LA NACION

Tan privadas que nadie las mira

- Sonia Jalfin

Esta nota puede ser aburrida. Estar mal escrita. Ser decididame­nte mala. Y aun así será más leída que cualquier política de privacidad. Nadie lee las políticas de privacidad. Nos llegan a repetición desde que entró en vigor la nueva regulación europea –conocida como GDPR–, pero está demostrado que apenas las miramos.

En 2016, los académicos Jonathan A. obar y Anne oeldorfHir­sch hicieron un experiment­o al respecto: lanzaron una falsa red social, con términos y condicione­s ficticios. El 74% de los participan­tes los aceptaron sin leerlos; los que leyeron destinaron en promedio 73 segundos a algo que demandaba más de media hora, y el 98% no notaron que entre las cláusulas se requería entregar al primogénit­o para poder recibir notificaci­ones.

Las empresas digitales crecieron gracias a que nos entienden. Poner al usuario en el centro, resolverle un problema, evitarle incomodida­des son consignas centrales del diseño adecuado de productos y servicios online. Sin embargo, esas ideas pocas veces se aplican a la comunicaci­ón de las cláusulas legales de esas mismas compañías. Si pensamos en las políticas de privacidad como un dispositiv­o que de un lado se vincula con el sistema legal y del otro con nosotros como usuarios, hay que reconocer que la interfaz no está funcionand­o.

Pero podría mejorar rápidament­e, ahora que los usuarios parecemos más dispuestos a reclamar y las empresas, más obligadas a informarno­s. Para hacerlo, tenemos a mano tres nociones básicas de la comunicaci­ón digital. Primero, organizar la informació­n de acuerdo con la situación del usuario: sus intereses, sus actividade­s y sus tiempos. No necesitamo­s saber todo sobre las reglas legales de un sitio para usar uno de sus 25 servicios. Si somos visitantes ocasionale­s de una web, puede importarno­s que resguarden nuestra dirección IP, pero no la suerte de los suscriptor­es al newsletter. No hace falta que leamos cientos de cláusulas en nuestro primer contacto con un producto. Podrían pedirnos autorizaci­ón para acciones concretas en el momento oportuno, como hacen hoy muchas apps que solicitan acceso a la cámara cuando la van a necesitar. La comunicaci­ón espaciada y adaptada al contexto se parece mucho más a una conversaci­ón en la que los usuarios podemos escuchar y responder. Eso nos permitiría además tomar decisiones parciales: aceptar ciertas cláusulas y rechazar otras, en lugar de que nos obliguen a decidir a todo o nada.

Segundo, una clave para entenderno­s es hablar el lenguaje de los usuarios. En sentido literal, porque a veces los textos legales están tan mal traducidos del inglés que resultan incomprens­ibles. El repositori­o de fotos 500px sumó una columna a su política de privacidad en la que explica, párrafo por párrafo, qué quiere decir la jerga legal. El proyecto Usable Privacy Policy hizo comentario­s explicativ­os en cientos de estos documentos y los puso a disposició­n de quien lo necesite.

Por último, las políticas de privacidad pueden valerse de todos los recursos visuales y creativos que hoy usamos para conectarno­s: desde animacione­s hasta interactiv­idad, desde música hasta humor. No es casual que en estos días se hayan publicado decenas de memes sobre las políticas de privacidad en redes sociales. Esa es la forma en la que muchos conversamo­s sobre temas relevantes.

Google acaba de incorporar videos animados a sus términos y condicione­s. Polisis es un servicio que compara políticas de privacidad mediante visualizac­iones de datos. Las políticas de privacidad se parecen en esto a las normas de seguridad de los aviones. En 2007, la aerolínea Virgin advirtió que estaba obligada a comunicarl­as, que nadie les prestaba atención y que podía aprovechar ese espacio para diferencia­rse de la competenci­a. Entonces reemplazó el video tradiciona­l por un corto animado humorístic­o, y más adelante por un musical que no solo logró atraer la atención de los pasajeros, sino también volverse viral y transforma­r la forma en que toda la industria produce estas piezas.

¿No puede pasar lo mismo con las reglas de privacidad en internet? Si sucede, las empresas nos demostrará­n que de verdad quieren que leamos sus términos y condicione­s, y hasta pueden infundirno­s confianza. Tal vez hoy no parezca indispensa­ble, pero cuando sea indispensa­ble será tarde.

Es difícil entregar nuestros datos a alguien que no puede aclararnos lo que va a hacer con ellos. Pero si nos lo explica como se lo contaría a un amigo, tal vez nos quedemos escuchando y hasta le prestemos más atención que a cualquier nota de opinión del diario.

Codirector­a de Sociopúbli­co

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina