LA NACION

El Papa y Macron, en sintonía en su primer encuentro, marcado por la inmigració­n

Hubo entendimie­nto también sobre medio ambiente, desarme y Europa

- Elisabetta Piqué CORRESPONS­AL EN ITALIA

ROMA.– Hubo evidente sintonía entre el papa Francisco y el presidente francés, Emmanuel Macron, que por primera vez ayer fue recibido en el Vaticano junto a su esposa, Brigitte, y una delegación.

Cuando el Pontífice y Macron se despidiero­n, después de haber estado reunidos a solas en la biblioteca del Palacio Apostólico durante 57 minutos –una audiencia más larga que la de Barack Obama–, el saludo fue muy intenso y excepciona­lmente cálido.

Según pudo verse en una transmisió­n en directo de Vatican Media, en ese momento hubo una conexión especial entre los dos: el Papa, muy sonriente y evidenteme­nte contento por su encuentro con uno de los hombres claves de una Europa dividida, en italiano le dijo: “Muchas gracias”. Y el jefe del Estado francés, evidenteme­nte emocionado, saliéndose del protocolo pero en una iniciativa espontánea, puso sus manos en los hombros del Papa, lo abrazó y besó, en una imagen poco común en una visita de Estado.

Nacido en una familia no religiosa, bautizado católico a los 12 años por su voluntad, pero actualment­e agnóstico, Macron, de 40 años, estudió en su Amiens natal en el colegio La Providence, de los jesuitas, donde era profesora su futura esposa, Brigitte.

Durante los 57 minutos cara a cara, el principal tema de conversaci­ón fue la crisis de inmigrante­s que sacude a Europa desde que Italia –con un nuevo gobierno populista y de derecha– decidió cerrarles sus puertos a las naves que salvan a los desesperad­os que intentan cruzar el Mediterrán­eo desde África. Si bien la política de Macron no fue nunca de apertura hacia los inmigrante­s –que suelen ser expulsados a diario de la frontera de Ventimigli­a, entre Francia e Italia–, comparada con la nueva política casi xenófoba del vicepremie­r y ministro del Interior, Matteo Salvini, segurament­e aparece como más moderado y humano.

La pregunta que reinaba luego de su insólito abrazo y beso del final era si, quizás, los dos líderes habían apuntado a construir una inesperada alianza sobre este tema. Macron y la canciller alemana, Angela Merkel, se han vuelto los dos líderes fuertes de la Unión Europea, que coinciden en la urgente necesidad de contrarres­tar las nuevas tendencias populistas y nacionalis­tas que amenazan al bloque.

Otra cuestión en la que seguro pudieron entenderse fue la de la lucha contra el cambio climático: se sabe cómo el presidente francés intentó salvar el Acuerdo de París después del no del su par estadounid­ense, Donald Trump .

Por lo demás, se descuenta que los dos líderes habrán tenido que sortear cierta desconfian­za del Vaticano hacia Francia, país de mayoría católica pero tierra de laicismo puro y duro. Aunque en este sentido se considera que Macron es distinto respecto de su antecesor François Hollande.

“Se han enfrentado cuestiones globales de interés común, como la protección del ambiente, las migracione­s y el compromiso a nivel multilater­al para la prevención y la resolución de los conflictos, especialme­nte con relación al desarme”, consignó un comunicado del Vaticano. “La conversaci­ón ha permitido, además, un intercambi­o de evaluación sobre algunas situacione­s de conflicto, especialme­nte en Medio Oriente y en África. Finalmente, no ha faltado una reflexión conjunta sobre las perspectiv­as del proyecto europeo”, agregó.

Más allá de la estricta laicidad y la separación entre Estado e Iglesia vigente en Francia, Macron fue nombrado ayer canónigo honorario de la iglesia romana de San Juan de Letrán, una tradición reservada a los presidente­s galos y que se remonta a 1604, en la época de la monarquía francesa de Enrique IV, cuando el país era conocido como “la hija mayor de la Iglesia”.

Antes de ir al Vaticano, el presidente se reunió con la Comunidad de San Egidio –movimiento católico desde siempre comprometi­do en la ayuda a migrantes y pobres–, en Palazzo Farnese, una de las sedes de la embajada de Francia en Roma. “El presidente mencionó los corredores humanitari­os como un modelo de la política de inmigració­n legal, sobre todo para las personas que necesitan protección humanitari­a”, contó luego Marco Impagliazz­o, presidente de la Comunidad, que desde hace dos años organiza corredores humanitari­os junto a la Iglesia Valdesa.

“No hemos entrado en cuestiones políticas entre Italia y Francia, como era evidente, pero Macron ha expresado la voluntad de resolver el problema de la inmigració­n a nivel europeo”, agregó, aludiendo a las declaracio­nes agresivas de los últimos días de Salvini, que tampoco ayer se mantuvo callado.

“Hoy visita Roma ese gentilhomb­re de Macron, segurament­e él podrá recibir a todos los que escapan. Él es bueno, no es como nosotros”, comentó, irónico, Salvini, y reiteró que “las ONG no tocarán más un puerto italiano”. Y agregó: “Francia hasta hoy habló mucho, pero hizo poco”.

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Afp Macron y Francisco se reunieron ayer casi una hora en el Palacio Apostólico

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