Uruguay desfiló hacia octavos, pero Tabárez no habla de candidaturas
SAMARA.– En un Mundial en el que una gran mayoría sufre, incluidas las potencias, Uruguay desfiló hacia los octavos de final. Un camino despejado y sembrado de aspectos positivos. Un pleno de tres victorias, escasos sobresaltos, valla invicta, altísimo aprovechamiento de la pelota detenida (cuatro de sus cinco goles), comportamiento irreprochable (un solo amonestados en 270 minutos). Sin tantas apelaciones a la garra charrúa, con mucha sobriedad y eficiencia. Uruguay es un equipo serio, como el “Maestro” Oscar Tabárez, que desactivó cualquier triunfalismo cuando le preguntaron si su equipo se sumaba a la lista de candidatos: “Voy a poner un freno. Ya dijimos que queríamos mejorar una vez conseguida la clasificación (ante Egipto). A Rusia le podríamos haber ganado por más diferencia; como nos falta rodaje, algunos contraataques no se concretaron por errores en la ejecución”.
Uruguay le rompió el encanto a Rusia, tan orgullosa que está de su eficiente organización del Mundial y de lo bien que le iba al seleccionado. Hasta que se encontró con Uruguay, que se agiganta en su aparente pequeñez: el territorio de su país no es más grande que una ínfima porción de Rusia (el más grande del mundo) y su población (3.500.000 habitantes) es más de 40 veces inferior a la de los anfitriones. Pero cuando se trata de fútbol, Uruguay toma otras dimensiones, mayúsculas si detrás de un grupo de futbolistas está la mano y la sapiencia de Tabárez (71 años, el de mayor edad entre los 32 DT), que va por su cuarto Mundial, una experiencia hasta aquí de 18 partidos, y próximo a dejar atrás a sus colegas Enzo Bearzot, Sepp Herberger y Guus Hiddink.
Se definía el primer puesto del Grupo A entre los dos clasificados, que llegaban con puntaje ideal. A Rusia le alcanzaba el empate para ser primero por mejor diferencia, pero después de vencer a Arabia Saudita y Egipto se encontró con otra realidad. Uruguay, con un 3 a 0, le hizo ver eso que se suponía antes del comienzo del torneo: Rusia, más allá de ser un equipo entusiasta y del fervor de sus hinchas, no debería llegar muy lejos. En defensa y en ataque se le notaron los defectos que hasta aquí estaban disimulados. Uruguay ya sacó pasaje para Sochi. A orillas del Mar Negro, en un clima cálido y húmedo, el sábado próximo se enfrentará con Portugal.
Uruguay resolvió el partido con mano firme, de la misma manera que llevó su campaña en la etapa clasificatoria. Los encuentros anteriores le exigieron una cuota mayor de paciencia e insistencia. A Rusia la empezó a quebrar muy pronto, a los 36 minutos del primer tiempo ya ganaba 2-0 y tenía uno más por la expulsión de Smolnikov. Tabárez no se deja llevar por ningún discurso de moda. Cuando lo consultaron si era el partido en el que Uruguay había propuesto más, retrucó enseguida: “Es una terminología que yo no uso. Para mí, la palabra santa en el fútbol es equilibrio. Atacamos cuando hay que atacar, siempre a partir de una recuperación”
El gol de tiro libre de Suárez y el de Cavani en el final (tomó un re- chazo del arquero tras un cabezazo de Godín) se sumaron a los dos anteriores de estrategia: el de Giménez a Egipto y el de Suárez a Arabia Saudita tras sendos córners. Y el 5° tanto fue de semi-pelota detenida, porque Laxalt tomó fuera del área un rechazo de un córner y su remate se desvió en Cherysev antes de ingresar.
Suárez ve que Uruguay se va soltando: “En los primeros partidos uno está con la tensión de cometer errores, de que nos vaya mal. Contra Rusia tuvimos otra mentalidad, se vio que presionamos mejor”.
Uruguay ganaba 2-0 y jugaba con tranquilidad y aplomo, muy aplicado a no sobrar la situación ni caer en distracciones. Con su estilo: se cierra bien atrás y es muy selectivo en sus ataques con los tanques Suárez y Cavani, quienes comparten el honor de ser los únicos uruguayos en convertir en tres mundiales.
Estas virtudes transportaron a Uruguay a ganar por primera vez en la historia los tres partidos de la etapa de grupos. No recibió goles (el otro imbatido es Croacia) y Muslera, con 14 encuentros mundialistas, superó la marca de Ladislao Mazurkiewicz.
En el aspecto disciplinario, que tanto revuelo causó hace cuatro años con el mordiscón de Suárez a Chiellini, los charrúas también están casi impecables. En tres cotejos solo tuvo un amonestado, Bentancur.
Rusia aprovechó el benigno sorteo para vencer a los otros dos adversarios de la zona y volver a los octavos de final de un Mundial, algo que no ocurría desde que existía como Unión Soviética, en 1986.
Uruguay trajo a Rusia la velocidad crucero que desplegó en las eliminatorias. Como les gusta a los charrúas, en silencio, sin molestarse porque nadie los incluye entre los favoritos. No necesita ninguna lisonja, le alcanza con la fuerza interior para ir abriéndose paso.