Ese vacío que Messi no quiere llenar
BRONNITSY, Rusia.– Por más goles que esté metiendo Cristiano Ronaldo, el portugués sigue sin llegarle a los tobillos al desconcertante Lionel Messi del Mundial de Rusia. ¿O hay algún otro futbolista capaz de ser eje al mismo tiempo de amenazas de Estado Islámico y del Mossad? Lo primero no fue comprobado nunca, y el presunto enojo de los servicios secretos israelíes forma parte de las increíbles historias que circularon este fin de semana por los enfebrecidos celulares de millones de argentinos. De lo que no hay dudas es de que Messi no tiene paz. En parte por la dinámica de un microclima mediático y social en el que se han roto límites de toda la vida, y en buena parte por culpa suya.
Messi, Claudio Tapia y Jorge Sampaoli conocen, aunque más no sea intuitivamente, esa ley de la física que dice que todo espacio vacío tiende a ser llenado. Como ninguno de los tres ocupa el vacío que genera su estruendoso silencio, los audios que saltan de celular en celular van llenando de delirios ese espacio. Tres frases claras en público del capitán de la selección desactivarían el asunto, mucho más que lo que puedan decir Tapia o Sampaoli. Pero Messi, en las horas en que se convierte en un hombre de 31 años, opta por no hablar. Él sabe bien por qué no lo hace, aunque si la situación se desmadrara al extremo no podrá esperar no ser señalado.
Entretanto, el silencio messiánico contribuye a que la selección se tome venganza de la goleada de 6-1 que España le propinó en marzo. ¿Cómo? Sí, porque la mejor historia del Mundial –echar a su técnico 48 horas antes del debut– ya no es la española, ahora es la argentina. El culebrón celeste y blanco es a esta altura incomparable.
El sábado, en medio de esa pesadumbre ensimismada del “10” que tiene de los nervios a la selección y a buena parte del país, Messi sonrió por fin con ganas. Acababa de aterrizar en su teléfono un whatsapp con una foto que lo mostraba con camiseta nigeriana festejando un gol, eso que aún no pudo hacer en el Mundial. Se lo relató a la nacion alguien que lo conoce como pocos. Y no le viene nada mal reírse al capitán de la selección, víctima de ese clima conspirativo del que no se puede abstraer ningún famoso en el país. Ejemplo: ¿qué le pasó por la cabeza, meses atrás, cuando Sampaoli dijo que la selección era “el equipo de Messi”? Al revés de lo que podría pensarse, ni él ni su entorno lo sintieron como un elogio, y lejos estuvieron de interpretarlo como una muestra de confianza o poder. No, la sensación que les quedó fue que se estaba “preparando el terreno” para que, si la cosa salía mal, “se le echara la culpa de todo al capitán”.
Bueno, la cosa está saliendo mal, francamente mal, y en ese contexto Messi no quiere que se le eche la culpa. En situaciones como ésta, el mejor futbolista del mundo reacciona en forma atávica, casi genética, y también con la experiencia de un jugador que es todo un veterano en esto de la selección. La reacción genética pasa por no ser capaz de metabolizar con velocidad y en paz la derrota, los contratiempos. Messi se hizo futbolista de una manera inusual, convirtiéndose, partido tras partido, en el salvador de sus amigos y de sus equipos. Cuando las cosas se complicaban aparecía él para meter una ristra de goles. Este Mundial no le viene funcionando así, y eso lo irrita y desconcierta. La otra reacción, la racional, tiene que ver con el hecho de que siente que sabe muchísimo de fútbol, cosa que es obviamente cierta. Se hizo grande en el deporte charlando con Guardiola, Xavi, Iniesta o Busquets y compitiendo con Cristiano Ronaldo, José Mourinho y Sergio Ramos, además de que su día a día transcurre en el muy profesional y organizado fútbol europeo. Cuando Sampaoli los inunda de palabras, pierde interés. Cuando nota que el técnico duda y se somete, le pierde el respeto. Y cuando la AFA funciona como funciona la AFA, se harta y quiere tomar el control.
“Los jugadores están haciendo lo que les pide el técnico, pero es algo que no se puede hacer”, explica a la nacion ese hombre que conoce ames si como pocos. Y como Messi a esta altura amortizó a Sampaoli como técnico, algo que sucede también con la gran mayoría de los 22 restantes, su intervencionismo crece. Un nuevo problema, porque hay algunos de sus compañeros que recelan ante tanto poder de mando. “Messi tiene siempre la palabra final. Decide hasta quién se sienta en el fondo del micro de la selección y quién no”, aseguró a la nacion una fuente de trato habitual en Rusia con uno de los 23 jugadores de la selección. Según ese jugador, Messi dispone y Javier Mascherano ejecuta.
Cierto o no, el problema de Argentina no pasa precisamente por la ubicación en el micro. Mal preparada para el Mundial, sin partidos amistosos que convirtieran a la selección en equipo, el experimento Sampaoli no está funcionando. “Para sacar la pelota jugada de atrás pasaban cinco minutos pasándosela de lateral a lateral. Así no se puede jugar”, observó tras los dos primeros partidos en Rusia una de las personas que más conversa en estos días con Messi, que hoy no estará con su esposa ni con sus tres hijos para celebrar su cumpleaños. El plan, dicen fuentes muy cercanas al jugador, es que la familia se junte el martes próximo en San Petersburgo, en el día del partido a todo o nada con Nigeria. Sería una foto que desactivaría otros rumores.
¿Cómo está Leo de ánimo? “Siete puntos”, asegura la fuente. “Y mejorando”.
Cuando Sampaoli los inunda de palabras, Messi pierde interés. Cuando nota que duda y se somete, le pierde el respeto