Dos viejos conocidos finalistas del Nacional
La fórmula de siempre, con una voracidad que nunca cede
No es opinión, sino realidad. Hindú es el favorito para ganar el próximo sábado el Nacional de Clubes, que sería su cuarto consecutivo. Tiene todo lo necesario para sumar el título número 19 de su historia desde 1996, el año en el que empezó un período triunfal al que, hace ya más de una década, convirtió en una hegemonía.
Tiene la jerarquía. Uno de los factores de la vigencia del club de Don Torcuato es el liderazgo de hombres que tuvieron roce internacional y regresan a disfrutar del club, su lugar en el mundo. Ayer lo hicieron los hermanos Juan y Nicolás Fernández Miranda y Lucas Ostiglia; hoy son Santiago Fernández, Hernán Senillosa y los Agulla, Horacio y Belisario, los que comandan el barco en la cancha, acompañados por un staff técnico compuesto por exjugadores de la institución (Juan Ignacio Gauthier, Francisco Fernández Miranda y Ostiglia).
Tiene el juego. Desde hace varios años Hindú hace gala de un rugby total que radica en que domina cada situación del juego. Es capaz de lanzarse a jugar la pelota y hacer tries increíbles, y también de rasparse en los puntos de encuentro con una vehemencia como la de pocos. También la defensa es una de sus grandes virtudes.
Tiene la mentalidad y el oficio. Hindú sabe jugar como ninguno este tipo de instancias. Maneja los hilos del partido y somete a sus rivales hasta frustrarlos. Y si llega a parecer que está muerto, saca un recurso. El propio Newman sabe de eso. Aún se recuerda la final del Nacional de 2015, con aquel drop de Joaquín Díaz Bonilla en tiempo cumplido que pri- vó al conjunto bordó de la primera conquista de su historia. Hay varios rugbiers que jugaron aquella definición en Benavídez y estarán disponibles en Vélez: Senillosa, Belisario Agulla, Severiano Escobio, Felipe Ezcurra, Lautaro Bávaro, Gonzalo Delguy y Juan Ignacio Martínez Sosa, entre otros.
“Queremos disfrutar una final porque no sabemos cuándo va a repetir se ”, dice Santiago Fernández. Estas palabras podrían ser interpretadas como de falsa modestia del expuma, pero en eso radica por qué pasan los años e Hindú sigue ahí, en lo más alto. No se deja nublar por el éxito y empieza de cero cada vez. Como suelen repetir sus integrantes, se bajan del Elefante, el símbolo del club en cada vuelta olímpica.
Mientras tanto, el club de Don Torcuato cumplió su último compromiso antes de enfocarse en la cita máxima. Por tener suspendida su cancha, viajó a Burzaco con una formación alternativa y complicó a un Pucará que contó con todas sus figuras, que sufrió una expulsión en el primer tiempo y que le dio vuelta el marcador con 14 jugadores en 40 minutos, gracias a un soberbio Germán Klubus, autor de 20 tantos. Hindú perdió la vanguardia del Top 12, pero poco le importa; ya tendrá tiempo para dedicarse a eso. Ahora se le avecina algo mucho más importante.