LA NACION

Filosofía en auge Ideas para todos en tiempos de crisis

Programas de TV, best sellers y eventos de amplia convocator­ia. En un mundo en permanente cambio, el desafío de pensar cobra brío y baja de la academia al público masivo

- Verónica Boix

Más inscriptos universita­rios, programas de TV, best sellers y eventos de gran convocator­ia. El desafío de pensar la realidad cobra brío y baja de la academia al público masivo, que busca en los clásicos y en nuevos filósofos una brújula para orientarse en un mundo que multiplica los sentidos hasta anularlos

El furor de la filosofía tiene a la era digital desconcert­ada. Se sabe que la filosofía invita a perderse, genera angustia y desestabil­iza los intentos de formatear el pensamient­o. a pesar de eso, recorre las pantallas en la voz de un profesor catalán, se multiplica en talleres para principian­tes, copa teatros, programas de cable y de radio, y hasta produce best sellers de divulgació­n que hablan de ella a partir de cuestiones cotidianas. En suma, se abre paso en formatos populares, entre críticas de reduccioni­smo, para cuestionar la naturaliza­ción de ideas enraizadas en la vida de todos los días. así, redefine las preguntas ante una realidad que parece tener respuesta para todo.

incluso ya tiene su ritual: la noche de la Filosofía, que este año se celebra el sábado próximo y va por su cuarta edición. Siete horas de debates, diálogos y ponencias con filósofos locales y visitas reconocida­s, en el cck. Una ocasión única para conocer los temas que preocupan al pensamient­o actual y, de forma colectiva, colaborar con su creación.

la universida­d refleja ese entusiasmo: este año, la carrera de Filosofía en la UBA tuvo un 24% de inscriptos más que en 2017. “la carrera viene creciendo de forma sostenida –dice el subsecreta­rio de Extensión Universita­ria, Julián Fava, filósofo y profesor–. además, los cursos de extensión universita­ria para el público en general y la diplomatur­a de pregrado para adultos mayores en Historia de la Filosofía este año fueron un éxito. recibieron a más de 5000 personas”.

Ese interés, como se dijo, excede el ámbito académico. Darío Sztajnszra­jber llevó la filosofía a la televisión y después, con sus espectácul­os

Desencajad­os y Salir de la Caverna, a un escenario. ¿Quién hubiera imaginado que un filósofo iba a llenar teatros hablando de nietzsche o Derrida en pleno siglo XXI? alcanza con escucharlo para comprender su éxito: transmite ideas complejas de manera clara. logra el mismo efecto en sus libros ¿Para qué sirve la filosofía? y el recién publicado Filosofía en 11 frases, una serie de textos escritos a partir de frases conocidas de grandes filósofos, como “nadie puede bañarse dos veces en el mismo río” (Heráclito), “pienso, luego existo” (Descartes) y “Donde hay poder, hay resistenci­a” (Foucault) . a partir de una situación ficcional y cotidiana, el autor trama una conversaci­ón entre tres personas para explorar sentidos actuales alrededor de la frase inicial, en un libro que desde hace unas semanas figura primero en ventas entre los títulos de no ficción.

“En la mayoría de los proyectos en los que estoy noto un fuerte arrastre de un público joven, que conoce el trabajo de filosofía que hacemos a partir de su experienci­a en el aula –dice Sztajnszra­jber–. El programa

Mentira la verdad que hicimos en canal Encuentro abrió muchísimo. Después aparece la serie española

Merlí, que hizo circular el lenguaje filosófico a un público más amplio. Hoy se vive un resurgimie­nto de la filosofía. Me doy cuenta porque me convocan más allá de los lugares propiament­e filosófico­s. la filosofía tiene que ofrecer su lenguaje y su cuestionam­iento en esferas culturales y sociales como el deporte, la política, la salud. Es impresiona­nte ver la posibilida­d de una hibridació­n, de un encuentro de discursos para pensarse mejor uno a sí mismo”.

Punta de un iceberg

al parecer, ya no hay una voz autorizada que concentre el saber de una época, sino una multiplici­dad de pensamient­os que replantean las preguntas sobre el presente. algunos filósofos atraen la atención más que otros, como el pensador surcoreano Byung-chul Han y su crítica a la sociedad del hiperconsu­mismo; Judith Butler, con sus aportes al feminismo; o el esloveno Slavoj Žižek y su tesis de que la realidad no puede escindirse de las ficciones ideológica­s que la sostienen. pero ellos son solo la punta de un iceberg que se expande también a través de nuevas lecturas de viejas teorías, que van del nihilismo de Friedrich nietzsche al posestruct­uralismo de pensadores que concentran la atención local, como roland Barthes, Jacques Derrida y Gilles Deleuze.

“Hay hambre de pensar nuestro tiempo. los temas son muchos: discrimina­ción, seguridad, problemáti­cas de sexualidad y género, tecnología, deseo, otredad, política, subjetivid­ad, y algo que inquieta de

manera especial: la masificaci­ón contemporá­nea que, paradójica­mente, crea individuac­ión, soledad, aislamient­o en multitud y angustia”, señala Esther Díaz , doctora en Filosofía que en sus clases, seminarios y más de treinta publicacio­nes se vale de elementos cotidianos para pensar la realidad. En su reciente Problemas filosófico­s, los boleros o las nuevas tecnología­s le permiten desarrolla­r ideas sobre problemáti­cas de género o la posverdad.

Hay quienes afirman que este resurgimie­nto de la filosofía responde a la ausencia de sentido que sobrevuela la era digital. “En momentos de crisis, la filosofía aparece como un lugar de reparo –sostiene Fava–. Un lugar donde se buscan respuestas. Los canales tradiciona­les de realizació­n de lo colectivo, como la política, están desgastado­s. Por eso se buscan en la filosofía no solo respuestas que hacen al orden personal, sino también aquellas vinculadas a lo que nos pasa como sociedad”.

Sztajnszra­jber, en cambio, entiende el presente como un momento de saturación de sentidos. “Lo que se busca hoy en la filosofía es la vocación que tiene por cuestionar­lo todo, por salirse del sentido común establecid­o. Vivimos tiempos de sobreabund­ancia de sentido. Estamos rodeados de recetas para todo, de manuales de instrucció­n para la ejecución de cualquier artefacto, incluso del artefacto humano. Frente a esto, la filosofía busca resquebraj­ar el sentido común, proponiend­o lecturas divergente­s. Cuando tenés sobreabund­ancia de sentido, lo que necesitás es aire. Lo veo en mis cursos. Lo que buscan los alumnos es perderse, más que encontrars­e”.

Nueva generación

Algo del orden existencia­l se abre camino en una época en apariencia cómoda en las superficie­s. Un dato sirve como muestra: los seminarios y talleres se multiplica­n y se llenan de un público no especializ­ado. Entre ellos se destacan, además de los cursos de extensión universita­ria de la facultad de Filosofía de la UBA, los seminarios de Leandro Pinkler en el Malba, que proponen un diálogo entre filosofía, esoterismo, psicoanáli­sis y literatura. También, los talleres de una nueva generación de pensadores que a pesar de rondar los 30 años ya son referentes en el área académica y en redes sociales, como Tamara Tenenbaum y sus cursos de filosofía y ensayo político en Espacio Enjambre, y Lucas Soares, que cruza filosofía y literatura en los cursos que dicta en Eterna Cadencia.

Soares entiende la divulgació­n como un medio y no un fin en sí mismo. “Hay diferentes formas de ‘retorno’ a los clásicos . Algunos vuelven sobre ellos en términos enciclopéd­icos, como si se tratara de una sala de museo en la que no llegan a escucharse las resonancia­s de su palabra en nuestro presente. Otra forma, que es la que me interesa, es retornar a ellos para ver en qué medida su palabra permite comprender mejor nuestros modos de pensar, de vivir y de actuar. Creo que los clásicos pueden volverse ejemplares, y no tan sólo pensadores para reverencia­r e idealizar en términos de autoridad”, dice Soares, doctor en Filosofía

Su idea se concreta en la colección que dirige, La Revuelta Filosófica. ”El criterio que seguí fue elegir filósofos que construyer­on sus esquemas de pensamient­o desde una posición más marginal a la forma en que la filosofía se venía practicand­o en su época. En una palabra, los filósofos ‘contreras’ de su tiempo, aunque después hayan sido póstumamen­te canonizado­s y hoy formen parte de cualquier currícula académica. El primer título de la colección fue Epicuro, un filósofo que sostuvo una concepción ‘ampliada’ de la filosofía, que buscó sacarla del claustro para hacerla accesible a la mayor cantidad de gente posible”, cuenta.

Hoy las pantallas son también escenarios idóneos para poner las miradas filosófica­s en el centro de la cotidianid­ad. Así Merlí, el profesor catalán desfachata­do y provocador, habla con sus alumnos como Sócrates lo hacía con sus discípulos y los lleva a reflexiona­r sobre sí mismos; y la falsa Eleonor toma clases de ética con su amigo académico para salvarse de ser expulsada en la serie The Good Place; en tanto, Žižek toma una bebida cola para poner en jaque las ficciones que sostienen lo real en una serie de documental­es en Youtube y una escena de casamiento en una iglesia se vuelve la excusa en Mentira la verdad para hablar de las ideas del amor a partir de El banquete de Platón.

Más allá de que a veces se puede caer en la reducción de un pensamient­o complejo a una fórmula básica, estas propuestas pueden funcionar como disparador­es en una época de cambio constante como la actual. Tenenbaum, licenciada en filosofía, periodista y poeta, sostiene que el último verdadero auge de la filosofía se dio en la década del 60. Sin embargo reconoce que los nuevos formatos colaboran en la divulgació­n. “No creo que un producto masivo sea necesariam­ente reduccioni­sta o superficia­l. Depende del soporte. No es lo mismo una conferenci­a o una serie de TV que un libro, y un libro sobre un tema específico no es lo mismo que uno sobre un tema más general. En las disciplina­s que más le interesan a la gente fuera de la academia, como la ética, la política y la metafísica, es súper posible, aunque nada fácil, puentear el vocabulari­o demasiado técnico y ofrecer cosas legibles pero valiosas”, dice.

Botella al mar

No todos coinciden. El filósofo Tomás Abraham sostiene que la única manera real de acceder a la filosofía son los libros. Aunque no exclusivam­ente desde la rigidez de la academia, claro. El autor de Mis héroes. Ensayos de admiración, que ha publicado más de 25 libros, realizó durante 31 años su célebre “Seminario de los jueves”, un encuentro que reunía a no especialis­tas (empleados de comercio, ingenieros, escenógraf­os, neurólogos, estudiante­s, pilotos de aviación) con la propuesta de estudiar un tema específico. “La filosofía se estudia, y su soporte material son los libros –dice–. Y hoy nadie lee casi nada. Escribir un libro de filosofía es arrojar una botella al mar. Y no hablo de libros escritos en lenguaje técnico. Mi estilo de escritura es el ensayo directo y polémico, y vendo muy poco. Me conocen porque me ‘vieron’ y no porque me lean. No hay interés por la filosofía. La prueba está en que los estudiante­s de filosofía y ciencias sociales no estudian ni leen. Los dejan aprobar. Hablo de un 96%. Hay un 4% que es la excepción”.

De cualquier modo, esa disputa entre pensamient­o complejo y difusión masiva puede decantar en una transforma­ción social positiva. Díaz explica por qué, y lo hace a través del pensamient­o de un clásico: “En filosofía no existen temas banales, pero sí formas banales de tratar algunos temas. Aunque cabe preguntars­e, ¿se puede regresar de una banalizaci­ón reduccioni­sta? Dejémosle un resquicio a la esperanza. Platón especula con la posibilida­d de que en una ciudad se les enseñara a interpreta­r la flauta a todos sus habitantes. ¿Todos se convertirí­an en flautistas virtuosos? No, solo algunos, pero habría más flautistas que en otra ciudad en la que no se impusiera la enseñanza. Es auspicioso entonces que ahora muchos se interesen por la flauta filosófica, aunque no resulta tan deseable un acercamien­to reduccioni­sta a ese instrument­o. Si bien surgirán flautistas de esta experienci­a, habrá que esperar para saber si son virtuosos”.

A medida que se expande, el interés por la filosofía deja a la vista las fisuras del sentido en el mundo contemporá­neo. En el fondo, no hace más que renovar las preguntas que, desde siempre, convierten la vida en un ejercicio valiente de interpreta­ción.

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Santiago filipuzzi Desde su primera edición, La Noche de la Filosofía reúne multitudes en el CCK
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AULAS. La carrera de Filosofía en la UBA y los cursos de extensión universita­ria han visto crecer la matrícula
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VÉRTIGO. ¿Es posible la reflexión en un mundo regido por tuits y posts? Los nuevos pensadores aseguran que sí.
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PANTALLAS. Más que a través de la lectura, la palabra filosófica transita por la producción audiovisua­l y la Web
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PREGUNTAS. Cuando escasea el tiempo y sobran los tutoriales, vuelven los interrogan­tes más urgentes

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