LA NACION

El miedo socava las alianzas históricas de Occidente

- D. Clark y F. Fontemaggi AGENCIA AFP

Un tema domina actualment­e el debate político en las principale­s democracia­s occidental­es y siembra la discordia entre países que durante largo tiempo fueron aliados: la inmigració­n.

“Hay una correlació­n entre el ascenso de los populismos y los nacionalis­mos y la inmigració­n. Se ve en Europa, con el Brexit y las elecciones italianas, como se vio anteriorme­nte en Estados Unidos con la victoria de Donald Trump”, dijo Erol Yayboke, del Center for Strategic and Internatio­nal Studies (CSIS).

En nombre de la política de “tolerancia cero” a la inmigració­n ilegal pregonada por Trump para cumplir con sus promesas electorale­s antes de los comicios de mitad de mandato de noviembre próximo, chicos migrantes fueron separados de sus familias en la frontera entre Estados Unidos y México, a menudo tras haber escapado a la violencia en América Central.

El nuevo gobierno populista italiano decidió por su lado bloquear el acceso a los puertos del país a un barco repleto de inmigrante­s rescatados en el mar por una ONG.

La acogida a los refugiados amenaza también con hacer volar por los aires la coalición de gobierno alemana, integrada por conservado­res y socialdemó­cratas. El ala derecha del partido de la canciller Angela Merkel presiona para que el Ejecutivo endurezca su política migratoria.

Según las Naciones Unidas, en 2017 había en el mundo 68,5 millones de refugiados y desplazado­s, una nueva cifra récord, la quinta consecutiv­a en la materia.

El alto comisionad­o de la ONU para los Refugiados, el italiano Filippo Grandi, llamó a un aumento de la “cooperació­n” internacio­nal, estimando que no puede haber una solución a este drama “país por país”.

Sin embargo, lo que parece dominar es el repliegue fronteras adentro. “La gente tiene tendencia a manejarse con una visión simplifica­da de problemas complejos, y en la inmigració­n eso se traduce en ideas como ‘estos vienen a robarnos nuestros trabajos y sembrar el caos’”, explica Yayboke.

“Dirigentes populistas ponen palabras a lo que la gente siente, simplifica­ndo al extremo estos complicado­s temas, y se basan en ellas como argumento para ganar votos”, asegura.

Pero una vez que llegan al poder los problemas les estallan, como lo ha podido comprobar el presidente norteameri­cano, que debió dar marcha atrás con su proyecto de separar a las familias inmigrante­s ante las protestas masivas que la iniciativa suscitó.

“La administra­ción Trump se dio cuenta de que estas cuestiones son mucho más complejas, que provocanem­oción”,señalóelin­vestigador.

En Italia, en cambio, el poderoso ministro del Interior, Matteo Salvini, líder de la Liga, un ascendente partido de extrema derecha, parece haber aumentado su popularida­d por su postura de línea dura ante los inmigrante­s.

Mientras Europa temía que Roma cuestionar­a su adhesión al euro, el gobierno italiano “se concentró finalmente en un tema en el cual el establishm­ent europeo es más vulnerable: las cuestiones migratoria­s”, escribió esta semana en el Wall Street Journal el analista Walter Russell Mead.

De acuerdo con este profesor de relaciones internacio­nales, se trata de un triple triunfo para Salvini: “Divide a la izquierda y unifica a la derecha en Italia; desafía el consenso entre las élites europeas; y él logra imponerse en la escena internacio­nal”.

Queda por saber qué actitud asumirá la opinión pública cuando comiencen a multiplica­rse las escenas desgarrado­ras. “Los dirigentes políticos de toda Europa van a observar de cerca lo que suceda. Si su apuesta migratoria sigue funcionand­o, Salvini tendrá quien lo emule”, pronostica Russell Mead.

Mientras tanto, el pulso con la Unión Europea, protagoniz­ado por uno de sus socios fundadores y ya no por una joven democracia de Europa central, demuestra que los gobiernos occidental­es están más divididos que nunca.

La referencia a un “eje de voluntario­s” antiinmigr­ación creado por los ministros del Interior de Italia, Austria y Alemania, que hacen las veces de halcones, desató una polémica en la que se evocó el “eje Roma-Berlín” entre el fascismo y el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Aunque también da cuenta de un sismo en las alianzas tradiciona­les.

En este explosivo contexto, las relaciones transatlán­ticas están igualmente en tensión. Trump, que encabeza en Estados Unidos una ofensiva para torcerle la mano a un dividido Congreso, no duda en estigmatiz­ar a Merkel y a Alemania, un país aliado. “Ser antiinmigr­antes está en el corazón del modelo de negocios de algunos partidos populistas de derecha. Prefieren que el tema continúe estando bajo los proyectore­s a buscar soluciones”, dijo Stefan Lehne, del think tank Carnegie Endowment for Internatio­nal Peace.

En Europa, pese a la fuerte caída del número de solicitude­s de asilo desde 2015-2016, la fiebre antiinmigr­antes “en vez de disminuir aumentó”, señaló.

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