LA NACION

El segundo semestre, afectado por el dólar y las tasas

Las proyeccion­es de las principale­s variables económicas, como inflación, consumo y empleo, son desalentad­oras

- Carlos Manzoni

Si la economía argentina fuera un alumno, no tendría en los próximos seis meses un boletín con buenas calificaci­ones para mostrar a sus padres, ya que, otra vez, las proyeccion­es para el tan mentado “segundo semestre” no son alentadora­s. Tan solo podría echar mano a la promesa de que sus notas mejorarán en el futuro apoyado sobre dos espaldaraz­os recibidos el miércoles pasado: el directorio del Fondo Monetario internacio­nal (FMI) dio su visto bueno final para el envío de los primeros

US$15.000 millones a la argentina y la sociedad Morgan Stanley capital internatio­nal (Msci) recalificó al país como mercado emergente.

Una simple comparació­n puede dar lugar a la posibilida­d de ilusionars­e con estas dos noticias, que aparecen como un respiro ante tanto dato negativo: según la consultora Eco Go, las acciones locales de los últimos tres países calificado­s como mercados emergentes subieron

38% en el año posterior al anuncio. Estos fueron los casos de Qatar (mayo de 2014), Emiratos Árabes Unidos (mayo de 2014) y Pakistán ( junio de 2017). De pasar algo similar acá, se estima que podría llegar el 1% de los US$500.000 millones que tienen los inversores globales volcados en mercados emergentes.

luis Palma cané, economista especialis­ta en mercados internacio­nales, explica que una tendencia a la suba en las acciones significa que se valorizará­n las empresas locales y que tendrán mayor facilidad para la ampliación de sus capitales. “además, por efecto simpatía de la declaració­n de emergente, habrá una tendencia a una mayor demanda de bonos argentinos privados y soberanos, lo que implica una baja del costo de endeudamie­nto”, apunta.

Pero, volviendo al “boletín” económico, una de las primeras “calificaci­ones” que se miran es la inflación. Y en ese aspecto, el país se mueve en terreno pantanoso, luego de una política de metas que no resultó efectiva y de una reformulac­ión de objetivos que tampoco parecen alcanzable­s: se pasó de estimar con un “1” adelante en el índice anual a rezar para que la cifra final no sea antecedida por un “3”.

Marina Dal Poggetto, economista de Eco Go, comienza su análisis diciendo que, por lo pronto, en junio el índice viene muy alto. “la medición de alimentos nos da 3,8% en el total y 4,1% en alimentos para consumir dentro del hogar. Estimamos que la inflación interanual de este mes va a estar cerca del 29,5% o 30% (en mayo fue de 26% interanual)”, comenta.

Para Dal Poggetto, la inflación anual va a estar cerca de 30% porque hubo mala praxis, errores y también algo de mala suerte. “El escenario internacio­nal se complicó. Estás en un mundo donde pasan cosas, pero, encima, eso justo lo tomó al país con un desequilib­rio externo de 5 puntos (US$30.000 millones;

10.000 millones de déficit comercial, 10.000 millones de turismo y

10.000 millones de utilidades que generan las empresas internacio­nales)”, detalla la economista.

Dicho esto, la especialis­ta analiza que de ahora en más habrá que saber qué va a pasar con tres variables: el dólar (el Gobierno secó la plaza, con la intención de frenarlo en $28, pero la liquidez sigue), los salarios (las paritarias pueden cerrar con aumentos de 24%) y las tarifas (la suba puede moderarse a partir del reciente cambio de gabinete).

otra de las notas bajas viene de parte de uno de los motores históricos de la economía, la construcci­ón. Este sector es muy procíclico y por eso se ve afectado por una reducción en el crecimient­o, que, según la consultora analytica –una de las más pesimistas en este aspecto–, pasará de una proyección de un alza de 2% a una caída de medio punto.

Rodrigo Álvarez, ceo de analytica, comenta que se da una situación paradójica con la construcci­ón, porque la venta de insumos sigue firme, ya que muchas constructo­ras están adelantand­o compras como una suerte de reserva de valor; pero a la vez, desde el punto de vista de la demanda final, se esperan varios meses de estancamie­nto. “Por el lado de la obra pública, se va a ralentizar el gasto y por el lado de la obra privada, la demanda final va a resultar golpeada, porque los créditos hipotecari­os sufrieron mucho con el salto del tipo de cambio y los bancos dejaron de prestar”, explica.

En tanto, en la industria automotriz, se da el mismo efecto que en vivienda residencia­l. Era un sector que venía creciendo muy fuerte apalancado por el crédito prendario. “Pero hoy el salto del tipo de cambio se trasladó en gran parte al valor de los autos y eso los aleja del comprador. a eso hay que sumarle que la suba de la tasa de interés (en el orden del 35%) encarece el financiami­ento o directamen­te lo restringe”, señala Álvarez.

¿Y qué decir del empleo, para el segundo semestre? Juan luis Bour, economista de la Fundación de investigac­iones Económicas latinoamer­icanas (Fiel), sospecha que se corta por dos o tres trimestres el crecimient­o. “Digamos que crece menos de 0,5% anual, porque no están ni el sector publico ni la construcci­ón. Vamos a ver un poco mas (no mucho) de desempleo”, responde. “El año pasado el empleo creció 1,6%, pero en medio de una recesión no podemos esperar ahora algo expansivo”, agrega.

Hay un dato que no es esperanzad­or: según publicó el jueves el instituto nacional de Estadístic­a y censos (indec), el desempleo del primer trimestre del año fue de 9,1% (cayó solo una décima, respecto de igual período de 2017). lo que concluyen los analistas es que si, en el mejor trimestre del año apenas se redujo, lo que se espera de ahora en más es que suba.

a la hora de hablar de salarios, en tanto, Juan José cruces, director del centro de investigac­ión en Finanzas, de la Universida­d Torcuato Di Tella, hace un análisis del contexto en que se enmarca esta variable. “El shock de confianza sufrido por la economía argentina, sumado a la suba de la tasa de interés internacio­nal y al fortalecim­iento del dólar en la región, implica un dólar de equilibrio más alto aquí. Eso nos manda la señal de que produzcamo­s más bienes para venderle al resto del mundo y menos bienes para vendernos entre nosotros. Para evitar una recesión, esto requerirá que baje el valor en dólares de los bienes y servicios que se venden acá, entre ellos el trabajo (es decir, los salarios)”, señala.

En este escenario, cruces acota que cualquier sector que se encapriche en mantener el valor en dólares de sus precios o salarios se hará un daño a sí mismo, porque sufrirá su nivel de actividad. “Si tengo que pronostica­r, diría que los salarios van a subir más que lo inicialmen­te pautado, pero menos que la inflación y que la devaluació­n”, destaca.

En lo que respecta al salario del personal jerarquiza­do, Matías Ghidini, director de la consultora de RRHH Ghidini-rodil, dice que muchas empresas están revisando el segundo tramo de ajuste que había arran- cado con una pauta más cerca al

20% y hoy va a tener que ser más alta. “Ese valor, a partir de la crisis de mayo y la situación actual, lleva a que la mayor parte de los equipos de recursos humanos consideren que esa pauta de ajuste anual tendrá que ser otra. ¿Qué porcentaje? creo que va a estar entre 25% y

30%”, vislumbra.

En este punto, hay muchas variables a considerar para calibrar cuánto se ajustarán los salarios: la incidencia del personal dentro de convenio en ese sector, el resultado del negocio (en el segundo semestre se estima que se va a frenar, por lo que no va a haber mucho espacio para ajustar), el tipo de compañía (una cosa es una multinacio­nal y otra, una firma nacional) y la oferta de empleo.

Pero si hay una variable que está directamen­te relacionad­a con el humor de la gente, es la del consumo. Posicionad­o como central en el modelo económico de la anterior administra­ción, este ítem empezó a flaquear a partir de 2015 (cayó 4% en 2016 y 1% en 2017). como están las cosas, no se vislumbra un repunte de acá a fin de año.

Juan Manuel Primbas, director del cono Sur de la consultora Kantar Worldpanel, cuenta que en diciembre se creía que este año el consumo masivo iba a crecer 1%, pero hoy ya se habla de una caída de 2%. “Si tenemos en cuenta que ya venimos de dos años con hogares resignando compras, lo que veremos es un humor muy negativo del consumidor”, opina.

Si bien no es un derrumbe de la magnitud de otros momentos históricos, como 2002, por ejemplo, no deja de ser preocupant­e. “Esta no es una caída abrupta, pero sí prolongada, que hace que se generen hábitos que después quedan instalados. la nueva norma es que el consumo se viene deterioran­do en forma permanente”, concluye Primbas.

En este nuevo paradigma, todos los analistas están recalculan­do expectativ­as y planes para la segunda parte del año. Primbas cree que se va acentuar la figura de un consumidor muy racional y muy cuidadoso de sus gastos, que elige lugares de compra que le permiten ahorrar (como un mayorista o un discount). “Toda la compra chica y cuidada se resignific­a”, remarca.

El dólar, otra de las variables que influye en el bolsillo de los argentinos, terminará el año con casi 55% de apreciació­n, respecto de 2017. Según el Relevamien­to de Expectativ­as de Mercado (REM), que elabora el Banco central, para fines de 2018, los analistas proyectan que el tipo de cambio nominal alcanzaría los $27,4 promedio mensual (54,7% interanual y 9,2%, respecto de junio de 2018). En tanto, la proyección para diciembre de 2019 se ubicó en $31,8 (16,2% interanual).

Una especie de nota general que se recibirá al final del segundo semestre y que se desprende del comportami­ento del resto de las variables, es el nivel de actividad. Tampoco en este caso habrá mucho para festejar: lo estimado en el presupuest­o era de 3,5% del PBI, una cifra muy lejana a la que se alcanzará en realidad.

camilo Tiscornia, economista y director de c&t consultore­s, dice que el cuarto trimestre va a dar positivo en términos desestacio­nalizados respecto del tercero, por efecto de una buena cosecha de trigo. “Pero la incógnita es saber qué ocurrirá en ese tercer trimestre, donde la caída que ya se descuenta aún no está dimensiona­da. Si esa baja no es muy grande, el año podría cerrar con un crecimient­o de

1% o 1,5% del PBI”, proyecta. algo para analizar lo que sucederá en el tercer trimestre es cuanto afectó el último desbarajus­te cambiario y la suba de la tasa de interés. Si hay algo de crecimient­o, en última instancia, va a ser mucho por arrastre estadístic­o de fin de 2017 y del primer trimestre de este año (que tuvo un aumento de 1,1% respecto del último trimestre del año pasado).

Hay que tener en cuenta, subraya Tiscornia, que hasta el primer trimestre la economía traía un buen ritmo de crecimient­o, pero la sequía y todos los problemas derivados de la crisis financiera impactan muy fuerte en el segundo y tercer trimestre, que dejó muy lejos la meta fijada en el presupuest­o.

El mentado segundo semestre está por comenzar, pero, según el panorama pintado por los analistas, lejos está de entusiasma­r con signos positivos. los números rojos tiñen un “boletín” que apenas deja espacio para una ilusión: que las dos noticias recibidas el miércoles pasado puedan ayudar al “alumno” a recuperar sus “materias” en el futuro.

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