La “tolerancia cero”, un peligro que no logra frenar a los migrantes
Muchas familias de América Central creen que afrontar un posible arresto es mejor que quedarse en sus países
TUCSON, Arizona.– Cuando Luis Cruz dejó a su esposa, cuatro de sus hijos y la casa que él mismo había construido, ya había escuchado que los oficiales norteamericanos podrían separarlo del único hijo que lo acompañaría. Sin embargo, a principios de este mes, padre e hijo partieron juntos de Guatemala.
Esta semana, poco antes de llegar a un refugio de inmigrantes en Tucson, Cruz señaló que la verdad era que prefería estar apartado de su hijo si eso les evitaba tener que soportar lo que dejaron atrás. “Si nos separan, nos separan”, dijo Cruz, de 41 años. “¿Volver a Guatemala? Es algo que mi hijo no puede hacer”.
En Estados Unidos, hace años que los chicos y los padres atrapados en la frontera sur son puestos en libertad mientras la Justicia procesa sus casos, resultado de un acuerdo legal obtenido con mucho esfuerzo y diseñado para evitar que los chicos pasen largos meses en detención federal. Para los ojos de la administracióntrump,estaprácticasirvecomo una invitación abierta para personas como Cruz, y juega un papel crucial para atraer a miles de familias a través de la frontera con México.
Las nuevas políticas migratorias de Trump –primero, separar a las familias, y ahora el intento de cambiar el acuerdo legal sobre la detención de las familias de inmigrantes– representan un agresivo esfuerzo orientado a rescindir esa invitación y condujo al país a un debate sobre los límites de su generosidad.
Pero las entrevistas en los refugios y en los pasos fronterizos hechas esta semana, así como el análisis de las cifras recientes de inmigración sugieren que incluso con restricciones más intensificadas sobre las familias, el presidente norteamericano tendrá grandes dificultades para detener el flujo inmigratorio.
Aunque todavía es imposible saber si la “tolerancia cero” de Trump tendrá un efecto disuasorio, algo quedó claro esta semana en la frontera de Arizona-méxico: muchas familias –especialmente las de países de América Central asolados por sus economías y por la violencia– concluyen que incluso la separación y la detención en Estados Unidos es mejor que la situación en su país.
“¿Por qué hacen un viaje tan peligroso?”, se preguntó Magdalena Escobedo, de 32 años, que trabaja en un refugio en Tucson. “Cuando te apuntan con un arma en la cabeza, cuando amenazan con violar a tu hija, cuando te extorsionan en el trabajo y obligan a tu hijo a trabajar para los carteles, ¿qué vas a hacer?”.
René Pérez (40 años), que la semana pasada entró con su hijo a Estados Unidos, dijo que sabía que podrían haberlos separado o puesto bajo custodia. “Si sucede, sucede”.
En Nogales, una ciudad fronteriza mexicana, muchos padres preparados para cruzar la frontera dijeron que la separación temporaria de sus hijos en la frontera sería preferible a enfrentar la violencia que sufren en su país. “Prefiero aceptar eso y saber que mi hijo está a salvo”, señaló Lisbeth de la Rosa, de 24 años, que esperaba en fila con su hijo de 4 para entrar a Estados Unidos.
“Vale la pena”, dijo Lidia Rodríguez-barrientos, de 36 años, acompañada por su hija de 9. “¿Por qué? Porque tenemos miedo de volver.”
En los últimos años, la política de detención en la frontera estuvo guiada por un acuerdo de 1997 en el caso Reno vs. Flores, que le prohibió al gobierno federal detener a los chicos inmigrantes, excepto por un corto período de tiempo y bajo ciertas condiciones. Más tarde, el acuerdo fue interpretado para incluir a chicos que viajaban con sus familias.
Reticentes a separar a los jóvenes inmigrantes de los padres que viajaban con ellos, tanto la administración de George W. Bush como la de Barack Obama acordaron liberar a las familias mientras esperaban el proceso judicial de inmigración correspondiente, aunque los funcionarios demócratas recién procedieron de esa manera después de haber sido demandados por su política de mantener detenidos todos juntos a los integrantes de las familias.
Hace mucho tiempo que los críticos, incluido Trump, dicen que concederles la libertad a los inmigrantes de las familias mientras sus casos están pendientes alienta a los padres a entrar al país acompañados por sus hijos, lo que efectivamente corroboran algunas conversaciones.
“Es la razón por la que vengo con un menor”, dijo Guillermo T., de 57 años, un obrero que llegó hace poco a Arizona. Víctima del desempleo en Guatemala, decidió partir hacia el norte. Le habían dicho que ir con su hija de 16 años le aseguraría el paso. Pidió que solo se mencione su nombre de pila para evitar consecuencias negativas en el tratamiento de su caso judicial. “Ella era mi pasaporte”, afirmó, en referencia a su hija.
El gobierno solicita efectuar cambios en el acuerdo Reno vs. Flores que les permitirían a los funcionarios detener a chicos con sus familias por un tiempo mayor al corto período permitido bajo el actual acuerdo. Ya los abogados de la administración Obama pidieron cambios en ese acuerdo y se los negaron. En cualquier caso, es difícil prever que eso detenga el flujo de migrantes.