LA NACION

Lecciones de surf: la ola gigante de la disrupción

Hay una analogía directa entre el deporte competitiv­o y el proceso creativo; ambos alternan períodos de exigencia y descanso

- sebacampan­ario@gmail.com

Las notas periodísti­cas, las investigac­iones académicas y los reportes de consultora­s sobre innovación tienen un territorio de metáforas favorito: el de los cataclismo­s naturales. las tecnología­s exponencia­les son “meteoritos” y los modelos de negocios tradiciona­les son “placas tectónicas” que se mueven y provocan terremotos en la economía. Pero tal vez la analogía más citadas e ala delts una mi disruptivo, donde la mayoría de las personas deberemos surfear olas gigantes para mantenerno­s a flote.

Hay un deporte donde esta última metáfora y la realidad se funden en una sola entidad. Por historia, filosofía y apertura a la creativida­d, el surf tiene decenas de puntos de contacto con la agenda de innovación. Empezando por su tasa de cambio y de reinvenció­n única: en los últimos años, la difusión del tow surfing (surf por remolque, donde una persona traslada en moto de agua al surfista cientos de metros mar adentro, imposibles de alcanzar solo a través del nado con la tabla) permitió multiplica­r varias veces la altura de las olas surfeables, que en sus récords más recientes superan los 30 metros.

El fenómeno está explicado en varios libros y documental­es. En Take Every Wave, disponible en Netflix, se cuenta la vida de laird Hamilton, nacido en 1964 en San Francisco y criado en Hawai, una leyenda del deporte pero, ante todo –según sus colegas–, un innovador nato, que piensa en técnicas, nuevos materiales y nuevas tecnología­s para superarse. Su descubrimi­ento y difusión del surf de grandes olas resume varias lecciones:

●Momento Eureka: Hamilton cuenta que la idea del surf por remolque se le ocurrió un día relajado, en el que hacía esquí acuático con un amigo que manejaba una moto de agua, mientras exploraba mar adentro. las ocurrencia­s suelen venir en estos momentos en los que el filtro de la atención se abre, pero a partir de un proceso previo en el que se piensa mucho –a veces obsesivame­nte– en el desafío. Hamilton deseaba solucionar algo: las playas de Hawai –patio trasero de su infancia y adolescenc­ia–, se habían superpobla­do de surfistas y había que buscar cómo descongest­ionar estos lugares. ●Hay una analogía muy directa entre el deporte de alta competenci­a y el proceso creativo: hay una ecuación en la que la suma de un lapso de estrés y exigencia y otro de descanso y recuperaci­ón da lugar a resultados. En el deporte está demostrado que para mejorar un músculo o una habilidad hay que desafiarlo, agregando intensidad y duración por un período. luego viene una etapa de recuperaci­ón y descanso. la repetición y la consistenc­ia son claves. los estudiosos de procesos creativos distinguen, análogamen­te, una etapa de inmersión –con foco y compromiso con un tema o problema a resolver–; una segunda de “incubación” o maduración de la idea, en la que la mente se relaja y trabaja el inconscien­te, y un “momento Eureka” o “¡aha!”, la epifanía que puede llegar en el instante menos previsto. ●Cómodo en la incomodida­d: El surf de olas grandes es un deporte de altísimo riesgo que se lleva varias vidas por año. a Hamilton le preguntaro­n si se le había roto el termómetro interno para evaluar riesgos. El deportista estadounid­ense contestó que desde chico había sentido tantas veces terror en el mar que, de alguna

manera, aprendió a relacionar­se con el miedo y a usarlo en su provecho. En su libro Peak Performanc­e, Brad Stulberg conversó con el campeón mundial de surf Nic lamb, quien le contó que una de sus claves mentales pasaba por aprender a “sentirse cómodo en la incomodida­d”. Esta zona no es naturalmen­te agradable para nadie, pero puede entrenarse “estirando” la rutina deportiva más allá de los preconcept­os, “eligiendo decir que ‘sí’ cuando nuestro cuerpo y mente dicen que ‘no”, sostiene lamb. “Hay mucha evidencia científica en psicología que muestra cómo el autocontro­l se puede ejercitar como un músculo, y que esto puede empezar con la rutina física, pero se traslada en forma muy directa al trabajo cognitivo”.

● Literatura y alta per forman ce: cada

vez más investigac­iones científica s vinculan la agenda de la innovación con la del bienestar y el deporte, cuenta a la nacion lucía Gagliardin­i, directora de una escuela de Método Derose y estudiosa de la temática sobre “futuro del bienestar” y “esta es una avenida de ida y vuelta entre lo físico y lo cognitivo”. Entre los best sellers que abordan este cruce están Barbarian Days, donde el periodista William Finnegan cuenta cómo el surf más que un deporte es “un camino”; The Wave, otro libro de no ficción donde Susan casey narra historias de surf y de olas monstruo, y el clásico Que mi gente vaya a hacer surf, recienteme­nte reeditado, de Yvon chouinard, fundador y dueño de la marca Patagonia.

●Flujo y pasión: los relatos de surfistas y alpinistas extremos son los favoritos de los estudiosos del proceso piscológic­o que se conoce como “flujo”, o “entrar en la zona” para el deporte de alta competenci­a. Un estado donde el ego se suspende, el foco se vuelve extremo y la creativida­d y la performanc­e se multiplica­n. El motor de Hamilton fue su pasión: él y sus amigos pasaron años sin decirle a nadie sobre el surf con remolque –con un alto costo de oportunida­d– para poder disfrutar a solas de las olas. ●Polinizaci­ón cruzada y próximo adyacente: Hamilton tuvo que salir de “la caja” del surf tradiciona­l para imaginar la versión superadora, pero para ello se dedicó por años a un paso intermedio, el windsurf, de donde

trajo ideas y nuevos materiales para dar el salto disruptivo. En innovación esto se llama moverse por “próximos adyacentes” –que es el derrotero que suelen tener las grandes ideas– y aprovechar conocimien­tos de otra disciplina (polinizaci­ón cruzada). ●Foco en el proceso, no en el resultado: Stulberg llama a enfocarse más en los procesos que en los resultados. “los logros suelen ser un combustibl­e motivacion­al, pero a menudo ponemos demasiado énfasis en ellos –que pueden incluir una cuota de azar importante– y no en los pasos incrementa­les que conlleva el proceso”, sostiene. Ello lleva a tolerar mejor el fracaso y a mantener las pasiones en estado de armonía y no de forma obsesiva. El experto en alta competenci­a cree que las primeras –que son las pasiones sanas– están dinamizada­s por motivacion­es intrínseca­s, y las segundas dependen de la validación externa y son mucho más frágiles al fracaso. Hamilton siempre estuvo consciente de esta dinámica y huyó de la competenci­a de alta exposición y de los flashes comerciale­s (solo aceptó un contrato de modelaje y participar en una película del género, North Shore, antes de los 20 años, para ganar algo de plata que le permitiera seguir surfeando tranquilo).

●Diversidad: En sus orígenes fue un “club de machos”, pero hoy el surf tiene diversidad etaria, de género y de nacionalid­ades entre sus fanáticos. Si uno escribe “surf” y “Hamilton” en Google, la mayoría de los resultados no aluden a laird, sino a Bethany, una surfista nacida en 1991, estrella de este deporte aun después de que un tiburón le comiera su brazo izquierdo.

●Juego de números: la creativida­d es un juego de números, explica el profesor de psicología de Uc, Davies Dean Simonton. Esto es, la persistenc­ia paga más que nunca. “En el surf hay olas para todos, cada una es distinta, pero siempre sabés que vas a tener revancha, como en los negocios”, cuenta a la nacion el emprendedo­r social y surfista marplatens­e lolo Schauer. El título del documental sobre Hamilton alude a este fenómeno, a no especular como filosofía de vida. “Take every wave”: “agarra todas las olas”.

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