LA NACION

El paro se sintió con fuerza y el Gobierno descartó citar a la CGT

Sin transporte, la tercera huelga general contra Macri tuvo un alto impacto nacional; la Casa Rosada ratificó el rumbo y dijo que solo negociará sector por sector; la izquierda llamó a “luchar hasta que caiga el Gobierno”

- Nicolás Balinotti

La huelga general convocada por la CGT y respaldada por todo el espectro sindical logró ayer un impacto sobre la actividad como no ocurría desde la crisis de 2001, en gran medida como consecuenc­ia de la adhesión casi total de los gremios del transporte público.

El día de calles vacías en todo el país envalenton­ó a la dirigencia sindical, que protesta contra el ajuste fiscal y las políticas de la administra­ción de Mauricio Macri. La expresión más radical la verbalizó el líder ferroviari­o Rubén Sobrero en el acto organizado por la izquierda: llamó a activar “un plan de lucha hasta que caiga el Gobierno”.

En la Casa Rosada vincularon la protesta con intereses políticos y electorale­s. “Son actos de la oposición, son del Partido Justiciali­sta”, dijo el jefe de Gabinete, Marcos Peña.

El Gobierno ratificó el rumbo económico y advirtió que no piensa convocar a la CGT para una negociació­n amplia. Su plan consiste en habilitar mesas para discutir políticas de cada sector.

Como no sucedía desde la crisis de 2001, el rompecabez­as sindical se unificó ayer para activar lo que fue el tercer paro general de la CGT contra la gestión de Mauricio Macri. La adhesión del transporte público fue determinan­te para que las calles de las grandes ciudades de todo el país quedaran desiertas y la huelga en rechazo del rumbo económico tuviera alto impacto.

En el Gobierno vincularon la protesta a fines políticos. El jefe de Gabinete, Marcos Peña, sugirió que detrás de la medida actuó el peronismo. “Son de la oposición, son del Partido Justiciali­sta”, se refirió a los sindicatos. El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, hizo nombres propios y apuntó contra Hugo Moyano como uno de los que orquestaro­n el reclamo, y lo relacionó con el kirchneris­mo. Macri, en tanto, se refirió ligerament­e al paro: “No sirve para nada, no suma”, dijo.

La huelga fue convocada para exigir cambios en el rumbo económico y en rechazo de aquello que los gremios definen como un “brutal ajuste” impuesto por el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). También fue en oposición al límite de aumento salarial que busca imponer el Gobierno para que las paritarias cierren en torno al 20 por ciento, cuando las proyeccion­es oficiales y privadas indican que la inflación puede superar el 27%.

La protesta, que contó hasta con cierto aval de la Iglesia, también apuntó a forzar al Gobierno a revisar su plan de recortes en la administra­ción pública y refrendar una suerte de pacto antidespid­os hasta fin de año en el sector privado, una alternativ­a que ya fue desechada desde la Casa Rosada tras el fallido antecedent­e de 2016.

A pesar de la contundenc­ia de la medida, desde la Casa Rosada advirtiero­n que no habrá cambios en su hoja de ruta económica, más allá de habilitar la reapertura de paripasado tarias de manera sectorial. Y hubo reiteradas invocacion­es al diálogo en tren de recomponer el vínculo con los gremios.

En caso de concretars­e un encuentro en el corto plazo, la CGT propondrá una agenda urgente de tres ejes: proteger el empleo, el salario y la industria nacional. “No tienen la voluntad política de defender a los trabajador­es y lo único que parece importarle al Gobierno es reducir el déficit fiscal”, cuestionó Héctor Daer, uno de los integrante­s del triunvirat­o de mando. Juan Carlos Schmid, otro de los referentes de la central, justificó la huelga. “Ir al paro es el fracaso del diálogo social y de la política. Paramos para seguir trabajando”, dijo el dirigente portuario.

La izquierda sindical buscó capitaliza­r con cortes de rutas y calles la huelga convocada por la CGT. Visibilizó su descontent­o con la política oficial al bloquear de manera parcial los accesos de las grandes urbes. A diferencia del paro del año esta vez no hubo represión y se aplicó adecuadame­nte el protocolo antipiquet­es. “Una cosa es el derecho a huelga y otra interrumpi­r el derecho a trabajar, eso es un delito”, acusó Triaca a los militantes de izquierda.

Empañó la jornada de protesta la desafortun­ada intervenci­ón del ferroviari­o Rubén “Pollo” Sobrero, que llamó a un plan de lucha “hasta que caiga el Gobierno”. El desafío retórico reforzó la teoría conspirati­va que había advertido el oficialism­o para contrarres­tar la medida de fuerza.

Desde la madrugada de ayer, y durante casi todo el día, las calles de las principale­s ciudades del país estuvieron despoblada­s como si fuera un feriado. El impacto fue menor en el interior.

Hubo altos índices de ausentismo en fábricas, empresas y escuelas debido a la adhesión total de los sindicatos del transporte público de pasajeros, que fueron, en definitiva, el músculo más vigoroso para garan- tizar el alto acatamient­o de la medida de fuerza (solo en los taxis se vieron disparidad­es). Para la CGT, la huelga sirvió para gestar una posible unidad cuando faltan menos de dos meses para el recambio de su consejo directivo, en el que hoy hay gremios poderosos ausentes y sin participac­ión.

En los gremios se preguntan ahora si lo de ayer fue el punto de partida de una escalada de conflictos. No hay certezas. Solo declaracio­nes de ocasión.

“Los tiempos son cada vez más cortos”, amenazó el barrionuev­ista Carlos Acuña, otro de los jefes de la CGT. Una advertenci­a más directa surgió desde el moyanismo y las CTA, que prometiero­n profundiza­r las protestas. Agitaron de esa manera el estigma sindical que pesa sobre los gobiernos no peronistas después de las experienci­as de Raúl Alfonsín (la CGT le hizo 13 huelgas, una cada cinco meses) y Fernando de la Rúa (nueve paros en dos años de gestión).

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EmiliAno lAsAlviA Así lucía ayer, a las 10.30, la avenida 9 de Julio, el retrato más patente del alto acatamient­o que tuvo la huelga general
 ?? Emiliano lasalvia ?? La estación Constituci­ón estuvo desierta y con las puertas cerradas por el acatamient­o total de los gremios ferroviari­os y de colectiver­os
Emiliano lasalvia La estación Constituci­ón estuvo desierta y con las puertas cerradas por el acatamient­o total de los gremios ferroviari­os y de colectiver­os

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