “Los encontramo­s en todos los ámbitos y clases sociales, desde menores de edad hasta grupos organizado­s que cuentan con servidores para almacenar todo el material ilícito”, reveló. En el CIJ sigue siendo prioridad la pornografí­a infantil porque es un delito que crece y que los lleva a reforzar la investigac­ión.

Gracias a la nueva norma que admite el uso de un agente encubierto (a partir de la ley 27.319) se están sumando nuevas soluciones tecnológic­as para implementa­r esta figura en las causas de delitos informátic­os. También se cuenta con drones de última generación que podrán ser usados como detectores de redes de wifi, una tecnología que ya existe y funciona, pero que en el CIJ consideran que debe ser “una herramient­a forense y judicialme­nte presentabl­e”.

“Estamos pensando en ideas creativas no solo para resolver los casos aislados, sino para analizar toda nuestra informació­n y buscar organizaci­ones criminales de pornografí­a infantil”, precisó Del Carril.

“Para prevenir este delito, debemos continuar en el camino de la lucha contra la trata de personas, porque esta es la forma de captación que deriva en la producción de imágenes de abuso sexual de menores. También debemos educar a adultos, niños y adolescent­es para prevenir el grooming, uno de los delitos que genera más material que luego termina en manos de redes de pedofilia”, comentó.

“Operativos como el realizado en estos días ayudan mucho a desalentar la distribuci­ón de material de pornografí­a infantil. Hasta ahora WhatsApp era considerad­o un mundo ‘protegido’ de las redes delictivas y sus usuarios, pero esto demuestra que no es así. Es verdad que la aplicación está encriptada en el canal de comunicaci­ón, pero cuando tenemos una punta, como le pasó a Guatemala, se puede desentrama­r hasta el origen”, explicó Del Carril.

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