LA NACION

Good bye Lenin II: el capitalism­o manda en el Mundial

La alianza de la pelota con el negocio se roba el romanticis­mo de la vieja Unión Soviética

- Sebastián Fest

BRONNITSY. – Hay que verlo a vladimir ilich Ulianov, lenin, sometido por dos poderes que no estaban aliados cuando él lideraba la revolución bolcheviqu­e que lo convirtió en el primer líder de la Unión soviética. ni Kerenski, ni primera Guerra Mundial, ni abdicación de zar, ni soviet de petrogrado ni nada de nada: lenin, muerto en 1924, lidia hoy, cara a cara, con coca cola, con Kia Motors y con Qatar airways. Tolera estoico la incesante música de discoteca ibicenca con que lo sacude Budweiser a diez metros de sus oídos. Todo culpa de la alianza del fútbol con el capitalism­o, de esa FiFa que es una máquina de hacer dinero, un extrapoder que a veces tuerce incluso el brazo de los Estados.

Hay mucho simbolismo en la enorme estatua de lenin frente al estadio luzhniki de Moscú, sede del partido inaugural del Mundial y de la final del 15 de julio. Es un “Good bye lenin” segunda parte. si alguien se hubiera quedado en coma en el Moscú de los años ’80 y se despertara hoy, no entendería nada de lo que ve.

“El que piensa en volver a los tiempos de la Unión soviética no tiene cabeza, pero el que la olvida no tiene corazón”. la frase es una de las preferidas del presidente ruso, vladimir putin, y pinta bien el panorama sociológic­o en su país. En Moscú, la otrora capital soviética, quedan entre 80 y cien estatuas de lenin. décadas atrás había más de mil. por eso es que la mayoría de los rusos no se asustan al ver la base del monumento a lenin cubierto por el stand oficial de venta de merchandis­ing mundialist­a.

“no me molesta, no. la estatua de lenin forma parte de nuestra historia, pero esas marcas que vemos aquí son hoy también nuestra vida. Es una buena combinació­n”, le explicó a la nacion irina chernenko, de 31 años y licenciada en periodismo. Que el asunto se ve de una u otra manera según el prisma generacion­al queda claro con olga Gavrilova, que es clara a sus 72 años: “Me da mucha pena esta americaniz­ación, la ciudad se ha transforma­do demasiado”.

la estatua de lenin viene acostumbra­da al trajín capitalist­a, que tras la caída del Muro de Berlín los moscovitas abrazaron con la intensidad que sólo logra la fe del converso. años atrás U2 y los Rolling stones tocaron en el estadio a sus espaldas, y en el stand de memorabili­a mundialist­a se vende una remera con la leyenda “URss” a 80 dólares. Una minucia si se toma en cuenta los 14.000 millones de dólares invertidos en Rusia 2018, el Mundial más caro de la historia.

Todo muy diferente a lo que sucedía en 1954, cuando un grupo de arquitecto­s decidió que las “colinas de lenin” (o “de los gorriones”, como son conocidas también) eran el lugar ideal de la capital para construir un nuevo estadio. al estilo soviético, la construcci­ón demoró sólo 15 meses. ¿cómo fue eso posible? con 150.000 personas que trabajaron los siete días de la semana, sin francos y en tres turnos.

sede de los Juegos olímpicos de Moscú 1980, aquellos del boicot liderado por Estados Unidos, el luzhniki fue renovado para el Mundial. pero a sus puertas sigue lenin, aunque sea con nuevas y muy diferentes compañías.

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La imagen de Vladimir Putin

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