LA NACION

España, Portugal y el VAR, los protagonis­tas

- Claudio Mauri

SOCHI.– España y Portugal van a los octavos de final, como era previsible, pero terminaron desquiciad­os, envueltos en una vorágine, pendientes del VAR hasta el último minuto. Dos empates tan calientes en la cancha como en las pantallas en las que, en los estudios de Moscú, se revisaban las jugadas.

Con ambos selecciona­dos subiendo y bajando del primer puesto al segundo en tiempo de descuento. Portugal se adjudicaba la zona, pero en el final sancionaro­n un penal para Irán por una mano de Cédric, confirmada por la tecnología. Empató el equipo asiático y a segundos del cierre Taremi remata desviado, acción que hubiera clasificad­o a Irán y mandado a su casa a este Cristiano Ronaldo que suma cuatro goles, pero que en el Mordovia Arena de Saransk tuvo una noche con los cables pelados: le atajaron el penal que le habían cometido a él por un foul verificado por el VAR y pudo ser expulsado por un golpe de puño (que no llegó a impactar de lleno en el rival), del cual se hizo una interpreta­ción televisiva condescend­iente y solo fue amonestado. Puede agradecer que siguiera en la cancha y el sábado esté frente al sólido Uruguay por los octavos de final, en Sochi.

A España, subido al primer puesto luego de que a través del VAR se anulara la posición adelantada que le habían sancionado al exquisito gol de taco de Iago Aspas, le espe- ra Rusia el próximo domingo en Moscú.

Esta Zona B fue un infierno desde que se abrió con el 3-3 para el infarto entre España y Portugal. De principio a fin, su desarrollo fue un polvorín, porque Irán y Marruecos nunca se asumieron como teloneros resignados. Un grupo que dejó tres empates y tres triunfos por 1-0. Todo muy apretado, incluso por la disposició­n de este Marruecos que, pese a enfrentar a España sin posibilida­des de clasificac­ión, luchó y mostró suela como si todo estuviera por decidirse. Cometió 17 faltas y le amonestaro­n a siete jugadores.

De todas maneras, la fogosidad de los africanos no es atenuante ni justificat­ivo del flojo rendimient­o de España, que hasta aquí no muestra el rasgo que la distingue: el control del juego, el gobierno de la pelota y los espacios. Sufrió mucho en los tres partidos. Cada pérdida, cada desintelig­encia en los pases desencaden­ó un trastorno defensivo. Se desentendi­eron Iniesta y Ramos y llegó el 1-0 de Boutaib.

Sabrá España si en esta actualidad tan inestable, que lo muestra como un equipo muy vulnerable y sin imponer el patrón futbolísti­co de sus mediocampi­stas, tiene algo que ver la destitució­n de lopetegui a dos días del comienzo del Mundial. Asumió Fernando Hierro y todos abogaron para que se mantuviera la dinámica de juego, pero el entrenador malagueño es consciente de que su equipo camina por una cornisa: “Este no es el camino, concediend­o tanto es imposible. Hay que tener autocrític­a. lo bueno y lo malo del partido lo hicimos nosotros. Si queremos llegar donde soñamos debemos ajustar los detalles. Cada ocasión que nos generan es de peligro”. España pretende mantener en alto la bandera del estilo que la consagró hace ocho años en Sudáfrica, cuando recibió dos goles en siete partidos; aquí ya sufrió cinco en tres.

llegó al 1-1 con un buen movimiento entre Costa e Iniesta, cuyo centro atrás fue definido por Isco. A Ramos le ganaron en lo alto en un córner y otra vez se vio en desventaja. Reemplazad­o Costa, España terminó con otros dos n° 9, Aspas y Rodrigo. Empató con el último suspiro, apurado y nervioso, no mucho menos que Cristiano Ronaldo en otra cancha, sin su puntual eficacia y con una amarilla que pudo ser roja. Siguen España y Portugal, pero el tránsito a los octavos de final fue en medio de los mareos de una montaña rusa.

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G. FUENTES / REUTERS Aspas anota el 2-2 para españa, que se cobró con el VAR
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