Ya perdimos
El Mundial ya lo perdimos. Los argentinos creemos que en el fútbol somos los mejores del mundo y que esa superioridad se basa en algún mandato divino o algún regalo de Dios. En realidad, no hicimos nada para merecerlo, tener al mejor jugador del mundo en un juego colectivo no basta. Entramos al Mundial por la ventana y con una conducción, al menos, desprolija. ¿Por qué nos creemos los mejores del mundo? Tal vez porque alguna vez lo fuimos con el mismo desorden y caos con que intentamos hacerlo ahora. Fuimos campeones porque existió un superdotado. Una serie de eventos concatenados que nos llevaron a la cima, pero no se puede esperar que en cada Mundial esta serie de eventos aleatorios nos den la victoria. Serrat dice: “No esperes golpes de suerte, vivirás a su desdén”. Ayer esperamos ansiosos y expectantes otro golpe de suerte. Lo tuvimos. Necesitamos sentirnos los mejores en el fútbol porque es lo único que nos queda, es el único nicho en el cual colectivamente podríamos ser los primeros.
Ya no nos queda mucho de que sentirnos orgullosos. Colectivamente ya hemos mostramos lo peor. Los hinchas argentinos golpeando a simpatizantes croatas, Sampaoli impotente insultando a un jugador contrario, las atrocidades que le escribieron a Caballero una parte del periodismo deportivo mostrando sus miserias más bajas, el botellazo a Bonadeo y un “canchero” argentino haciéndole decir obscenidades a una niña rusa me hace pensar que, como sociedad, el Mundial ya lo habíamos perdido.
Darío Di Toro
DNI 21.175.767