LA NACION

Sampaoli dirigirá contra Nigeria: las razones Cristian Grosso

Nadie del plantel ni de la AFA lo quiso echar; culpas y angustias de un técnico condiciona­do

- Cristian Grosso y Andrés Eliceche

Los pasos cortos y eléctricos se los reserva para la cancha, donde se lo llevan los demonios. Pero en los entrenamie­ntos arrastra la pelota siempre cerquita del pie izquierdo, con movimiento­s cansinos, con una pereza que desafía el alto voltaje. La mañana siguiente al ‘clamor decapitaci­ón’ encuentra a Sampaoli al frente de la práctica de los habituales suplentes. Todavía Nigeria no le ganó a Islandia, sin embargo el técnico reúne al grupo y le confía un presagio en tono de arenga: “Vamos a tener una bala más y vamos a jugarla”. La madrugada de rumores se va apagando… ¿Los jugadores exigieron la destitució­n de Sampaoli después de la traumática derrota ante Croacia? No. El dolor y la frustració­n fueron más fuertes que cualquier motín o sublevació­n. “Como para voltear a alguien estamos, si no podemos ni con nuestra alma”, le confío a la

un futbolista del plantel que nación no pudo dormir en toda la noche, después de los tres azotes croatas. No es momento para revolucion­es internas. Íntimament­e, tampoco se sienten autorizado­s a darlas. ¿Cómo alzar la voz o señalar con el dedo si la deuda los acusa?

¿Sampaoli pensó en renunciar en algún momento? No. “Vinimos todos juntos y nos vamos a ir todos juntos”, le confía, ahora, un integrante del staff técnico a la nacion.

El técnico está arrumbado, se siente culpable del colapso. Asume que no apretó las teclas correctas para definir un funcionami­ento, al menos, básico. Por estas horas, carga con su cruz: públicamen­te manifestó que Lionel Messi es el mejor jugador de la historia, lo elevó a la categoría de prócer, y, con él en el plantel, espía el precipicio de una eliminació­n caótica. La sensación de no haber estado a la altura de la situación lo asfixia.

¿Jorge Luis Burruchaga como entrenador alcanzó la estatura de opción? No. Para nadie. El propio Burruchaga, una gloria de México86, por estos días en Rusia en su función de manager del selecciona­do, se sorprendió ante el rumor. Hasta lo consideró de mal gusto y, por si hiciera falta certificar­lo, de ninguna manera hubiese aceptado alguna señal en esa dirección.

¿La AFA pensó en echarlo a Sampaoli? Nunca. ¿Por convicción? Más por convenienc­ia. El debate sobre su continuida­d se abrirá cuando la selección termine su recorrido por la Copa del Mundo…, y el entrenador llevará las de perder. Ahora, es una cuestión esencialme­nte de diplomacia y beneficio. Un giro tan abrupto agregaría combustibl­e a un incendio que tiene al fútbol argentino en el eje del debate internacio­nal. Destituir a Sampaoli avivaría el estrarle cándalo. Además, con contrato hasta 2022 –existe una clausula de revisión para ambas partes al término de la Copa América de Brasil 2019–, echarlo a Sampaoli representa­ría un gasto milonario. Significar­ía pagar una indemnizac­ión cercana a los 8,4 millones de dólares netos. Si s eincluye todo el cuerpo técnico, el número trepa hasta los 14 millones. Con una tesorería asolada, a nadie en la AFA se le ocurrió destituirl­o.

Fuentes del corazón de la AFA confiaron que tampoco recibieron ninguna “sugerencia” por parte del plantel. Sí, hay cierto fastidio con los jugadores de la vieja guardia. Desde el cuerpo dirigencia­l, se filtra: “Les dimos todo. Pidieron modernizar el predio de la AFA, viajar cómodos en los mejores vuelos, alojarse en buenos hoteles, concentrar­se en el predio de Barcelona, cancelar el amistoso con Israel... Ojo, con sensatez, ellos no querían que se repitieran escenas de un pasado cercano de desorganiz­ación. Pero no tienen de qué quejarse. Ni ellos ni el cuerpo técnico pueden reprocharn­os o reclamar nada”. Y otra fuente dirigencia­l, sumó una mirada más crítica: “Entre ser diligente y condescend­iente hay una línea muy delgada. No es casual que hayan pasado tantos técnicos por el mismo grupo de futbolista­s”. Basile, Maradona, Batista, Sabella, Martino, Bauza, Sampaoli... Esed dirigente hablaba de desgaste e intromisió­n. Claro que nadie en la AFA tendría que hacerse el distraído.

En los últimos días se precipitar­on algunas diferencia­s de criterio en el propio cuerpo técnico. Disparidad de conceptos, de enfoques futbolísti­cos. Nadie se sorprender­á si, al término de la aventura mundialist­a, y más allá de la evaluación que realice la AFA, Sampaoli y Sebastián Beccacece, su ayudante, vuelven a recorrer caminos diferentes.

La relación entre el cuerpo técnico y el plantel no está quebrada. No, al menos, al punto del destrato o la desobedien­cia. Sí, la cumbre de ayer disparó frontales planteos de las partes que se zanjaron con un coincident­e ‘vamos juntos para adelante’. Hace algunos días, Messi y Sampaoli habían mantenido una reunión para unificar puntos de vista estratégic­os. El capitán había dejado su rúbrica en aquel doble cinco, Biglia-mascherano, del frustrante debut con Islandia. El entrenador le explicó las razones del nuevo plan que pensaba desplegar con Croacia y Messi lo aceptó. Nunca se sabrá si totalmente persuadido, porque, le confían a desde la intimidad la nacion de la selección, ya se había convertido en este jugador aturdido, casi ausente, que permanece muchas horas en silencio en el cuarto 221 del Bronnitsy Training Centre.

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A. greco / e. especial Pensativo, Sampaoli sabe que ahora debe acertar

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