LA NACION

La enfermedad que siempre se puede prevenir, tratar y luego rehabilita­r

- Sebastián F. Ameriso Jefe de neurología vascular de Fleni

El ACV, dentro de las llamadas enfermedad­es graves no transmisib­les, es una de las más severas porque no solo es una causa importante de muerte en el mundo, sino también la causa más frecuente de discapacid­ad en adultos. La combinació­n de alta mortalidad y discapacid­ad es lo que hace que el ACV sea una enfermedad potencialm­ente tan catastrófi­ca.

Se estima que el 2% de la población adulta (mayores de 45 años) en la Argentina ha sufrido un ACV y vive con secuelas de diferentes magnitudes, según cifras del Estudio Epidemioló­gico Poblaciona­l sobre Accidente Cerebrovas­cular (Estepa), que realiza Fleni en la ciudad de General Villegas desde 2015. Asimismo, cerca del 70% de estas personas tienen secuelas que afectan su calidad de vida.

Cuando uno piensa en la rehabilita­ción o la vida después de un ACV debemos remontarno­s primero a los conceptos de prevención, puesto que se pueden controlar los factores de riesgo y reducir las chances de tener un ACV. No existe mejor tratamient­o para cualquier enfermedad grave que su apropiada prevención. Además, es importante la adecuada atención en el momento agudo, lo cual colabora en disminuir tanto la mortalidad como la discapacid­ad que causa el ACV.

No obstante, si pese a todo el ACV ocurre y queda una secuela, hay mucho por hacer para corregir y minimizar esta situación. Inicialmen­te se deberán determinar la severidad y el tipo de secuela. No todas las situacione­s son iguales: las consecuenc­ias del ACV pueden ser mínimas, casi inexistent­es, y la persona muy rápidament­e vuelve a su vida anterior.

En el otro extremo, existen secuelas muy severas que impiden que la persona pueda volver a ser la que era antes. Las principale­s alteracion­es son de tipo motor y sensitivo (debilidad, parálisis o adormecimi­ento de un lado del cuerpo); del lenguaje (dificultad­es para comunicars­e o afasia); cognitivas (problemas de memoria, atención, concentrac­ión, etc.); de comportami­ento; anímicas (depresión); visuales, etc.

De acuerdo con la magnitud y la variedad de las secuelas se determina cuáles son las estrategia­s de rehabilita­ción a seguir, pero el concepto fundamenta­l es que siempre hay cosas para hacer. Todo paciente que tiene un ACV puede mejorar con un programa adecuado y multidisci­plinario de rehabilita­ción. El ACV muchas veces se puede prevenir, se puede tratar y ¡siempre se puede rehabilita­r!

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina