LA NACION

La admiración por los autócratas, una constante de Trump

Líderes como Putin, Xi, Al-sisi, Kim, Duterte y Erdogan han recibido elogios del republican­o

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Impredecib­le, impulsivo y rodeado de un aura de caos, Donald Trump ha mostrado una particular consistenc­ia durante su carrera política, incluso ya desde antes de llegar a la Casa Blanca: su admiración por líderes totalitari­os.

La lista es nutrida: el dictador norcoreano, Kim Jong-un; el presidente ruso, Vladimir Putin; el chino, Xi Jinping; el egipcio, Abdel-fatah al-sisi; el filipino, Rodrigo Duterte, y el turco, Recep Tayyip Erdogan, que hoy pone a prueba su puño de hierro en las urnas.todosrecib­ieron,enmayorome­nor medida, algún elogio de Trump.

Ese arrobo del jefe de la primera potencia global alcanzó, incluso, a dictadores depuestos y ya fallecidos, como Saddam Hussein –dijo que era “un tipo malo”, pero elogió su eficacia para “matar terrorista­s”– o Benito Mussolini, de quien tuiteó una cita durante la campaña presidenci­al: “Es mejor vivir un día como un león que 100 días como cordero”.

“¿Qué diferencia hay si fue Mussolini o alguien más? Es, ciertament­e, una cita muy interesant­e”, se justificó Trump. La frase reciclada del Duce echa luz a uno de los motivos de la admiración del republican­o por los dictadores: suele destacar que son líderes “fuertes” o “duros”. Lo dijo de Putin, y también de Kim: de cada uno, señaló que era “un tipo fuerte”.

En una entrevista tras la cumbre con Kim en Singapur, Bret Baier, periodista de Fox, le recordó que el dictador había mandado a ejecutar personas. Otros ya le habían recordado que Kim mantiene a decenas de miles de prisionero­s políticos en gulags. Pero Trump evitó condenar últimament­e otras atrocidade­s del régimen, y hasta llegó a decir que el pueblo norcoreano, hambriento, aislado y bajo un manto de hierro, “ama” a Kim.

“Ey, es un tipo duro. Cuando te hacés cargo de tu país, un país duro, gente dura, y reemplazás a tu padre, no me importa quién sos, qué sos, cuánta ventaja tenés. Si podés hacer eso a los 27 años, digo, hay uno en 10.000 que podrían hacer eso. Así que es un tipo muy inteligent­e. Es un gran negociador”, le dijo Trump a Baier.

Esa actitud presidenci­al genera escalofrío­s en Washington. Más aun cuando queda a la vista de todos el filoso contraste con el trato que Trump le prodiga a líderes occidental­es, aliados históricos de Estados Unidos, como el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, o la canciller alemana, Angela Merkel. Pocos republican­os han dicho algo al respecto.

Una de las contracara­s más claras fue cuando Trump llamó a Trudeau “débil” después de chocar en la última Cumbre del G-7 por las disputas comerciale­s. Para Trump, es uno de los peores insultos que le puede enrostrar a alguien.

Analistas, diplomátic­os, organizaci­ones civiles y de derechos humanos miran con espanto el acercamien­to de la Casa Blanca con líderes dictatoria­les, a sabiendas del peso que tiene la ausencia de una voz fuerte desde Estados Unidos en la arena global a la hora de condenar atrocidade­s. Existen excepcione­s, pero son pocas. Trump y su gobierno han sido duros y rápidos en condenar, por ejemplo, a Raúl Castro y Nicolás Maduro.

“Me reúno con líderes de países en desarrollo todo el tiempo, y con frecuencia me dicen ‘¿por qué viene a hablarnos sobre abusos contra los derechos humanos?, ¿por qué no va y habla con Trump, que no parece que se preocupe por los derechos humanos?’ El punto es el impacto del presidente de Estados Unidos. Tiene un efecto multiplica­dor que viaja por todo el mundo”, dijo a la nacion, Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacio­nal (AI).

La Casa Blanca y el propio Trump minimizaro­n su retórica amena hacia los autócratas. Putin, por caso.

Steve Levitsky, politólogo de la Universida­d de Harvard y coautor del libro Cómo mueren las democracia­s, dijo al sitio Politico que la actitud de Trump es preocupant­e porque cumple con todos los rasgos de “un líder muy autoritari­o”. En una entrevista reciente con Fox, Trump volvió a elogiar a Kim. “Habla, y su gente se sienta, atenta. Quiero que mi gente haga lo mismo”, dijo. Luego intentó matizarlo: señaló que fue un chiste.

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