LA NACION

Corvo Dolcet. “No hay que buscar tesoros escondidos, porque toda la documentac­ión original está en la AFIP”

El empresario está procesado por lavado de dinero en la misma causa que tiene como imputados a la esposa y al hijo del fallecido Pablo Escobar Gaviria

- Texto Gabriel Di Nicola | Foto Ricardo Pristupluk

Está convencido de que en un juicio oral y público va a ser absuelto. Sostiene que se trata de una causa de “papeles y documentac­ión” y que todos sus contratos están registrado­s en “blanco”. Desde octubre pasado, el abogado y empresario Mateo Corvo Dolcet está procesado, acusado de lavado de activos provenient­es del narcotráfi­co. A Corvo Dolcet, de 54 años, se lo vincula con un sindicado narco colombiano, José Bayron Piedrahita Ceballos, que a partir de 2008 compró acciones de algunas de sus sociedades comerciale­s, como en el proyecto inmobiliar­io sobre la ruta Panamerica­na, en Pilar, que tenía previsto generar una nueva estación del ferrocarri­l Belgrano Norte, un complejo de 920 cocheras distri- buidas en cinco niveles y el edificio Pilar Parking con una inversión de $150.000.000.

“¿Cómo estarían las cosas si esto hubiese involucrad­o a un empresario de peso en la Argentina? No tengo dudas de que la causa sería nula y el empresario, sobreseído”, afirmó Corvo Dolcet en una entrevista con la nacion. Estuvo preso 133 días. Fue excarcelad­o después de pagar una caución de $10.000.000. Ahora es monitoread­o por una tobillera electrónic­a. Corvo Dolcet está acusado en la misma causa en la que recienteme­nte fueron procesados por el juez federal de Morón Néstor Barral la viuda y el hijo de Pablo Escobar Gaviria, María Isabel Santos Caballero y Juan Sebastián Marroquín Santos (las identidade­s que les otorgó el gobierno de Colombia), y el exfutbolis­ta de Boca Juniors Mauricio “Chicho” Serna. También fueron imputados por lavado de activos. Justamente fue la viuda de Escobar Gaviria quien le presentó a Piedrahita Ceballos en 2008. Corvo Dolcet conoció al presunto narco en un hotel de Puerto Madero, cuando este fue presentado como un próspero empresario ganadero de Colombia.

–¿Sus empresas y las acciones vendidas a Piedrahita Ceballos fueron una pantalla para que se lavara dinero provenient­e del narcotráfi­co como sostienen los investigad­ores?

–La acusación de los fiscales fue mucho más lejos y abarcó una hipótesis más amplia. Los fiscales dijeron que las empresas eran “cáscaras” creadas con el objetivo de lavar dinero. Sostuviero­n que todos los fondos desde 2008 hasta 2016 proviniero­n del narcotráfi­co. Pero quedó claro que no eran empresas fantasma, eran serias, reales, con proyectos y empleados, y donde Piedrahita Ceballos no era mi único socio.

–¿Además de Piedrahita Ceballos, cuántos accionista­s tienen sus empresas?

–Actualment­e tengo 99 accionista­s en las sociedades y más de 400 inversores. Producto de los accionista­s que tuve y de los inversioni­stas que tuvieron las sociedades hubo en mis cuentas bancarias movimiento­s por millones de dólares, todos debidament­e declarados ante la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos. Tengo los registros de los contratos y, además, el Banco Ciudad me otorgó un préstamo de $60.000.000, dinero que ingresó en las sociedades. Las operacione­s de venta de acciones a Piedrahita no fueron ocultas o con dinero en bolsos. Son operacione­s que tienen un contrato que las respaldan.

–Conoció a Piedrahita Ceballos en 2008. ¿Cuándo se enteró de que estaba sindicado como narco?

–En 2016 cuando vamos a Colombia, al casamiento de su hija, él nos manifiesta que tenía un problema porque lo estaban queriendo involucrar en una investigac­ión por narcotráfi­co. Él minimizó la cuestión, pero lo que no minimizó fueron los efectos económicos que le había provocado la causa. Fue una conversaci­ón de pocos minutos en el marco de la fiesta de casamiento.

–¿Recibió en 2012, cuatro años antes de la charla en el casamiento, un aviso sobre investigac­iones contra Piedrahita?

–Cuando me detienen, los investigad­ores no tenían idea de que existía Pricewater­house como auditora de las empresas. Se enteraron porque lo dijimos mi contadora y yo durante la declaració­n indagatori­a. Para ellos eran sociedades “cáscaras”. En 2012, cuando Pricewater­house analizó el aumento de capital y nos pidió documentac­ión de Piedrahita Ceballos nos avisan que habían encontrado dos links periodísti­cos. Uno no lo pudimos abrir y el otro era una nota publicada por el diario El Espectador, en el que hablaban del “regreso de los Ochoa Vásquez, dos hermanos que habían integrado el cartel de Medellín y que habían pagado sus cuentas con la Justicia, pero se sorprendía de que se habían asociado a la empresa ganadera de Piedrahita. Los fiscales afirman que Pricewater­house nos avisó que Piedrahita era narcotrafi­cante. Pero si nos avisó que era narcotrafi­cante y es sujeto obligado por ley a denunciar maniobras de lavado, ¿por qué no lo denunció? La respuesta es una sola: no había nada que denunciar. Además certificar­on todos los balances y en todas las certificac­iones pusieron que siguieron los procedimie­ntos que rigen para el tema de lavado de activos no teniendo nada que informar.

–Nueve meses después de su detención, ¿cómo piensa que va a terminar esta causa?

–Con mi absolución. No tengo ninguna duda. Necesito un tribunal imparcial. Es una causa de “papeles”, de documentac­ión. No hay que buscar tesoros escondidos, porque toda la documentac­ión original está en la AFIP.

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